Federico Schaffler

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Supervivientes

 

Federico Schaffler

 "Mata a la mitad de los cadetes de la academia. De inmediato”.

“Pero, señor, la mayoría son sólo niños”.

“Me vale madre. Se amotinaron. Quiero que los que queden vivos, aprendan a no rebelarse ni a cuestionar a la autoridad”.

“Señor…”

“¿Alguna duda, comandante? ¿No entendió mi orden?”

“No, señor. Está muy clara”.

“Qué bueno. No sería la primera vez que mates niños, así que no te me dobles ahora. Eres el último que esperaría se arrugara. En ti confío, no te me andes con mamadas. Resuélveme el problema.”

“Sí, señor. ¿Cuáles son sus órdenes respecto a la academia?”

“Quémala. Deja algunos cadetes adentro, con las piernas quebradas y enciende el sonido exterior. Quiero que sus gritos se oigan y los sobrevivientes tiemblen. A ver si así aprenden”.

“No creo que eso pase, señor. A pesar de su edad, están bien entrenados. Tal vez no porten el uniforme como nosotros ni tengan experiencia en el campo, pero sí tienen entereza. No van a llorar o suplicar por su vida. Lo sé bien”.

“Aguarda un momento. Siéntate. Dime qué piensas”.

“Como usted ordene, señor”

“¿Tus hombres rodean el complejo, verdad? ¿No hay peligro de momento?”

“No, señor. En las últimas 24 horas no hemos intercambiado fuego con ellos. Seguramente están analizando sus opciones. Podemos esperar un poco más”.

“Perfecto, dime, ¿estás seguro de que estos muchachos tienen los huevos suficientes para no rajarse y seguir resistiendo?”

“Sí, señor. El ciclo pasado impartí un curso para enseñarles a mutilar sin matar, y los tres cadetes que incapacité en los ejercicios se desmayaron antes de quejarse. Reitero: están bien preparados. No va a ser fácil romper su insubordinación ni retomar la academia”.

“Los reportes no mencionaron en ningún momento que ésta fuese una generación especial. En los más de 30 años que tiene la academia, nunca había pasado algo así. A mí me tocó ser de los primeros cadetes y sobreviví, hasta llegar a ser general y estar ahora a cargo del proyecto. Pero jamás nadie se atrevió a cuestionar más de una vez a sus superiores. ¿Por qué lo hicieron ahora?”.

“Señor, es posible que el origen de su rebeldía se encuentre en sus antecedentes familiares. Coincidentemente, más de la mitad de los cadetes son huérfanos de la Masacre del Estadio Azteca. Todos tenían vida familiar antes de que fueran incorporados al Programa. Muchos se acuerdan de sus padres y sus hermanos. Hasta antes de esta generación, pocos poseían esos recuerdos”.

“Sigo lamentando esa estrategia, pero la matanza fue necesaria. Los niños y jóvenes de la calle, de donde hemos sacado primero nuestros cadetes y después nuestros operativos, han ido disminuyendo y ya no es posible conseguir el número suficiente para mantener viva esta academia”.

“Pero en las otras ciudades del país sí había manera de encontrar más candidatos”.

“Sí, pero, no estaban hechos en la megalópolis. La capital es cabrona y se necesita que nuestros policías conozcan la vida de aquí para que defiendan el estado de derecho. Los provincianos no nos sirven para implantar la ley en esta ciudad, son demasiado buenos.

Déjalos para la frontera y los demás estados. Aquí, necesitamos despiadados hijos de la chingada, como tú”.

“Señor, le recuerdo que yo nací en Guerrero”.

“Lo sé, pero a los diez años era como si la Ciudadela fuera ya tuya. Robabas carteras y negocios, tenías a cuota a las otras ratas mocosas y eras el terror de los pedófilos. Ya eras un cabrón bien hecho”.

“Maté a varios, señor, porque abusaban de los otros niños”.

“Ya ves, estoy en lo cierto. Eras y sigues siendo un cabrón. De otra manera, no hubieras alcanzado el rango de comandante. No cualquiera lo consigue y ahora, te me frunces”.

“No me frunzo, señor. Discúlpeme, pero no me rajo. Nunca me he rajado”.

“Entonces, ¿por qué no quieres matar a los cadetes?”.

“Yo no he dicho que no lo vaya a hacer, nada más que siento que podemos aprovechar este motín para replantear el programa, y estudiar las consecuencias de incorporar a la academia a niños y jóvenes que no provengan de las calles”.

“Eso habría que analizarlo. En un principio la idea básica fue usarnos porque ya sabíamos sobrevivir y nadie nos quería y nosotros no queríamos a nadie. Nos arrancaron de la calle y nos dieron de comer. Nos curaron y educaron. Nos curtieron para defender la ley y luchar contra los malos. Nos hicieron más duros, para recuperar las ciudades y darles en la madre a los malos, que no siempre lo eran”.

“Fue un excelente plan, señor, a pesar de las críticas y las protestas de los defensores de los derechos humanos. Se necesitaban policías como nosotros, desalmados, incorruptibles, sin temor, sin más hogar que la Academia en un principio, y los cuarteles después. Sin padres, hermanos, parejas o hijos. Sin miedo a morir”.

“Sí, fue excelente, pero en los últimos años ha perdido su vigor original. Jamás se nos hubiera ocurrido rebelarnos, como ahora lo hacen estos pendejos. Al que cuestionaba algo, le iba mal. Muchos no sobrevivieron a los castigos. Estos idiotas no saben de lo que eran capaces nuestros maestros. Ahora los hemos hecho débiles”.

“No, señor, permítame discrepar, sin ánimo de ofender ni cuestionar su autoridad, creo que el origen del problema radica en otra parte”.

“¿A ver? ¿Dígame en donde? Y más vale que sea una buena respuesta, porque si no, se atenderá a las consecuencias, con todo y su pinche rango”.

“Gracias, señor, por permitirme expresar mis ideas. Siento que debemos analizar si la muerte violenta de los familiares de estos cadetes, no provocó una reacción sicológica en contra a lo que podía esperarse. En la red abundan las teorías de conspiraciones y no falta quien diga que nosotros mismos provocamos la masacre, para luego cargarles la culpa a los terroristas…”

“Fue una magnífica excusa. No había mejores chivos expiatorios que ellos. En vez de dos pájaros de un tiro, fueron un chingo… y la idea fue mía”.

“Lo felicito por ello, señor, pero lo que trataba de decirle es que posiblemente algunos de los cadetes se enteraron de esos rumores, a través de la red o especulando entre sí, y decidieron retar al sistema a través de un motín”.

“¿No habrá alguien asesorándolos? ¿Alguno de los instructores? ¿Alguien de afuera? ¿Por qué a un mes del cambio de presidente? ¿Creen que el nuevo les va a hacer caso? ¡Si es un pendejo! El idiota no tiene ni idea de lo que se necesita para gobernar con huevos un país como el nuestro. Ganó porque tenía dinero y buenos constructores de imagen”.

“El presidente electo viene de la iniciativa privada, señor. Sabe de luchas cruentas, donde el dinero es poder y el poder es todo. Él está bien enterado de cómo funcionan las cosas”.

“Es posible, pero ¿no has pensado que esta rebelión pueda también ser generada por su propia gente? Quizá pretendan desacreditar al Heroico Cuerpo de Policía para darle la concesión a alguna empresa nacional o extranjera, con cuerpos privados de seguridad”.

“Podría ser”.

“Lo inmediato, comandante, es aplacar a los revoltosos y dejar en claro que no aceptaremos ni toleraremos ningún otro motín”.

“Y mi general ¿considera que matando a la mitad de los cadetes y quemando la academia es la mejor manera de hacerlo?”

“¡Fíjese lo que acaba de decir! ¡Me está cuestionando! Si saco en este momento mi arma y le doy un disparo en la cabeza, bien merecido lo tiene y nadie podrá decirme nada. ¡Traidor!”

“No soy traidor, señor. Simplemente pragmático. El programa ha funcionado bien por más de 30 años, porque nunca se habían utilizado elementos que tuvieran recuerdos familiares. Si me mata a mí primero y después a los amotinados, alguien más va a terminar esta misión y es posible que a usted lo ejecuten, por ser responsable”.

“Su insolencia no tiene medida, comandante. Si no fuera por mi experiencia y autocontrol, sería ya cadáver. Voy a colocar mi arma sobre la mesa, para que la vea bien, y por si decido cambiar de opinión. Ahora me doy cuenta de que usted sabe algo. Sus palabras no son gratuitas. Algo trama y eso no es correcto. Va en contra de los ordenamientos y el respeto a las jerarquías”.

“En ningún momento le he faltado, señor. Simplemente he exteriorizado mis ideas a inquietudes concretas que usted ha manifestado. Además, como usted conoce bien el reglamento, sabe que ahora debo yo desenfundar mi arma, para estar parejos”.

“Sácala. No hay problema. Aún así, no me convences. ¿Qué te motiva? ¿Porqué este interés en discutir y analizar algo tan sencillo como cumplir una orden y acabar con una bola de levantiscos imberbes?”

“Me interesa preservar la academia, el programa y los cadetes. La academia fue mi primer hogar. Ahí perfeccioné los conocimientos y técnicas para poder cumplir con mi misión en la vida. El programa me dio una razón de ser y los cadetes merecen la oportunidad que usted y yo tuvimos. Eso es lo que me motiva, general. Nada más”.

“Se me hace demasiado altruista para un hijo de la chingada. Algo ocultas y de esa silla no te levantas hasta que me lo digas y yo quede satisfecho con tu respuesta. Si no lo haces, te mando cortar los huevos”.

“Ya lo hizo una vez, señor”.

“Pues lo vuelvo a hacer, faltaba más”.

“¿Cree usted que soy un riesgo para sus planes y proyectos?”

“Lo que crea o deje de creer, imbécil, no es de su incumbencia. Usted recibió una orden y no la ha cumplido”.

“Porque mi general me pidió que me sentara y le dijera lo que pienso. Yo no he desacatado su autoridad. La orden aún puede ser cumplida, si usted considera que podrá respaldar su decisión, ante el Procurador Militar cuando lo investiguen. Yo, me limitaría a cumplir órdenes”.

“Nadie va a investigarme. Usted no entiende nada, comandante. No sabe cómo se mueven estas cosas. Esto no es sólo asunto de seguridad pública, sino de seguridad nacional. La orden es mía. La responsabilidad también. Usted es un pobre oficial, soberbio por su grandilocuencia y supuesto poder de análisis. Es sólo un pinche policía”.

“Como usted”.

“Como yo, como todos los demás, desde mi generación hasta la de estos muchachos indisciplinados, pasando por usted. Somos policías sin madre, sin corazón, pero con los huevos suficientes para proteger el país. Ni los soldados se atreven a hacer lo que nosotros hacemos. Somos la verdadera ley, la única, la de la calle. Ni el propio presidente se mete con nosotros”.

“Hasta ahora”.

“¡Hasta ahora, hasta mañana, hasta nunca! Usted no entiende que al destruir esta academia, vamos a poder exigir más. Al matar esos muchachos, los que permanezcan serán más feroces y los que entren, más maleables.”

“Eso cree usted, pero el presidente electo no comparte su opinión, como tampoco lo hace el presidente saliente. En efecto, el programa es vital para la seguridad de la nación, pero no es matando jovencitos y niños como vamos a lograr conservar la paz. Ahí está usted equivocado, señor, hay que hacerlo de otra manera”.

“No creo. Esta política de combate a la inseguridad es exitosa. Voy a alegrarme mucho cuando tu cadáver aparezca junto al de los insurrectos, pendejo. Después de esta nueva masacre, podremos reemplazar a muchos de los caídos con otro tipo de agentes, cómo diremos… afines con los intereses de nuestros actuales enemigos. Además, permíteme decirte que vas a ser el responsable del motín.

Eso es lo más delicioso de esto. El sistema confía en mí, en estos casos”.

“El sistema ya no confía en usted, señor. Ahora confía en mí. En mi habilidad para generar un movimiento en la academia, que descubriera sus verdaderos propósitos y nexos. En mis proyectos, en mi vehemencia para defender la academia y en mi velocidad para perforarle el cráneo de un balazo, antes que usted dispare en contra mía”.

“¿Eso crees, idiota?”

“No, no lo creo. Voy a demostrárselos a todos, empezando por usted, señor”.

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Este registro se añadió el 28 de octubre 2009

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Escritor mexicano


Federico ha sido presidente de la AMCYF; promotor cultural; apasionado de la ciencia ficción; fundador de la revista Umbrales; director del taller literario Terra Ignota; maestro universitario; editor de antologías en tres tomos Más allá de lo imaginado (I, II y III), (Conaculta-Tierra Adentro); licenciado en Ciencias de la Comunicación y ganador de varios premios de literatura entre otras cosas; además de ser un buen amigo.




 


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