Las señoras y los señores de la clase media argentina utilizan cacerolas para expresar su descontento económico y político. Los piqueteros cortan rutas. En Palestina, jóvenes y niños arrojan piedras contra el ejército israelí. En Europa, algunos globalifóbicos se enfrentan a la policía con palos. En Japón y Corea los estudiantes esgrimen estacas de bambú o ejercitan sus conocimientos de artes marciales. En otros lugares del mundo, los manifestantes recurren a cócteles molotov.
Y así, la cosa va "in crescendo". Muchos musulmanes se convierten en bombas humanas mientras que algunos individuos arman cartas explosivas. Ciertos grupos y organizaciones recurren a misiles y, recientemente, a aviones desviados de su ruta. A la guerra química de los poderosos se responde con atentados bacteriológicos.
Se recurre a lo que se quiere o a lo que se puede. O a lo que se tiene a mano de acuerdo con la medida del odio o el deseo de revancha.
El Movimiento Bambú no es pacifista pero cree que hay que recurrir a lo que se debe. Fundamentalmente, a la cabeza. Mejor dicho: a lo que hay dentro de la cabeza. Y en estos tiempos, a las posibilidades que ofrece Internet.
¿Por qué?
Bambú considera que la información sirve para la formación. La formación, para la reflexión. La reflexión, para la decisión. Y la decisión, para la acción.
La información, la formación y la reflexión generan una aptitud. La decisión y la acción, una actitud.
El gangster Lucky Luciano afirmaba que en cualquier negocio o enfrentamiento de pandillas lo primero que hay que procurar es no ser el muerto. Y se puede apostar a que Luciano no sabía quiénes eran Tsun Tzu, el teórico chino de la guerra, o el estratega prusiano Karl von Clausewitz. Lucky Luciano no fue un personaje ejemplar. No nos gustaría que sirviera de modelo para los jóvenes. Pero el pistolero ítalo-americano tenía, a su manera, la aptitud y la actitud.
Los integrantes de Bambú suelen bromear: "Para nosotros lo difícil cuesta un poco y lo imposible un poco más". Aún no está claro si tienen la aptitud pero les sobra actitud.
Cernesio Torres Nass, integrante chicano del Movimiento, acostumbra a firmar Cernesio T. Nass. Asegura que suena mejor: "Ser necio tenaz". Él es veterano de la guerra de Vietnam, fue herido en combate y condecorado en dos oportunidades. Cuenta que llegó al sudeste asiático con la aptitud y la actitud para matar "amarillos".
Regresó a Estados Unidos con otro tipo de reflexión y acción: pidió la baja del ejército, devolvió sus medallas y se dedicó a denunciar la injusticia de esa guerra (y de todas las guerras que emprende Estados Unidos). Hoy Cernesio es un especialista en filosofía oriental en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) e instructor de artes marciales. Puede quebrarles los huesos a tres pandilleros juntos... pero prefiere no causarle daño ni siquiera a una cucaracha. También es vegetariano y maestro de yoga.
Ayer, Cernesio me envió a través del correo electrónico una historia que encontró navegando en Internet. Se titula:
Murasama y Masamune, de tal armero, tal arma.
"La espada es el alma del samurai", afirma una de las más antiguas máximas del Bushido, la Vía del Guerrero. Es símbolo de hombría, lealtad y coraje. Es el arma favorita del samurai. Pero la espada, en la tradición japonesa, es algo más que un instrumento terrible. Es algo mas que un símbolo filosófico. Es un arma mágica. Puede ser benéfica o maléfica, según la personalidad del forjador y del propietario.
"La espada es la prolongación de quien lo esgrime. Se impregna misteriosamente de las vibraciones que manan de sus seres.
"Los antiguos japoneses, inspirados por la antigua religión Shinto, conciben la fabricación de la espada como un trabajo de alquimia en el que la armonía interior del forjador es más importante que sus capacidades técnicas. Antes de forjar una hoja, el maestro armero pasaba varios días meditando. Después se purificaba practicando abluciones de agua fría. Una vez vestido con hábitos blancos ponía manos a la obra, en las mejores condiciones interiores para crear un arma de calidad.
"Murasama y Masamune eran dos hábiles armeros que vivieron al comienzo del siglo XIV. Los dos fabricaban espadas de gran calidad. Murasama tenía un carácter violento. Tenía la reputación de fabricar hojas temibles que empujaban a sus propietarios a entablar combates sangrientos.
"Por el contrario, Masamune era un forjador de una gran serenidad que practicaba el ritual de la purificación para forjar sus hojas. Aún hoy son consideradas como las mejores de Japón.
"Un sabio que quería averiguar la diferencia de calidad que existía entre ambas formas de fabricación, introdujo un sable de Murasama en la corriente del agua. Cada hoja que derivaba en la corriente y que tocaba la hoja fue cortada en dos.
"A continuación introdujo un sable fabricado por Masamune. Las hojas evitaban la espada. Ninguna de ellas fue cortada. Se deslizaban intactas bordeando el filo como si éste no quisiera hacerles daño.
El sabio dio entonces su veredicto:
- La Murasama es terrible. La Masamune es humana.
Este relato me hizo reflexionar si no sucederá lo mismo con la globalización e Internet. Y quise compartir este pensamiento por la red.
Réplica y comentarios al autor: robertobardini@hotmail.com
¿QUIÉNES SOMOS?
El Movimiento Bambú es una organización sin fines de lucro. Se mantiene con los módicos aportes económicos de sus siete fundadores y no solicita dinero ni a personas ni a instituciones. Se creó en San Diego (California) en julio del 2000 por iniciativa de Enriqueta de la Peña Burzaco, una profesora argentina de Filosofía exiliada en México desde 1955.
Los demás integrantes fueron Mercedes Olea (mexicana), Giselle Dexter (uruguaya), Cernesio Torres Nass (estadounidense de padre mexicano), Terence W. Dobson (estadounidense), Carlos Patricio Moreno y Roberto Bardini (argentinos).
¿POR QUÉ BAMBÚ?
El Bambú es una planta de caña que existe desde México hasta Argentina bajo diferentes nombres. Además de América Latina, también se encuentra en Asia y África. Esos tres continentes en los años 60 y 70 fueron conocidos como el Tercer Mundo.
Aún hoy preferimos esa denominación y no "países en vías de desarrollo", como decían los organismos financieros en esa época. Las vías no eran paralelas, el tren nunca pasó y el desarrollo nunca llegó.
Tampoco nos gusta "países menos favorecidos", definición que impusieron el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Si nuestros países son "menos favorecidos" es precisamente por culpa de ellos.
El bambú representa la unidad, la fortaleza y la flexibilidad. Siempre crece en grandes grupos; nunca aislado o solitario. Es fuerte, como debe ser la lucha contra los enemigos poderosos. Y al mismo tiempo flexible, como debe ser todo esfuerzo amplio y de unión.
Actualmente, el Movimiento está integrado por hombres y mujeres que cuentan desde 17 hasta 70 años. Hay una franja que va de 40 a más de 50 años, que provienen de diversas -y a veces antagónicas- experiencias políticas en diferentes países.
Hemos aprendido lecciones del pasado y dentro del Movimiento buscamos lo que une y no lo que separa. Lo que suma, no lo que resta. Lo que multiplica, no lo que divide.
TRES PUNTOS DE ACUERDO, QUE SON CUATRO
Bambú se organiza en torno a tres puntos de acuerdo muy sencillos:
* No somos un grupo pacifista. Nuestra mano puede extenderse abierta para saludar amistosamente... o cerrarse y convertirse en un puño.
* Estamos contra lo "políticamente correcto", el "pensamiento único" y la "mundialización" impuesta desde arriba. De la misma forma nos imponen la publicidad de productos que no podemos comprar, de modelos de vida que no podemos alcanzar y de recetas económicas que nos impiden vivir dignamente de nuestro trabajo.
* Estamos a favor de la ética, las relaciones fraternales entre personas y la globalización construida desde abajo. Esto no implica que seamos ingenuos o "buenos". Esto implica que de la unión y la reflexión, queremos pasar a la decisión y la acción.
Podemos agregar un cuarto punto, en el que aún no estamos de acuerdo totalmente nosotros mismos, pero lo aceptamos como prueba de unidad y tolerancia:
* Cuando quienes manejan los hilos de la política en sus países o en el mundo nos hacen enojar, somos agresivos con ideas y palabras. Como no tenemos acciones en la Bolsa, ni divisas en los bancos, ni aviones, ni misiles, creemos que el sarcasmo es válido y no nos espanta el humor negro. Nos burlamos de ciertos personajes y hechos de la política internacional... pero con mucho respeto y buena educación.
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