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   Explotación de ignorantes - Reality Shows

Los reality shows han venido a pretender revolucionar la forma de ver la televisión. Sus formatos intentan convencer a un teleauditorio aburrido de los mismos contenidos banales y vagos que a diario transmiten algunos canales mexicanos.

Sin embargo, ¿hasta qué punto estos programas proporcionan formas y fondos novedosos que enriquezcan la visión del receptor? ¿Resulta verosímil entender estas transmisiones como fruto de la evolución de la televisión mexicana?

Big Brother dio al traste con cualquier expectativa de cambio. Su lema, que aún se atreven a enarbolar, en el sentido de que es la gente quien decide, resultó ser una falsa campaña comercial que logró atrapar a muchos que gastaron veinte pesos o más en votar por el desarrollo de un programa que ya desde antes tenía resuelto el conflicto y el final.

No obstante las presiones de muchos patrocinadores, que obtuvieron un jugoso botín en esta explotación de ignorantes, los productores volvieron a apostarle al mismo juego. Prueba de ello es el Big Brother Vip, que buscó conciliar con base en otra burla al televidente.

No cabe duda que estos programas puedan tener éxito en otros países del mundo. En México, esto resulta imposible cuando a un pueblo al que por décadas se le han dado los peores productos televisivos, los grandes emporios comerciales pretenden engañarlos nuevamente con programas mal planeados y evidentemente falsos.

Hoy en día, la crisis de los medios se acentúa con estos reality shows que se valen de la buena fe de los televidentes para enriquecer aún más los bolsillos de unos pocos.

A pesar de la controversia y de los reclamos, las autoridades parecen mudas ante una evidente violación del intelecto del pueblo mexicano. Mientras tanto, Televisa, TV Azteca y sus patrocinadores ríen de la falta de cultura de la gran mayoría de los televidentes que, desafortunadamente, caen rítmicamente en las garras de quienes sólo buscan su involución para obtener ganancias fáciles y deshonrosas.

Resulta entonces necesario que la SEGOB, a través de RTC, sancione efectivamente los contenidos de los programas para que los medios de comunicación cumplan su función -utópica en nuestro país- de enarbolar la cultura, la educación y los valores en la sociedad.

Réplica y comentarios al autor: ortega_mau@yahoo.com.mx




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