El Primer Informe de Gobierno ha sido desde hace ya varios sexenios, un espectáculo dramático muy alejado de su función constitucional de informar al Congreso sobre los logros y fracasos del año anterior. Esta vez, se rompió un poco con la rutina histórica tan conocida por la población. El Salón Verde mantuvo un respeto muy republicano hacia los ponentes y hacia el Presidente mismo, salvo algunas excepciones de diputados populistas que más allá de escuchar el discurso, protestaban en un ambiente de sana diversión infantil.

El mandatario Vicente Fox no cambió mucho la tradición del mensaje presidencial como todos esperaban. No saludó a su esposa, no saludó a sus hijos; es más, ni siquiera se le vio sonreír con la soltura de antes. Ahora vimos a un Vicente Fox en un estado de sujeción a su papel de primer representante del país. Su mensaje no contuvo nada relevante, nada que no supiéramos y sobretodo, nada de lo que la gente esperaba escuchar. No hubo en el contenido soluciones para el campo, para la delincuencia, para el problema indígena, para el momento económico tan difícil que ha arrojado miles de desempleados... En fin, un discurso que denota lo poco que ha podido hacer en estos nueve meses.

Aún quedan rezagos de aquellos discursos engañosos que no dicen el cómo ni el cuándo, sino el qué. Por ejemplo, Fox habló de un aumento en el poder adquisitivo. Ciertamente hubo un aumento, pero nada de qué vanagloriarse, pues el cuatro por ciento que presume es el resultado de restar los seis puntos porcentuales de inflación al aumento del diez por ciento del salario mínimo -que en términos monetarios, son cuatro pesos-. Nada increíble, nada descomunal. Una mejora considerable, si tuviéramos la certeza de su constancia, pero mínima comparada con la que prometió en campaña.

Pero quien se llevó "las palmas" el primero de septiembre fue Beatriz Paredes, quien asumió con mucho honor y valentía el papel de su partido como opositor. Con toda decencia, citando a Carlos Pellicer y usando varios recursos retóricos notables, criticó al presidente, lo "regañó" y cerró con un mensaje muy al estilo revolucionario que provocó la ovación priísta. ¡Cómo cambian las cosas! Hace más de dos décadas halagaba a Luis Echeverría y aplaudía su mal manejo del país. Ahora, es toda una demócrata que critica al Presidente y que ante la ineptitud de los anteriores gobiernos de su partido, no le queda más remedio que invitarnos a ser "héroes de nosotros mismos".

Sin embargo, algunos detalles del Informe sí dejaron temas para reflexionar sobre el momento que vive nuestro país. En primer lugar, el fin del presidencialismo. Vicente Fox pidió al Congreso que se estudiara su iniciativa de reforma fiscal para hacerle las modificaciones pertinentes. ¿Cuándo una iniciativa del Presidente hubiera sido rechazada o por lo menos analizada críticamente por el Congreso en los sexenios pasados? Claro, esto no es logro de Fox, sino de la sociedad que ha empezado a adquirir cierta conciencia y capacidad democrática al no haberle dado mayoría a ningún partido en tan importante Poder de la Unión.

Por otro lado, es importante entender que los cambios en una nación no pueden darse en nueve meses. Son muchos los detalles que corregir en muy distintos ámbitos del país. Y con este Informe, la sociedad debe darse cuenta que las promesas electorales de Fox, no llegaron ni van a llegar tan rápido como lo prometió, así que en estos nuevos tiempos es necesario que comience a abrir su propio camino hacia el bienestar, dejando a un lado el paternalismo del pasado que provocó tanta involución en nuestra gloriosa nación.

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