La precipitada declaración presidencial en cadena nacional de "impugnar" -sin saber cómo- el presupuesto del 2005 reajustado y aprobado por el Congreso de la Unión, es una muestra más de la profunda incongruencia en la que se debate un día sí, y el otro también, el cada vez más solitario titular del Ejecutivo.

Esta apresurada reconvención a los partidos de la oposición reflejan una visión de muy corto alcance y una raquítica memoria conceptual que parece ignorar que la composición actual de la cámara baja es la calificación más clara y rotunda a los primeros tres años de ejercicio foxista, con una lección que no se ha querido asimilar: la popularidad no es sinónimo de gobernabilidad. Aquella costosísima campaña panista de "quítale el freno al cambio" no pudo amortiguar la enorme decepción popular que en las elecciones del 2003 se tradujo en sólo 137 diputados para el partido del presidente Fox. Hay que decirlo y claro: ése y no otro es el antecedente natural al escenario actual. De modo que al final, ese "parlamentarismo irreflexivo" no es más que la consecuencia de un gobierno sin consecuencias.

Otra de las lecturas es que se observa al presidente Fox cada vez más acotado, más solitario y, como resultado, más entrampado en una serie de pronunciamientos sin sustento. Se diría que está casi obligado a responder por la inocua impericia de sus secretarios, empezando por el de Gobernación, quien desestabilizado por sus afanes presidencialistas, está anhelosamente entregado a tareas muy menores, como el abanderamiento de escuelas, charreadas y reuniones con personajes del mundo artístico, así como su marcada debilidad por expresar pronunciamientos que pocos escuchan. Hace todo esto en lugar de operar y conducir la política interior a fin de lograr los más que urgentes consensos necesarios para la buena marcha de la Nación.

¿De quién si no la responsabilidad de -si no evitar- al menos prever las secuelas a la modificación del Art. 74 constitucional? Fue apenas en el anterior periodo ordinario que anticipó la fecha límite para aprobar el presupuesto al 15 de noviembre, y que no sólo le ratificaba a los legisladores su prerrogativa para aprobar, sino que además extendió y amplió la facultad de los diputados para modificar el presupuesto anual?

La otra lectura es que el subejercicio presupuestal de los primeros años de la gestión foxista, los escasos resultados del gobierno en el estricto ámbito de su competencia, aunado a la desproporcionada creación de plazas con elevadísimos sueldos que conforman la alta burocracia foxista, amén de los cuantiosos subsidios al capital privado más los ya conocidos gastos superfluos y las millonarias cantidades aplicadas a la promoción de la figura presidencial, todo esto, en un entorno en el que la situación económica del país está provocando la angustia de millones de mexicanos, fueron, sin duda, algunos de los argumentos que aprovecharon los diputados para reorientar el presupuesto hacia áreas más sensibles como el campo, la educación, salud, construcción de carreteras, sistemas de agua potable, seguridad pública, así como más recursos para los estados y municipios de nuestro país.

La otra gran lección que nadie puede negar, es que todas y cada una de las acciones de las que estamos siendo testigos los mexicanos, más las que se acumulen, son derivación lógica -fatalmente no calculada- de haber iniciado, incluso propiciado, antes de tiempo, la carrera por la sucesión presidencial. Aquellos polvos arrojan estos lodos.

Réplica y comentarios al autor: salvadorordaz@hotmail.com