Hace apenas unos cuantos años, en una entrevista que le hicieron a aquel que se hizo popular por "la seña" (Roque Villanueva), declaró que si el Presidente de la República (desde luego que se refería al presidente emanado de su propio partido), no contara con la mayoría de la cámara baja, podría caerse en la ingobernabilidad. A lo que ahora se está viviendo en las cámaras de legisladores, muchos se atreven a llamarle democracia. Por mi parte, no estoy tan convencido de ello. Sólo basta que el actual Presidente de México, proponga, refiera, opine, participe, o haga cualquier cosa, de cualquier naturaleza, para que de inmediato se desate un torrente de contraposiciones, rechazos y críticas, las cuales en vez de aportar ideas realmente positivas, que generen un avance más rápido hacia el bienestar nacional que urgentemente requiere nuestro país, entorpecen, oscurecen y siembran incertidumbre sobre el futuro de México.

Pero de todo esto, algo ha quedado muy claro: El enorme poder que tiene el Legislativo. Es por lo que una y otra vez pregunto: ¿Y quién juzgará a los diputados? Porque si siempre han tenido el mismo poder del que ahora hacen gala, ¿por qué antes no decían absolutamente nada? ¿Qué acaso el presidente en turno les leía el pensamiento, o bien el presidente era infalible, o todos opinaban exactamente lo mismo? De los presidentes anteriores hemos leído y escuchado infinidad de críticas por los pobres resultados que entregaron al país; pero nunca han salido a la luz severas críticas y juicios a los legisladores, que en mi opinión son los verdaderos culpables de la situación que reina en el país, debido a su silencio de décadas, salvo rarísimas excepciones. Actualmente se está palpando que son ellos los que tienen la sartén por el mango. Algo no es lógico: ¿O antes no cumplían con sus funciones y ahora sí, o viceversa?

Afortunadamente para los legisladores, el pueblo mexicano tiene muy mala memoria, y por otro lado, qué alternativa tiene, si los que se dicen son sus representantes, son precisamente los primeros en aplicar la política de "borrón y cuenta nueva".

Actualmente con la propuesta de reforma fiscal que les presentó el Ejecutivo (la cual ya lleva más de ocho meses en su poder, período tan largo del que no se tiene conocimiento que exista otro tan prolongado), casi todos los días declara algún poseedor de curul, "que de ninguna forma aceptarán reformas que afecten a las clases más pobres del País". Aquí cabría una expresión vulgar, la cual me la reservo. Mi opinión es de que si de verdad velaran por los intereses del pueblo, empezarían por reducir el número de diputados "que nos representan", así como las cuotas, dietas y aguinaldos que se asignan, los cuales realmente atentan contra la realidad mexicana, ya que presentan una desproporción si se comparan con los de otros países más desarrollados.

Seguro no piensan en las clases más necesitadas del país... Definitivamente algo no está bien.

Gran responsabilidad de lo que tiene y tendrá el país, recae sobre los diputados. Sólo a manera de ejemplo, de los miles de casos que existen, cito la siguiente prueba de su "impecabilidad": Se hizo un verdadero escándalo con lo de las toallas de Los Pinos, pero nadie dijo nada de las "reparaciones" que se hicieron dentro del Palacio Legislativo (y no me refiero a lo que se dice que hizo el partido azul, porque no me consta). Sin haber necesidad se cambiaron paredes, ventanas, alfombras, mobiliario, equipo de cómputo, etc. ¿A qué costo? De esto el pueblo ni se enteró.

Por todo esto es por lo que pregunto: ¿Y quien juzgará a los diputados?

Réplica y comentarios al autor: Delgadoangel3901@aol.com