René Bejarano dejó claro que la encarnizada lucha por la candidatura presidencial y la batalla por apoderarse, de una vez por todas, del Partido de la Revolución Democrática, se volverá más violenta todavía en los meses siguientes entre las fracciones que apoyan, por un lado, a Cuauhtémoc Cárdenas y, por el otro, a Andrés Manuel López Obrador.

Bejarano aprovechó su comparecencia ante la Procuraduría General de la República para advertir que dará a conocer el nombre de quienes lo han presionado desde dentro del mismo partido pero, sobre todo, de todos aquellos perredistas, que como él, recibieron dinero de Carlos Ahumada y gozan de los privilegios que da una posición política. Tal es el caso de Graco Ramírez, secretario de Acción Electoral del PRD, que habría aceptado 50 mil pesos del empresario argentino, y muy cercano a Cárdenas.

Ése es el verdadero problema que tiene actualmente el partido. Está dividido entre dos facciones totalmente distintas. Los asuntos como el Paraje San Juan y El Encino han servido al jefe de Gobierno como bandera política para darse a conocer a nivel nacional y continuar manifestando su victimismo frente al gobierno federal.

Pero la verdadera lucha es dentro del perredismo; ésa es la que más daño ha hecho a este partido. Son las acusaciones que se han lanzado y que ahora los tiene dirimiendo sus diferencias en los tribunales con Carlos Ahumada, René Bejarano, Gustavo Ponce, y seguramente muy pronto con Rosario Robles, que se encuentra "en voluntario exilio" por Europa.

Y si López Obrador no ha apuntado con su dedito hacia Cuauhtémoc Cárdenas es simple y sencillamente por tres cosas: porque fue Cárdenas su padrino político dentro del PRD y una "traición" de ese tipo calaría muy hondo en la conciencia de la llamada "izquierda mexicana"; segundo, porque hacerlo fracturaría al partido, y ahora menos que nunca le conviene una escisión, pues prefiere ir a una elección presidencial con poco partido que con la mitad de él; y tercero, porque, una vez escogido al candidato presidencial, si como todos esperan sea él, más vale contar a su lado con la figura moral del llamado líder moral del PRD, que tenerlo en contra.

Pero los ataques entre las dos facciones iniciaron desde que en enero pasado la UNyR comandada por Rosario Robles y otros conocidos cuauhtemistas comenzaron a apoyar abiertamente la candidatura del michoacano, mientras que René Bejarano, Jesús Ortega y René Arce, entre otros, lo hicieron por López Obrador, con la intención de ser los elegidos para la candidatura a la Jefatura de Gobierno.

Semanas después, el primer gran golpe contra López Obrador surgió de las filas cuauhtemistas cuando dieron a conocer la nómina, donde se reveló que el chofer y amigo del jefe de gobierno, Nicolás Mollinedo Bastar, Nico, cobra salario de secretario.

La respuesta entonces fue presionar a Ahumada, a quien le abrieron la averiguación previa, y quien se desquitó con dos jugadas: primero, la de Gustavo Ponce, para que se conocieran los pasos del brazo financiero de López Obrador, y luego la del brazo político, al revelar la forma cómo extorsionaba y cobraba René Bejarano.

Esto, claro, trajo consigo el "sacrificio político" de Rosario Robles y otros perredistas, y también un mayor escrutinio al gobierno de López Obrador, quien mantiene a Bejarano como uno de sus alfiles, como se vio la semana antepasada con la violenta toma de la tribuna de la Cámara de Diputados en dos ocasiones.

Y los episodios de esta novela continuarán.

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