El placer perpetuo

 

Víctor Aquiles Jiménez H.

Víctor Aquiles JIménez

Así como como las personas se enferman mental y espiritualmente sucede también con las sociedades, sólo a través de técnicas adecuadas es posible hacer recobrar la salud tanto del individuo o de la sociedad. Ahora, con un paciente aislado es el psiquiatra, el psicólogo y el sicoanalista quien puede hacerle recobrar la salud; con la sociedad es el Estado y toda la gente.

 Sin embargo tenemos enfermedades subterráneas de la sociedad que sobrepasan lo individual para hacerse sociales. Son difíciles de detectar y corregir a tiempo por su mismo origen gradual, un ejemplo de ello es la drogadicción en cualquiera de sus tipos que se introduce en el cuerpo de las personas poco a poco. Nadie nace drogadicto y su detección se hace patente cuando se presentan los trastornos y sus consecuencias en el grupo primario, es decir familiar. Mientras no se presenten los problemas nadie actúa antes los síntomas y la invitación al consumo de drogas. En el mundo la drogadicción es un problema enorme independiente a si los países son desarrollados o en vías de serlo y hay demanda de soluciones y medios, especialización y voluntad para enfrentarla. Nos cuesta realmente reconocer que la sociedad global está enferma y Chile no es una excepción. No se trata ya de medir el fenómeno por regiones a nivel interno o mundial y entregar encuestas, encomendar vigilancia, y moralizar, sino que lo primero es reconocer que la sociedad está enferma, muy mal, grave, ¿pero de qué? ¿De qué pueden enfermar las sociedades?

Como pauta cultural está tan arraigada la fórmula que cuando nos despedimos de alguien le aconsejamos: “Que estés bien” “Pásalo bien” “Disfruta”. “Gózala”…

En la realidad, al conectar con la realidad, hallamos de nuevo el dolor la miseria, la frustración y la postergación de todo aquello que nos podría procurar placer, por eso correremos a obtener de nuevo el pasaporte de alcohol, a la coca, pasta base, marihuana, etcétera que nos llevará lejos a otros sitios donde perderemos la conciencia de estar vivos.

La televisión, el cine, la prensa y la radio nos bombardean con imágenes de gente perfecta, simétrica, con paisajes de postal, sonidos placenteros inalcanzables y al desconectarnos de la pantalla y de los programas del corazón volveremos a ser grises y oscuros seres sumidos en un pozo estancado. La realidad es nuestra enemiga, nos hiere porque somos incapaces de conseguir nada parecido a lo que se nos muestra en el mundo de la abundancia en la que habitan unos seres perfectos lejanos y satisfechos; aunque sean caricaturas humanas de las comedias que representan en las pantallas.

Pero el mundo humano es contradictorio por un lado están los triunfadores y en el otro los perdedores, ambos son seres marginados del optimismo y la felicidad y se evaden y escapan de sus mutuas realidades. El triunfador necesita celebrar su triunfo y el perdedor hacer menos amargo el fracaso. El placer del triunfo y fracaso se acentúa con una copa de vino, un cigarrillo, una ninfada de coca o un pinchazo en las venas. Todo es placer y la muerte también.

Una sociedad que sólo es capaz de hacer creer que se puede estar siempre en un estado de goce, de nirvana, es una sociedad enferma, onanista, incapaz de alzar la vista y contemplar la vida tal como es bella y serena y no sabe mostrarnos el camino y que en vez de enseñarnos e instruirnos nos regaña, nos amarga y nos oculta el horizonte, es una sociedad enferma. No hay mensajes, sólo advertencias.

“Aquí te esperamos”. Devolver la ilusión a los niños, jóvenes y mayores y abrir las escuelas del corazón y reconocer que estamos enfermos y de que podemos sanar. No es sencillo pero tampoco es imposible, es la raza humana la que debemos rescatar.

 

FIN

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Escritor chileno


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Víctor Aquiles Jiménez H. nació en San Antonio, el 17 de junio de 1944 en Chile, pero su padre en un olvido involuntario lo inscribió el día 9 de julio del mismo año.

Comenzó como dibujante, libretista radial, fotógrafo, periodista, director teatral y titiritero. Hizo su servicio militar en 1963, y 10 años más tarde sufrió las consecuencias del derrocamiento del presidente Allende pagando con ello finalmente, luego de muchas adversidades, con el exilio en Suecia.

Como autor ha logrado un especial estilo, intentando humanizar el cuento de ciencia ficción. Sus trabajos en este género circulan en revistas culturales y universidades de las Américas y Europa. Sin embargo siente una gran y natural atracción por el género infantil y juvenil, y ha escrito extraordinarios cuentos y una novela Don Cometa el profeta de los niños, ahora Megalaxia Ciudad Infinita en el 2005, esta obra vio la luz en Chile en dos ediciones 1981/ 1985.

Recientemente ha sacado el Libro de las profecías felices, que es una segunda parte de Megalaxia Ciudad Infinita.