Jesús de León Serratos

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Crucero de Labor

 

Jesús D'León-Serratos

     Parado, y no precisamente de pie observo una vez más el crucero. Dr. Mier cruz con Leandro Valle. Es un día normal de trabajo, pues se encuentran todos los que son. Lily me dijo hace como semana y media que odia pasar por aquí. Es el pinche crucero Jodorowsky, dijo y no entendí. Si ella creyó que entendería, se equivocó. Yo soy el fronterizo promedio, que no mame.

     Dos horas antes no estaba aquí.

     Mis pies me sostenían enfrente del Puente Dos. Ahí estuve un rato viendo carros, viendo placas y tratando de contar cuantos estados nos visitan hoy. Vi Nuevo León, Coahuila y Chihuahua, no es novedad. ¿Qué no hay puentes allá o qué pedo? ¿Por qué venir hasta Nuevo Laredo?

     Agradece que gracias a lo que pagan por venir, la ciudad crece, dice Lily.

     Yo no quiero que la ciudad crezca. A mí me gusta así.

     Hay placas de Jalisco, San Luis Potosí, Tabasco, hazme el mentado favor.

     Véngase, paisa, grita un gordo de lentes a una camioneta Ford roja. Y ahí hay, fácil, otros diez güeyes enojados porque el gordo les ganó. Todos quieren agarrar camioneta para regularizar o nacionalizar. Pero el gordo ganó. Y ellos perdieron.

     Vi como le bajaban lana a unos paisanos y me dio coraje. ¿Cómo es que no se me ocurre a mí eso? Son oportunidades que caen del cielo. Tan fácil que se ve. Esto es imposible. ¿Habrá mejor manera de hacer lana? Necesito dinero para el vista aduanal. Necesito dinero para el fiscal, para que se tarde menos. Si me pasa una feria, me aseguro de que nadie se le bañe y no le bajen más lana.

     En la frontera, tienes que ser inteligente para poder sobrevivir. Échale coco y aún siendo chavo puedes lograr hacer money. ¿Drogas? ¿Narcos? No. Eso es lo único que sabe la gente de fuera. Tengo un amigo de 26 años que ahorita está por abrir un strip-bar con puro dinero suyo. ¿Por qué? Porque junto lana. A los 18, trabajaba en un McDonalds que está cruzando el Puente, en el River Drive Mall. Hoy, tiene lana que no se acaba gracias a su visión.

     Hasta el pinche payaso Ronald estaría orgulloso de él.

     El Coyo, ayudado por su uniforme de McDonalds pasó a más de 240 mojados, a pie, por el puente, en las narices de los güeyes de Migración. Todos los mojados aprendieron a decir US Citizen, y aunque no sabían lo que estaban diciendo, gracias a la protección otorgada por la M amarilla en la camisa, los agentes jamás sospecharon. Con una cuota de 300 dólares por piocha, estamos hablando de que en un trascurso de 5 años, se amachinó más de 70 mil verdes (tax free, como dicen los gabachos). Y eso que no se quiso ver gandalla, dice el cabrón entre risas. Claro, es un cabrón que tiene lana para darse el lujo de hacer esos comentarios.

     Mientras la mayoría de los fronterizos odiamos a los del Sur, el Coyo les  tiene especial aprecio porque contribuyeron a su desarrollo económico. Claro, nunca lo hemos visto comiendo o haciendo vida social con ninguno de ellos, pero ¿qué importa? Ya tiene la lana, ¿no?

     Y aquí, en el Crucero Jodorowsky, la historia no es muy diferente. Hace cinco minutos llegaron los trabajadores. El calor se está haciendo más insoportable. Miro mi reloj, son las 3, han de haber ido a comer o echar una jeta, o a contar el dinero que hacen (que no es poco, nomás cuenta los carros que pasan por aquí; el puente está como a 7 cuadras atrás). Se bajaron del carro que maneja el que, según, no puede doblar la rodilla. De la puerta del copiloto bajó el que camina con las manos y arrastra los pies, mientras el ciego y la mujer de patas hinchadas ayudan a bajar al inválido. La niña anémica les acerca la silla de ruedas. Se apuran porque ya se está haciendo la línea de carros y están mermando sus finanzas. Y luego me azota la idea de que Jodorowsky puede significar jodidos en algún idioma, y por eso Lily le llama así a este crucero. ¡Ah! Qué pendejo, cómo no lo pensé antes.

     Atrás de mí, llega el hombre de la pata de elefante (un güey que en lugar de pie, pues nomás tiene una masa uniforme, no sé si lo estoy explicando bien, pero a mí me hace coherencia) y me saluda y lo saludo de vuelta, pero fue como instinto, no es como que lo haya deseado. Sigo con mi erección y siento que ante el espectáculo, pues, la mera verdad no está justificada. Ya hasta se me quitó el hambre. Quiero acercarme y preguntarles así, directo al grano, pero algo me detiene. Juzgando por la situación, pues nada debería importarme, porque ellos no me conocen y si me mandan a la chingada, pues qué importa, ¿no?

     El maricón de César no quiso venir y me mandó a hacer el trabajo sucio. Miro mi reloj y me acerco a la señora de las patas hinchadas y de pronto cambia su cara de fuchi y me regala una mirada lastimosa, está a punto de estirar la mano, cuando le digo que cuanto cobrarían por unas fotos.

     ¿Unas fotos?, se acerca la niña anémica y me pregunto si César no pensaba en desnudos cuando dijo fotos.

     El que camina con las manos me asusta cuando jala mi pantalón y me pregunta para qué son.

     Arte, les digo.

     Pues entre mi arte y tu arte... dice el del suelo y no me sorprende que se sepa el chiste. Ya nada lo hace.

     La señora se me queda viendo, incrédula. Miro mi reloj otra vez pero no me interesa la hora. Quiero irme. El tipo que no puede doblar la rodilla voltea a verme y luego el de la silla de ruedas le dice algo. El hombre de la pata de elefante sigue trabajando, el no se ocupa de mí.

      Nos hace falta un limpiaparabrisas, me dice la señora de la nada, el que teníamos se fue para el crucero de Soriana, ¿no te interesa?

     ¿Qué chingados está pasando? ¿A qué horas se convirtió esto en una entrevista de trabajo? ¿Qué le pasa a esta gente? ¿Les gusta tener cubiertas todas la áreas posibles en un crucero de labor? Digo, porque si a esas vamos, les hacen falta unas putillas. No sé si preguntar por las prestaciones y el sueldo o eso me haga ver muy interesado. Luego, me preguntó que demonios hago preguntándome eso. Suena mi celular y la niña me levanta la camisa para verlo. Como lo traigo en la bolsa del pantalón, trata de tocarlo, pero lo único que toca es mi erección que misteriosamente sigue ahí. Negándose a morir en medio de este ocioso despliegue de miseria humana. Saco el celular y oculto mi vergüenza. Me voy a recargar en el alto de la esquina.

     Póngase a vender los chicles, ándele, apura la señora y la niña obedece a fuerzas.

     Es César, por el desmadre que se escucha, supongo que está en un mejor lugar que yo. Me dice entre risas que me olvide de los pinches chuecos, que mejor quiere hacer algo sobre mojados. Que si nos vemos en el Applebee’s, donde ya está él.

     Qué poca madre, ¿no?

     Cuelgo y me hablan unas chavas de una camioneta Silverado. No están feas, pero tampoco son el amor de mi vida. La que maneja, una güera Infonavit, me pregunta cuanto. Yo no sé que decir.

     Acabamos de ver al novio de mi amiga con otra y quiero hacerla sentir mejor. Te doy 50 dólares si te la coges. Si a ella le gusta, luego hablamos tú y yo de precios, ¿te parece.

     Veo a la amiga, una arañita con peinado dizque de Shakira (pero aquí las raíces negras sí están perjudicándola), veo a la que maneja, tetas decentes, sin dientes de platino, parecen de las que se bañan diario, y sigo sin creer que esto esté pasando. Son oportunidades que caen del cielo. A lo mejor por eso tanta gente está sobre poblando la ciudad. Les digo que me esperen tantito. Le doy gracias a la señora y un bye a la niña. Ella me entiende (cosa que tampoco me sorprende). En el camino a la camioneta, piso al del suelo sin querer y una mano estirada de un Jetta me da 50 centavos. Veo la placa y es de Nuevo León, no me extraña.

     La señora me grita, piénsalo, y luego agrega entre risas, agarra esa moneda como adelanto.

     Me subo a la camioneta y me alejo del crucero Jodorowsky con propuesta de trabajo. Pero por el momento  no quiero saber nada de lisiados o de paisanos.

     Guardo mi celular emocionado, y con horror descubro que mi erección ha desaparecido.

    ¿Qué es esto?

     ¿A qué estamos jugando?

    ¿Volverá?

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Jesús D'León-Serratos es originario de Nuevo Laredo, Tamaulipas, donde nació el 4 de mayo de 1976. Es egresado de la Universidad Valle del Bravo, campus Nuevo Laredo, de la licenciatura de Ciencias de la Comunicación. Ha trabajado como locutor de radio, guionista, director de cortometrajes, teatrista y en cine. En 1998 su libro “Encrucijadas” obtuvo Mención Honorífica en el Concurso Estatal de Literatura “Juan B. Tijerina”; en 1999 recibió la Primera y Segunda Mención Honoríficas del Primer Concurso Estatal de Jóvenes Tamaulipecos; y una más por su  cuento “Hardcore” en el Concurso Estatal Juan José Amador”; en el 2000 obtuvo el Primer Premio del Concurso Terra Ignota y su libro “Frontera Pop” le mereció en 2001 el Premio Estatal de Literatura.

Sus libros y antologías donde ha aparecido son: “Ocho Lecturas Para El Baño” (CECAT 1995, Colección Terra Ignota); “Génesis De Letras Muertas” (CECAT 1997, Colección Terra Ignota); En Las Fronteras Del Cuento” (Fondo Editorial Tierra Adentro 1998); Bacanal Mutante” (CECAT, Colección Terra Ignota); “9.9.99” (CECAT, Conaculta 1999, Colección Terra Ignota); “El Cuento Fantástico en Tamaulipas” (Antología de Cuentos Premiados, Itca 2000); “A Flor de Piel” (Colección Milenaria, ITCA 2000); “Cuentistas Tamaulipecos (Col. Ediciones Especiales, ITCA 2000).

Ha asistido a talleres intensivos y relámpagos con Federico Schaffler (Terra Ignota), Guillermo Lavín, Orlando Ortiz, Agustín Cadena y Guillermo Samperio.