FOTOS EXCLUSIVAS DE LA BODA
DE BETTY Y ARMANDO
(Tomadas de la revista colombiana
"Aló" lea las notas al final)
La boda más esperada del año, que tuvo lugar en la iglesia
Santa Teresita, de Bogotá. Muchas risas, lágrimas y anécdotas en el final de
"Yo soy Betty la fea", en el que no faltarán las sorpresas.
El tradicional barrio Palermo de Bogotá vivió dos de sus más congestionados días
en las últimas décadas. La causa no era otra que el matrimonio de la fea más
famosa de América: Beatriz Pinzón Solano, que para la ocasión ya no apareció
nada fea.
Un especialista se encargó de quitarle los brackets, Rocío López la peinó y
maquilló y Bettin Spitz le diseño el vestido de novia, blanco, largo y
sencillo.
El carro familiar se varó, razón por la cual tuvo que hacer el recorrido a pie
de paso aguantar las últimas burlas de los vecinos, que gritaban "Don
Hermes por fin casó a su hija.."
La nostalgia también se hizo presente y en medio de la emoción Betty se
despidió de los tristes recuerdos de su infancia y adolescencia poco
agraciadas.
El padre Alberto Linero, uno de los conductores del programa matutino Cura para
el alma y director de El Minuto de Dios en Barranquilla, fue el responsable de
"sacralizar" el enlace y de hacer reír con sus apuntes a técnicos y
artistas. Vestido para la ocasión y en un ambiente ceremonial, el sacerdote
comenzó a decir su parlamento frente a las cámaras.
"Antes de celebrar el matrimonio, quiero decirles a Betty que su novio le
ha preparado una sorpresa con dos invitados especiales, el maestro Armando
Manzanero y...¡Anda!, se me olvidó, ¿cómo es que se llama esa mujer?
"(carcajada general). Se refería a la cantante puertorriqueña Olga Tañón),
que junto a Manzanero debía interpretar Somos novios mientras Betty recorría
la alfombra roja.
Segundo acto. El padre, luego de la canción y otra vez "in-situ",
continúo: "Bien amigos, preparémonos para lo que viene....", justo
en ese momento la actriz Dora Cadavid (Inesita), afectada por el calor y el
cansancio, ¡se vomitó en el piso de la iglesia! "Huy, pero eso no era lo
que venía...", anotó el sacerdote, y arrancó otras risotadas de los
presentes en especial de "Don Armando", que estaba tan agobiado como
cualquier novio de la vida real. Más tarde vendría la nota sensible, el sermón
que provocó más de una lágrima furtiva.
Tiempo para grabar la fiesta no hubo, pero sí para el preludio de una noche de
bodas en La Fontana que puede concebir muchas sorpresas y que no cierra las
puertas para un continuará, porque , como en las buenas historias, Betty
termina donde comenzó.