El pasado 31 de julio del presente año venció el plazo que la ley establece a las organizaciones y Agrupaciones Políticas Nacionales para formalizar ante el IFE su propósito de convertirse en Partido Político Nacional; a la fecha son treinta aproximadamente, las organizaciones que han manifestado tal intención y según el Art. 29 del COFIPE": ...una vez realizados los actos relativos al procedimiento de constitución de un partido político nacional, la organización interesada, en el mes de enero del año anterior al de la elección, presentará ante el Instituto Federal Electoral la solicitud de registro...". Lo que quiere decir que en enero del próximo año se deberá de entregar toda la documentación que acredite el cumplimiento de los incontables requisitos para la construcción de un partido político nacional.

El Frente Liberal Mexicano lo está haciendo, con mucho esfuerzo y con más sacrificio, pero con la convicción de que se responde al reclamo nacional de establecer un sólido baluarte liberal, frente al caprichoso avance de un partido conservador en el Poder.

En las últimas semanas, conocidísimos representantes de diversas corrientes políticas se han manifestado por la creación de lo que ellos llaman "un nuevo partido político". Lo peculiar es que en sus opiniones se deja ver su intención de conformar su propio espacio de participación en el espectro político del país. Sí, su propio espacio, no se trata de un proyecto de dimensión nacional, que tenga propuestas ante las graves carencias nacionales o con aquellos lastres sociales que nos dañan, que nos hieren y que tienen a más de la mitad de nuestra población en estado de pobreza o de miseria -no-, pareciera que en algunos casos, sólo se trata de un elemental sentido de supervivencia política personal.

Cuidado, el país ya no resiste mas frivolidades en sus principales actores. En el caso de los partidos políticos, los actuales y los venideros no pueden, no deben ya de representar intereses de grupos o personales. No en un país lastimado por tantas mentiras y tantas promesas sin cumplir, por tantas preguntas sin respuestas que sólo han causado heridas graves a nuestras instituciones en las que la mayoría de la gente ya no cree ni espera nada de ellas. Por eso la necesidad de que surjan nuevas opciones que por su alto contenido social, por su congruencia en su actuar y su pensar, hagan renacer la esperanza en un nuevo amanecer, que revalore la práctica de la política; no la que denigra y envilece, sino la que crea y regenera.

Ese es el reclamo de los nuevos tiempos. Ya no es suficiente con las figuras, ni personajes con nombre y posición política. Se necesitan, sí, nuevos partidos, pero con nuevos liderazgos, con la participación de ciudadanos activos que siempre habían soñado en participar en política, buscando aportar sus mayores talentos, sus mejores iniciativas. Sí, ha llegado el tiempo de los ciudadanos y de nuevas opciones.

Decía John Stuart Mill, hablando de los ciudadanos activos y pasivos, que las democracias requieren de los primeros... México también. Cualquiera que se preocupe en observar nuestra creciente movilidad política a través de diarios y/o noticieros televisivos o radiofónicos, estará de acuerdo que el ciudadano mexicano, hoy día, dista mucho en parecerse a ovejas que tranquilamente pacen de la mano de sus dueños, y para efectos de éstas líneas, de nuestros líderes o gobernantes, por muy figuras que hayan o sigan siendo.

Están equivocados aquellos que pretenden formar un partido político con fines meramente personales o de grupo. El ciudadano común y corriente, hasta el más apático, todos, podrán carecer de una cultura política significativa, pero definitivamente es cada vez más notorio su interés por formar parte activa en lo público, en lo político. Sí, el ciudadano moderno que hoy encontramos en taxis, metro, mercados, en los templos, en las escuelas, en los centros laborales etcétera, es cada vez más observador, crítico y activo; ya no es característica de las oposiciones la protesta airada a favor o en contra por los más variados motivos. Mujeres, hombres; viejos y jóvenes; letrados o analfabetos hacen oír su voz y alzan al derecho -sus derechos- como su ariete preferido ante autoridades o conciudadanos.

Difícil pues que ante estas circunstancias se originen partidos cuyos propósitos se finquen en intereses mezquinos o personales. El tiempo de mecanicismos y voluntarismos terminó: la democracia no aparece o crece espontáneamente, tampoco es fruto de la generosidad o arbitrio de nadie, es vivencia perfectible de hombres y mujeres cuyo pasado, presente y futuro los une para construir las instituciones de legitimo origen por encima de la voracidad insaciable de los falsos profetas sociales que tuvieron su tiempo y su oportunidad. Ahora, como decía un viejo amigo: el que ya bailó... que se siente.

La historia nos muestra que la simiente del pueblo mexicano es profundamente liberal, que no ha tenido empacho en arriesgar la vida incluso, para seguir transitando por el camino que conduce a nuevos estadios de libertad y mejores niveles de convivencia social en los que el progreso y el respeto mutuo sean la consigna.

Bienvenidas a la competencia por alcanzar el registro, a todas aquellas instancias que tengan -por diferentes caminos, cierto, - a México, como interés supremo-. Pensarlo tres veces y más, aquellos que deseen formar un partido sólo para seguir usufructuando dominios injustos y privilegios personales.

Pero si compartimos el mismo sueño, si tenemos el mismo anhelo por hacer de México, nuestra tierra, un lugar de plena libertad, un refugio para los débiles y perseguidos por causa de su apego a la justicia, un altar al imperio de la Ley y un sólido estandarte para lograr que el hombre deje de ser el lobo del hombre, bienvenidos al Frente Liberal Mexicano, en cuyo regazo se está formando el Partido Liberal Progresista.

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