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   Corrupción: práctica común del sistema político mexicano

Los casos de corrupción no dejan de sorprendernos, y el descubrimiento de estos aumentan conforme nos acercamos a los períodos de las campañas electorales. Como ya sabemos, muchos de los fondos para estas campañas provienen de distintas fuentes: ya sea de fuentes empresariales (Carlos Ahumada, por sólo mencionar uno de tantos), de grupos delictivos, de oficinas de gobierno (Presidencia de la República), e inclusive también del extranjero.

Hemos dicho en anteriores participaciones que el concepto de la corrupción ha pasado de ser algo abstracto a algo concreto, a algo tangible que le hemos podido dar "cuerpo" por medio del video. Estas imágenes que hemos visto hacen que nos indignemos en mayor medida y que se conviertan en objeto de coraje y de decepción hacia nuestros "líderes" políticos. Cada vez más, me convenzo de que uno de los "principios" que rigen a los diferentes partidos políticos en nuestro país es el de la deshonestidad. La gente se está hartando, y esto es de suma preocupación. La crisis social que podemos llegar a tener puede alcanzar dimensiones inimaginables. Los "focos rojos" existen y con los burócratas que tenemos será casi imposible llegar a soluciones por la vía del diálogo.

No cabe duda: "dime de qué presumes y te diré de qué careces", y esto fue lo que le pasó al PRD. Fue precisamente este partido el que utilizó el concepto de la anticorrupción como su principal lema. Pero fueron las imágenes las que han terminado por resquebrajar y desarticular al PRD.

Con la difusión de las diferentes imágenes, como ciudadanos honestos podríamos esperar castigos ejemplares. Desafortunadamente, no ha sido así. ¿Qué ha sucedido con el niño verde, con Carlos Ahumada, con Marta Sahagún, por sólo mencionar algunos? ¿Acaso nuestro sistema judicial está siendo rebasado nuevamente o será que una vez más es cómplice de actos de corrupción? Usted juzgue y haga sus conclusiones.

En lugar de ser evidencia y parte integradora de las averiguaciones, las imágenes serán "armas". Pero encontrarán maneras más complejas y más "seguras" quienes deseen hacer nuevos actos de deshonestidad para no ser descubiertos. Al mismo tiempo, mientras nadie ponga un hasta aquí, el flujo de dinero "sucio" seguirá yendo a los diferentes partidos políticos y fundaciones. Por otro lado, el tráfico de influencias por parte de los Jefes, léase Diego Fernández de Cevallos, seguirá siendo práctica común.

Andrés Manuel está más preocupado en defenderse del supuesto complot en lugar de acelerar y llegar al fondo de los casos de corrupción; ¿será que el Peje esté más que inmiscuido? En lo personal no lo dudo en lo más mínimo. Comprobaríamos una vez más que el cinismo del político mexicano es cada vez más común.

Los partidos políticos mexicanos están más preocupados en atender sus problemas internos y en saber quiénes serán los candidatos para la sucesión presidencial, que en encontrar soluciones a los crecientes problemas políticos, económicos y sociales que cada día van tomando mayor dimensión. Los escándalos dejan al electorado sin ningún tipo de opción real. ¿Qué partido ofrece soluciones a los verdaderos problemas de la nación? ¿Qué organización política está dispuesta a luchar por los derechos de los mexicanos? Vamos, ¿qué político es honesto y verdadero representante de nuestros principios? Usted, mejor que yo, sabe la respuesta.

Los videos, el auto ¿atentado? de Murat y el debilitamiento del PRI, son calificados por algunos pseudopolíticos como signos característicos de la democracia; ahora resulta que la corrupción, la transa y la desvergüenza son parte del nuevo escenario político. ¡Qué manera tan sencilla de lavarse las manos y de intentar justificar lo injustificable!

Hoy por hoy, los representantes están cada vez más lejos de cumplir con las expectativas creadas y, por el contrario, han sido protagonistas en el deterioro de la imagen de la política mexicana.

En conclusión, el sistema político mexicano atraviesa por una de sus mayores crisis y, lo peor de todo, es que no parece haber quién pueda lograr una solución. No hablemos ni del mismo Castañeda con su reciente destape. ¿De qué sirven mejores leyes, si las personas que aplican las mismas son gente randa y sinvergüenza, y la cabeza del Estado es incapaz, en todo el sentido de la palabra, de llevar las riendas del país con rectitud?

Réplica y comentarios al autor: luis_armando_esquivel@yahoo.com




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