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   Cuando los ídolos caen...
La enorme popularidad del Presidente Fox está a punto de derrumbarse estrepitosamente... tristemente. La chispa de esperanza que brillaba en los ojos y en el alma de los que en él creyeron se empieza a opacar, a nublar; la duda se dibuja y se refleja en el rostro de miles de mexicanas y mexicanos que creyeron en él, que votaron por él; me decía un ama de casa angustiada que por más esfuerzos sinceros que hace, no logra entender el mecanismo por el que -ella- y millones como ella se beneficiaría -en el remoto caso- de que diputados sin escrúpulos aprobaran el pagar impuestos en las medicinas y en los alimentos y en el transporte y en los libros y en las tortillas.

¿Por qué, me preguntaba, no se abren los expedientes secretos del Fobaproa y se obliga a los que salieron ilegalmente beneficiados a regresar esos dineros, que costaron al pueblo mas de 700 mil millones de pesos y que de puros intereses nos está costando -ya- más de 25 mil millones de pesos?

La reforma fiscal, amigo lector es tan sólo aumento de impuestos que antes de Fox no se pagaban y que ahora si quiere que se paguen, eso es todo, a lo lejos están los millones de mujeres y hombres que con angustia dedican más del 70% de sus ingresos al pago de alimentos y medicinas y que ahora tendrán que pagar impuestos, ¿cómo explicar lo inexplicable? Los banqueros y los grandes empresarios, los poderosos, los ricos pues, aunque le hayan ayudado al candidato Fox en su campaña, no lo hicieron presidente, fueron los pobres, los que creyeron y votaron por él, ésos, a los que ahora se les pretende cobrar el IVA en alimentos y medicinas.

Seguramente llegará el momento en el que dicha medida sea necesaria y en la que el pueblo estará dispuesto a asumirla, pero antes el Presidente y su gobierno deberán cumplir la parte que les corresponde, deberán entre otras cosas demostrar que tienen autoridad moral para pedir un sacrificio de esa magnitud y esa, -la autoridad moral- se gana con algo más que frases bonitas y promesas incumplidas, ¿porque no empezar con los que mas tienen? Con los que invierten en la bolsa de valores por ejemplo, en muchos países del mundo se cobra impuesto a los inversionistas de la bolsa, hasta en Chile, que es el país modelo neoliberal de nuestros tecnócratas lo hacen, por qué en México no? ¿Por qué no cobrar impuestos al capital especulativo?

¿Por qué nosotros los mexicanos tenemos que pagar una visa para entrar a los Estados Unidos y a los que son rechazados no se les regresa el importe de lo pagado y sin embargo los estadounidenses ni siquiera se les exige visa para entrar a México? ¿Por qué a más de 100 días del sexenio aún no conocemos el Programa de Gobierno en el que se den a conocer -entre otras cosas- las directrices de un gobierno austero republicano?

Como decía mi abuelita, hacen tanto ruido las acciones de la supuesta reforma fiscal que ya no nos permiten escuchar lo que nos dicen sus defensores, los diputados panistas y la gama de servidores públicos pagados con esos impuestos, que hoy, hoy, quieren aumentar. El buen juez por su casa empieza y el nombramiento de un sinnúmero de "comisionados", "consejeros" y "asesores" no contemplados en la estructura orgánica autorizada, con sueldos cuyo monto no se ha hecho del conocimiento público es una clara señal de que no se está predicando con el ejemplo.

No hay más ciego que el que no quiere ver, ahí esta la enorme lección de un Presidente de la República, que en lugar de subir impuestos para pagar la enorme deuda que representaba la expropiación petrolera, asumió su compromiso con dignidad y el pueblo no lo dejó sólo, nuestros bisabuelos y bisabuelas se quitaron sus anillos de boda, sus aretes, lo que tuvieran de valor, otros sus gallinas o guajolotes y los fueron a entregar para completar el pago de la deuda, ¿cómo lo logró? Con Autoridad moral.

El Presidente Cárdenas encarnó, en aquel momento histórico la esencia misma de un sentimiento colectivo. Supo dar forma concreta, en el tiempo más oportuno, a un clamor popular guardado, doliente, sufrido, que ya no podía esperar más, y su decisión de solidarizarse con su pueblo, encaró un reto, un verdadero desafío, que las mexicanas y los mexicanos hicieron suyo, seguros de poder hacerlo porque había poder de convocatoria sustentada en el ejemplo y que obligaba a la corresponsabilidad.

No importó el riesgo, ni el sacrificio por venir, ni amedrentaron las amenazas ni los malos augurios de la eterna reacción conservadora, de dentro y de fuera. No hubo ni audacia ni temeridad. Sólo una justa y muy legítima reivindicación que se supo y se pudo sacar adelante, contra viento y marea.

En estos tiempos tan preñados de amenazas y de temores, en los que todo pareciera atajar la vía para poder entrar al concierto de las grandes naciones, en las que la recesión de los Estados Unidos, la baja del precio del petróleo, la peligrosa situación económica del Japón y muchos factores más, deben de hacernos reflexionar en el sentido de buscar más y mejores alternativas para cumplir con las expectativas que despertó la llegada de un nuevo sistema, pero no a costa de la desesperación y la angustia de millones de mexicanos que ya no les alcanza con lo que ganan y que menos les alcanzará si se aprueba esa cruel iniciativa que representa el camino mas fácil, subir impuestos a los mas amolados. Aunque nos quieran dorar la píldora, a los mexicanos del hoy, hoy, hoy, ya no nos pueden dar atole con el dedo. Ni deben, es peligroso.

Derecho a réplica y comentarios: Salvador Ordaz Montes de Oca




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