La crisis económica en la que la mayor parte de los países del mundo se han visto implicados en los últimos días, ha traído como nefasta consecuencia la depauperación de pueblos enteros y -por si fuera poco- la proliferación de violencias exacerbadas, algunas de tipo institucional. Los noticiaros nos hacen asistir a cataclismos naturales en cuestión de minutos, pero no es menos impactante la forma en que nos sumergen en los procesos sociales de países en los que la pobreza, el desempleo y las medidas económicas fallidas empujan a los pueblos a buscar soluciones mediante violentos arrebatos.
Si bien México no ha sido la excepción y también se ha visto perjudicado por la recurrencia de dicha crisis económica, ha logrado salir de la vorágine sangrienta que la violencia implica. Hasta ahora se ha logrado encauzar los ímpetus sociales en la construcción de una democracia mas acabada, es cierto y evidente, sin embargo, la recuperación de un mejor nivel de vida para más de sesenta millones de mexicanos sigue siendo asignatura pendiente.
Las circunstancias del quehacer humano están en un perpetuo dinamismo que obliga a revisar metodologías, estrategias, metas, proyectos, etcétera. Las personas y los grupos dentro de una sociedad como la actual, no pueden reconocerse y progresar al margen del pluralismo, la concertación y la racionalidad política. Los ejes del poder se han visto determinados radicalmente por el respeto de los derechos humanos; pero las responsabilidades de grupos no gubernamentales, de partidos políticos, de los sindicatos y de toda organización social, se ven igualmente delimitados por una ciudadanía cada vez más exigente y consciente, lo mismo que por la obligación de procurar el imperio irrestricto de la ley.
Todos quisiéramos que los avances democráticos y la recuperación económica caminaran con mayor celeridad, pero en ocasiones olvidamos que la relación global en la que nos movemos y existimos tiene sus tiempos y requiere de mayores esfuerzos para no caer en procesos o efectos perversos o contrarios a lo que se necesita y pretende.
La XVIII asamblea del Partido Revolucionario Institucional da una lección dirigida igualmente a todas las fuerzas políticas del país. Tiene como una de sus principales intenciones recordar todas estas realidades de las que hemos hecho sucinta mención. Se han reconocido avances y lastres, se ha manifestado respeto absoluto al ejercicio pleno de las libertades, se ha enfatizado el único limitante al que todos nos debemos ver sometidos: el respeto puntual e inequívoco del derecho.
No puede ser de otra manera, aunque los últimos acontecimientos del escenario político nacional se han prestado a múltiples interpretaciones y a variadas actividades de presión por parte de las distintas fuerzas políticas, es tendencioso pretender que el costo-beneficio va en contra de las autoridades y en pro de quienes no han podido demostrar que los mexicanos les favorecen con su voto y su apoyo mayoritario. Se habla insistentemente de una crisis del sistema de partidos y hemos de reconocer que -si bien no es aún alarmante- esta crisis se viene dando con el consiguiente riesgo de que pasemos a engrosar la lista de países convulsionados por la violencia.
La estabilidad en la que México viene resolviendo sus problemas requiere de permanente refrendo. La paz, la prosperidad, la evolución democrática, la concertación, el diálogo y el progreso, no son tareas exclusivas de un solo sector de la nación, ni siquiera tan solo del gobierno. En los avances y logros todos ganamos, debido a que lo contrario nos hace que todos perdamos. El Presidente de la república debe saber que la conciliación no debe ser tomada como debilidad, precisamente porque nuestras autoridades son las primeras que tienen que luchar porque la democratización y la recuperación económica sean producto de la prudencia, no de la imposición. Que hace falta mucho, es evidente; que todos debemos afianzar lo ganado, es todavía más claro.
Los liberales del FLM queremos decirle a nuestros gobernantes y a nuestras organizaciones más representativas: PRI, PRD, CONVERGENCIA, PT, etc. que deseamos seguir dirimiendo las diferencias y deseamos salir de la crisis, en paz y con orden, justicia y libertad.
Hasta hoy esto se ha venido consiguiendo sin necesidad de una violencia irrefrenable. Deseamos una democracia ampliada y pronta, pero también un gobierno fuerte y respetable. El apoyo que nos merezcan nuestros portavoces políticos sólo se conseguirá si nos garantizan la concertación que lleva a mantener la paz y el progreso; si nos garantizan el imperio de la ley.
Las imágenes que dieron la vuelta al mundo del enfrentamiento de la semana pasada entre granaderos de la Secretaría de Seguridad Pública y ejidatarios de San Salvador Atenco son sólo una señal de lo que puede pasar en cualquier momento. Cuidado.
Derecho a réplica y comentarios: senadors@hotmail.com y salvadorordaz@mexico.com
|