LA ALEGRIA DE DAR.

A una niña de 7 años había que hacerle una transfusión de sangre para salvarle la vida. El tipo de sangre de ella no era compatible con la de los padres, pero sí con el de su hermanito de 5 años. El doctor lo llamó para hablarle del tema, y le preguntó si estaba dispuesto a dar de su sangre a su hermanita, o de otra forma ella moriría. El niño se asustó, y bajó la cabeza pensativo. Pero aún con el rostro pálido de miedo, al poco rato contestó: "Doctor, si con mi sangre mi hermanita no muere, yo le doy mi sangre"... Contento el doctor por el éxito obtenido de su conversación, lo llevó al lado de la cama de la enferma, los prepararon con jeringuillas y mangueras, y la sangre empezó a correr de un cuerpo a otro. Al poco rato, cuando se comentaba que estaba saliendo de peligro la niña, y que sus mejillas se sonroseaban, el niño llamó al médico, y tembloroso le preguntó: "Doctor, ¿Cuándo voy a comenzar a morir?" En su inocencia creyó que dando su sangre para salvar a su hermanita, él tendría que morir; pero aun creyéndolo así se enfrentó al sacrificio. Cuando tú crees que es grande tu sacrificio, que es mayor, recuerda que cuando damos con gozo, recibimos con abundancia la recompensa..

 

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