El hecho de que el Presidente Fox solicitara una tregua a la prensa para mantener la luna de miel a pocos días de cumplir un aniversario del histórico 2 de julio nos habla de la necesidad que tiene el gobierno de hacer una profunda y obligada reflexión sobre la -hasta ahora- impotente administración para resolver los grandes problemas que siguen lastimando a la mayoría de los mexicanos. La convocatoria a diseñar un Pacto Político Nacional es sin duda, un llamado oportuno para evitar una crisis de gobernabilidad.

Nadie espera que los grandes problemas nacionales: inseguridad, violencia, desempleo, escasez de agua, deforestación de nuestros bosques y la contaminación y destrucción de nuestros ríos y lagos, narcotráfico, educación deficiente, etc., etc., se resuelvan en siete meses, ni siquiera en uno o dos años, pero la inocua actuación de la mayor parte del gabinete presidencial, no permiten vislumbrar la luz que empiece a iluminar los senderos del bienestar tantas veces prometido, al contrario, las páginas del chiste y el anecdotario político parecieran haberse multiplicado y éstos abarcan todos los géneros y circunstancias que van desde las giras presidenciales al extranjero, a muchas declaraciones y sus correspondientes contradeclaraciones con los matices y enmiendas de todos sabores y de todos colores, hasta las vicisitudes de orden doméstico en el interior de los Pinos.

El país está caminando, por supuesto, pero habría que preguntarse cuánto de este camino se ha realizado gracias a la sinergia dinámica heredada de un sistema con dispositivos que permiten eso: que el país avance a pesar de las chiquillerías de un gabinete sin rumbo, ineficiente, incoherente y muy poco cohesionado.

Ojalá y en éste aniversario los que ganaron las elecciones se concedan una tregua, más de reflexión que de celebración o festejos, ahora le toca ganar al pueblo; todavía es tiempo de corregir rumbos y profundizar aciertos, no podemos como Nación saber hacia dónde vamos si no sabemos antes dónde estamos, qué queremos y finalmente en tanto gobierno, con quién nos las vamos a jugar: con los pocos que lo tienen todo o con los muchos que carecen de lo más indispensable, ese es el quid de la cuestión.

A ningún mexicano bien nacido -sea del partido político que sea- le interesaría el fracaso del Presidente Fox, por eso se antoja como absolutamente prioritario que alguien le informe al C. Presidente que ya terminó la campaña, que lo que llegó a causar risa y gracia en el candidato hoy es desencanto e irritación en el Presidente, pero que aún hay una buena cantidad de mexicanos -a pesar de todo- que siguen esperando y siguen confiando, que ya no son tantos pero que siguen siendo muchos.

De ahí la importancia de impulsar un Pacto Político Nacional -de fondo- que permita entre otras cosas, prolongar la multimencionada luna de miel, que contemple un enfoque distinto a las formas de integración funcional basadas en el predominio absoluto del mercado y que en nuestra nación ha dejado como consecuencia, la existencia de más de 50 millones de mexicanos que viven en la pobreza, lo cual demuestra que la mayoría de los sectores de la población no están participando de los logros alcanzados por la sociedad moderna; tampoco se trata de poner demasiado énfasis en el papel del Estado, el cual, a pesar de sus innegables ventajas, también ha mostrado enormes debilidades para que esta integración tome en cuenta las características del individuo como razón de ser del Estado.

Un Pacto Político Nacional que evite el relativismo y la fragmentación, que respete la diversidad social -que no puede ni debe homogeneizarse en un discurso de lo común- que tiende suprimir a las diferencias y peor, a satanizar los antagonismos.

Estamos a tiempo -todavía- de evitar una crisis de gobernabilidad, entendiendo a ésta como la habilidad de gobernar. Si concebimos al gobierno como una red de instituciones políticas, entonces gobernabilidad sería la capacidad de procesar y aplicar institucionalmente decisiones políticas. En este contexto es importante señalar que todo acuerdo o pacto político debe en esencia, facilitar la gobernabilidad democrática y ésta sólo se puede dar cuando se ejerce sin violentar el marco de derecho y en un ambiente de legitimidad democrática. No olvidemos que las crisis de gobernabilidad en el mundo entero, presentan siempre un denominador común: la incapacidad de las instituciones para asumir y procesar democráticamente los conflictos. Y en México, la Presidencia de la República es una Institución.

Que bueno que el C. Presidente pida que se mantenga la luna de miel, eso habla de sus buenas intenciones -aunque también de su ignorancia- ninguna luna de miel es eterna, sería contra natura. Sin embargo nos permite la oportunidad de exhortarlo a acelerar el paso a fin de realizar un Programa de Trabajo que nos diga -de una vez por todas- ya no el qué, sino el cómo va a resolver los graves problemas que laceran a nuestro pueblo y que tienen a su gabinete... en estado de impotencia.

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