El 2005 amanece con un pleito abierto entre el Ejecutivo federal y el Legislativo, mientras el campo mexicano se encuentra en plena agonía. Se estima que unos 50 mil productores son expulsados año con año de sus tierras por la falta de oportunidades. El retiro de subsidios, la indiscriminada apertura comercial, la falta de visión y el poco interés oficial por este sector, han "desnudado" a los productores agrícolas. Hoy por hoy, los ingresos de estos trabajadores dependen de las remesas que son enviadas por sus familiares, en el mejor de los casos. El campo mexicano se encuentra en un estado crítico, a consecuencia, entre otras cosas, de las políticas neoliberales impuestas desde la década de los años ochenta.
Como es de costumbre, en su país de maravilla, Vicente Fox no está en lo más mínimo consciente de lo delicado que se encuentra el campo mexicano. El muy osado jefe del Ejecutivo declara que dicho sector se encuentra con indicadores de crecimiento por encima del promedio nacional, sin darse cuenta de que dichos números no concuerdan con la realidad.
No creo, en lo más mínimo, que tanto investigadores, académicos e inclusive diputados (y ya es mucho decir), estén en un error al afirmar que la devastación del sector agropecuario se debe a un modelo económico desigual -que margina la integración territorial y obstaculiza la soberanía alimenticia-, aplicado por las autoridades de "manera consciente", tal y como lo afirmó el diputado Víctor Suárez Carrera, asesor de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo.
Se pueden identificar tres etapas principalmente en este proceso de putrefacción del campo:
I - 1982-1988
Durante este período, los precios de garantía cayeron abruptamente mientras los insumos se incrementaron al grado de marginar a muchos productores.
II - 1988-1994
En este sexenio, las autoridades retiraron los créditos rurales y se "ensañaron" con la apertura comercial, lo que determinó que los agricultores nacionales tuvieran que competir en condiciones desventajosas con las importaciones, sobre todo con las de nuestro vecino del norte, las cuales, como es de conocimiento de todos, reciben millonarios subsidios.
III - 1994-2004
Como complemento de las anteriores etapas, ésta se caracterizó por la modificación de la Ley Federal de la Reforma Agraria, la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y la desaparición de CONASUPO.
Los gobiernos, incluyendo el actual, han establecido un modelo agropecuario copiado del estadounidense, favoreciendo la exclusión y las desigualdades mantenidas con base en programas asistenciales precarios, factores que algunos analistas han denunciado como una estrategia para mantener una población manipulable. Asimismo, la política imperante ha sido privatizar los organismos estatales dedicados al campo con miras a ahorrar recursos destinados al fomento del sector.
Si con los siguientes números Fox dice que vamos por buen camino, entonces el concepto que tengo de bienestar es totalmente erróneo:
- Han desaparecido 3 millones 700 mil productores comerciales (ahora tan sólo quedan 300 mil).
- 4 mil 500 de los 15 mil ranchos porcícolas quebraron.
- El número de cabezas de ganado se contrajo 30 por ciento. En consecuencia, las importaciones de cárnicos aumentaron 113%, 40% del consumo nacional.
- Entre 1982 y 2001 el precio del maíz disminuyó 56.2 por ciento; el trigo, 46%; el frijol 37 por ciento, y la soya 62.4%.
- El PIB agropecuario y forestal ha sufrido importantes contracciones: en 2001 fue 14.3 por ciento inferior al de 1981.
Pero las pérdidas económicas no sólo son las únicas consecuencias de las políticas aplicadas al campo. La clase campesina se encuentra sumergida en un proceso de extinción en números y en términos culturales. Podemos ver que muchos de los pueblos de México están en el abandono, debido a que sus habitantes emigraron a las ciudades o a Estados Unidos ante la imposibilidad de seguir trabajando sus tierras y mantener a su familia. Por otro lado, el retroceso tecnológico va en aumento.
Lo anterior es un bozal para la gran boca del Presidente de la República. Está más preocupado en cómo complacer a Marta debajo de las sábanas o qué hacer con su nueva adquisición (por cierto, al mero estilo del antiguo régimen, por medio de un prestanombres) en la bahía de El Tamarindillo, en las costas de Michoacán. Dudo, desafortunadamente, que con la capacidad de nuestro actual Presidente y su grande lengua pueda cumplir algunas de sus promesas.
Estimado lector, les deseo lo mejor para este 2005 y, sobre todo, que esté repleto de salud y grandes sueños. ¡Felicidades!
Réplica y comentarios al autor: luis_armando_esquivel@yahoo.com
|