La visita reciente de unos amigos, o mejor dicho, unos conocidos, despertó una necesidad por analizar nuevamente mi entorno y mis hábitos de ver la televisión. Una compañera del trabajo de mi esposa y su novio vinieron un sábado en la tarde para comer.
Tenemos poco de conocerlos, y después de la cena no pude decir que los habíamos conocido mejor. Entre pláticas no muy profundas, pasaron rápidamente las horas con el sentimiento de no poder decidir si aquellas eran personas con las que podría identificarme; primera reacción extraña carente de simpatía o antipatía.
Mi escepticismo creció en algunos momentos, pero siempre volvía a diluírse en indiferencia. Ella habló de la gran cantidad de gente que le desagrada, y él mencionó haber pertenecido al ejército americano, asegurando que en México existen seis bases nucleares estadounidenses las cuales se mantienen secretas más que nada por la falta de atención de los mexicanos. Este último comentario sí me dejó un permanente escepticismo.
De una forma completamente coherente dentro de la conversación, él dijo unas palabras que supongo seguiré recordando por algún tiempo: "TV is my friend. It never talks back at me," y junto con su esposa finalizaron a coro diciendo: "and it only shows me what I want to see...". ("La televisión es mi amiga. Nunca me replica y solamente me enseña lo que yo quiero ver...")
Tratando de ocultar mi asombro, fui discretamente a mi habitación para escribir esas frases, las cuales temí, por el alcohol, no poder recordar al día siguiente.
Si bien nuestro amigo se refería a que un atractivo de la televisión moderna es tener a disposición la mayor cantidad posible de canales, incluyendo la gran mayoría de la televisión chatarra, la frase me pareció interesante como descripción de todo lo artificial que la televisión presenta como moderada realidad.
Una de las más poderosas herramientas de control de cualquier gobierno es la propaganda en todos sus medios de comunicación. Esta propaganda es particularmente agresiva en la televisión y noticieros estadounidenses. Con técnicas que se enseñan en las universidades, los programas televisivos presentan en forma objetiva y "libre" las dos caras de la moneda, como por ejemplo, en los recientes debates acerca de la ocupación israelí en Palestina. Dichas técnicas, sin caer en la peligrosa necesidad de mentir, logran simplificar el conflicto en el Medio Oriente a una pugna entre dos bandos con tintes de archienemigos. Por un lado están los palestinos fanáticos y "terroristas", y por otro está ese aliado mal portado de los Estados Unidos, el cual es siempre presentado como algo mucho más cercano y palpable, al tratarse de una sociedad básicamente occidental. Las víctimas de los bombazos suicidas, que siempre son civiles, se cuentan una por una. El número de víctimas del fuego israelí no siempre se conoce con exactitud, pero por fortuna para el resto del mundo, sucede casi siempre contra militantes extremistas. Esto me hace pensar que quizá esta información presentada en los noticieros no sea propaganda sino simplicidad de contar decenas en lugar de cientos, o bien es sólo el estereotipo de palestino "terrorista" frente al israelí occidental "civil". Ya es difícil saber, aunque lo anterior ha sido sólo uno de tantos ejemplos...
Y todo esto sin mencionar que la gran mayoría de la gente ni siquiera se molesta en escuchar noticieros o leer periódicos. De esta manera la televisión y el resto de los medios de comunicación sirven un doble propósito: mantener a la mayoría preocupada por quién fue que ganó el Oscar o el último "Super Bowl", e influenciar a los ciudadanos que se preocupan por cuestiones más importantes y que desean escuchar la "verdad" de boca de una fuente respetable u oficial.
La televisión seguirá siendo esa ventana favorita nuestra y de los gobiernos, para mostrar las realidades del mundo. Intercaladas con los programas de ficción, parece ser cada vez más difícil distinguir entre ambos. Ambas realidades artificiales parece moldearse a las necesidades de la persona que tiene un su mano el control remoto. La breve curiosidad insatisfecha, nuestro humor simple y pereza, hacen de nuestros hogares víctimas perfectas para la íntima y constante arremetida de la TV.
Réplica y comentarios al autor: merxin@yahoo.com
|