La obra que puede hacer trascender a Fox.
De entre todas las riquezas naturales con las que cuenta nuestro país, en la que menos reflexionamos como potencial para abatir la pobreza y la marginación en zonas desérticas, semidesérticas -incluso en regiones más favorecidas por la naturaleza- es en el agua.
Grandes extensiones de la geografía nacional están sedientas del néctar líquido con que nos obsequian las nubes, en tanto en el sureste, desfilan días y noches interminables de precipitación pluvial. Son las voces del agua tropical que cantan en medio de las selvas, o lo que queda de ellas.
En diferentes regiones de México, estamos desaprovechando grandes porciones de la patria sin poder extraer del vientre de la tierra, frutos y todo tipo de alimentos que evitarían la migración de tantos pobladores de esas zonas. Es ejemplar lo que el pueblo de Israel ha podido hacer con sus pequeños desiertos con muy poca agua; gracias a una tecnología de goteo aunada a un muy particular sistema de fertilización, han cosechado hasta plátanos. Somos testigos de que este logro no es sólo producto de la necesidad, también lo es de la emoción y la mística que los israelíes viven con su tierra.
Nuestra patria merece el compromiso de mística con aquello que nos nutre y alimenta día a día. No es posible seguir observando como mudos testigos los signos trágicos del agua. Por un lado, la sequía en el norte se traduce en miseria; y por el otro, el exceso de abundancia trae destrucción y muerte con las inundaciones. Todos los años invariablemente escuchamos en los titulares de los noticieros las mismas tragedias con pequeños cambios en los actores de esas obras, y ¿qué hacemos al respecto? Poco, muy poco. Apenas alcanzamos a lamentarnos por las irreparables pérdidas humanas.
El liberalismo progresista, trabajará para tomar el destino de la riqueza del agua y ponerla en las manos de los emprendedores mexicanos. La tercera parte de toda el agua de México se encuentra en los estados de Chiapas y Tabasco, que constantemente sufren los embates de las aguas en exceso, profundizando más el abismo de sus respectivas pobrezas. En esas entidades ya es parte de la vida familiar, marcar en las paredes de las casas el nivel que habrá de alcanzar la próxima inundación, como si fuera un destino manifiesto que no puede ser modificado. ¡Por Dios! Ese ya no puede ser el futuro de millones de mexicanos; hace algunos siglos los holandeses sufrían de terribles inundaciones, hasta que a alguien se le ocurrió hacer de su tragedia un filón de riqueza. Con la construcción de un sistema de esclusas y canales, se proyectaron como una potencia gracias al agua dulce y salada, disminuyendo substantivamente los efectos negativos de las inundaciones.
Tabasco y Chiapas pueden hacer de sus extensos ríos, una fuente presente y futura para generar una gran cantidad de empleo e inversiones relacionadas con el agua. El agua excedente en el circuito de presas Malpaso-Peñitas, podría canalizarse en acueductos paralelos a la red que Pemex tiene en los alrededores. En el mismo sentido, esos ríos pueden ser autopistas fluviales para sacar grandes volúmenes de producción de plátano y café entre otros productos; de igual forma, el turismo se beneficiaría ampliamente al aprovechar estas cuencas como la amable puerta de entrada al mundo Maya, en recorridos con duración de dos o tres días desembocando río arriba en Guatemala. ¿Cuántos empleos generarían estos esfuerzos? Amigo lector, usted tiene la mejor respuesta.
Existen miles de kilómetros en infraestructura de gasoductos y oleoductos que van desde la sonda de Campeche, pasando por el mesozoico Chiapas-Tabasco hasta Reynosa, en la frontera con Estados Unidos, con ramales importantes hacia Monterrey y el Bajío. Dicha red fue construida para la explotación del petróleo y sus derivados. Se pueden aprovechar los cortes en las montañas, las perforaciones y los puentes ya existentes, para tender un acueducto subterráneo o de superficie y llevar el líquido vital al centro y al norte del país; hacer que Pemex y la Comisión Nacional del Agua trabajen coordinadamente, porque ambas tienen bajo su responsabilidad recursos estratégicos para la nación. Sinergia institucional para el progreso de México.
Los liberales le proponemos al Presidente Fox y a su equipo de colaboradores, la incorporación de las cuencas hidráulicas como fuentes generadoras de proyectos productivos en el Plan Puebla-Panamá. Esa región del mundo no sólo es rica en petróleo, es más generosa en agua. El potencial del agua para generar electricidad es sólo una muestra de lo mucho que se puede desarrollar, sin embargo, no nos debemos conformar con ese logro, el país sigue evolucionado y creciendo con su población que demanda nuevos satisfactores y reclama el cumplimiento de viejas necesidades.
La corrupción recientemente evidenciada en la Comisión Nacional del Agua, pone de manifiesto la pobreza administrativa y de principios en los funcionarios responsabilizados por estos hechos ilícitos. Esas personas tuvieron la gran oportunidad de mirar hacia delante y mejorar junto al país. No fue así, y tendrán que asumir la responsabilidad de su deshonesta actuación. Ya basta. Debemos procurar y crear una generación de mexicanos responsables con su futuro, que sean capaces de enriquecer con sus ideas y proyectos las esperanzas aletargadas; nos congratulamos de la actuación de la Contraloría y deseamos que no sea flor de sólo un día.
La visión política de los liberales incluye el aprovechamiento racional y sustentable de todos los recursos naturales (renovables y no renovables), asumimos el compromiso de tomar decisiones para el futuro y no sólo para resolver la inmediatez. Esta perspectiva nos permite tener un proyecto de gran visión para la nación, en donde el agua es un recurso estratégico y fundamental para el desarrollo. Hoy, somos propuesta viable de lo mucho que hemos trabajado y que seguiremos tenazmente compartiendo con los mexicanos bien intencionados.
El agua nos puede generar tanta riqueza y tan diversa como sea la imaginación, creatividad y voluntad política del Presidente Fox; las arterias de los ríos Coatzacoalcos, Tonalá, Grijalva y el Usumacinta harán del presente milenio el espacio temporal para mexicanos inteligentes que quieran llevar la riqueza al campo, a la industria, al comercio, al turismo y hasta a la poesía.
Ya lo dijo Pellicer, el poeta de América, " ...De agua hermosa es mi abolengo y es por eso que aquí estoy dichoso con lo que tengo...".
Los liberales creemos en la fuerza de la razón y del agua. Que sea por y para el bien de México.
Derecho a réplica y comentarios: senadors@hotmail.com y salvadorordaz@hotmail.com
|