Estimados, queridos y torturados lectores, desafortunadamente para mis obligaciones, pero afortunadamente para mí, me he dado a la tarea de alimentar mi holgazanería y propiciar mi decadencia satisfaciendo todos y cada uno de mis pedestres apetitos.
Estoy actualmente en la playas del estado de Jalisco, paseándome y rostizando mi prominente y redondo vientre. Como mariscos, bebo como pirata, fumo como divorciada, digo más majaderías que la porra de los Pumas y rasco sabrosa y públicamente los rincones de mi anatomía con la excusa de que la arena se anida en los mismos. Sin embargo, estas conductas poco más que impropias fueron interrumpidas por un espantoso dejo de responsabilidad. Así que interrumpí mi esparcimiento para escribir este pequeño articulo.
Con palmeras borrachas de sol, yo borracho de ron, lejos de los segundos pisos y con un estado de ánimo mucho menos alterado y exacerbado de lo normal, me doy cuenta que mi capacidad de escribir va absolutamente aunada a mi irritabilidad. Así que parapetado de los diarios, tras exóticas y fermentadas mezclas líquidas, me di a la tarea de pensar:
¿De qué escribo?
Pues sin ninguna preparación me arrojé sobre el teclado, y surgió esto.
Un nuevo año, y como es dictado por el uso y la costumbre, se le tiene que recibir con calzones colorados, campanadas, uvas, sorbos de champagne, desmemoria y buenos o ingenuos deseos de que el sucesor temporal de 12 meses sea más gentil que el anterior.
En el 2005, aparte de desearles que todo les sea favorable y como una de mis primeras acciones, los exhorto a firmar esta carta dirigida a tres grandes figuras, a tres personajes de regias proporciones que creo que son de los pocos seres que nos pueden ayudar. Así que por favor lean la siguiente petición y, si les parece adecuado su contenido, firmen al final del mismo.
Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar, este 6 de enero, cuando lleno de ilusiones revise mi zapato, espero le hayan dado respuesta positiva a la siguiente lista.
Les pido esto porque no sólo he sido un buen niño, sino que todas las personas que están en la lista me han molestado, robado y han sido malos, y la verdad, queridos Reyes, esta actitud no nada más ha sido contra mí, sino contra todos los mexicanos.
En este Día de Reyes quiero:
Auto de formal prisión a Carlos Salinas de Gortari.
Que a Fox le suba sangre a la zona donde debería tener el cerebro.
Que Sari Bermúdez termine de leer el dinosaurio de Monterroso.
Que el Pejelagarto se quede mudo.
Que a Dolores Padierna la machuque un camión de manteca de cerdo.
Que a René Bejarano lo torturen unos prietos.
Que la educación no sea un derecho, sino un privilegio.
Que la izquierda tenga un partido de verdad.
Que por favor terminen con los estúpidos segundos pisos.
Y que al ensoberbecido y taimado Pejelagarto no le dé por mover más monumentos.
Queridos Reyes, yo sé que les estoy pidiendo mucho, pero ustedes, que aparte de reyes son magos, tal vez puedan lograr que esta lista se haga una realidad.
Espero que no me califiquen de crédulo por poner tanta fe en los Tres Reyes de Oriente. Puede parecer algo extraño que un hombre de 31 años deposite su esperanza en algo tan trivial como la figura de los Reyes Magos, pero es igual de válido que creer en Santa Claus, el Conejo de Pascua, en las promesas del Presidente o en los informes del Jefe de Gobierno.
Réplica y comentarios al autor: heliogabalo73@hotmail.com
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