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La guerra y el futbol en playstation
Víctor Aquiles Jiménez H. | |
Con su fría mirada como personaje de ”Play Station”, en una fracción de segundo, ya en el área chica, superados a los defensas, empuja la pelota adentro limpiamente, liquidando al arquero por segunda vez, en escasos minutos. El goalkeeper con los ojos vidriosos por el estupor, la rabia y desesperanza, ve pasar el proyectil de cuero a centímetros de sus estériles dedos. Los defensores quedan en posiciones ridículas al tiempo que miran desesperados y asombrados a cualquier sitio, en busca del culpable de esa insólita masacre. Jadean y escupen saliva entre imprecaciones y maldiciones, exprimiendo de sus glándulas la adrenalina, que les permita realizar movimientos imposibles para detener a esa máquina infernal de hacer goles. De pronto, como en una pesadilla diabólica, le ven aparecer de nuevo desde algún sitio invisible para ellos, encajándoles en sus propias narices el tercer tanto. Esto es suficiente para que durante algunos segundos sus cerebros dejen de emitir impulsos eléctricos.
—¡Shoot!
—¡Tacatacatacatacatacatatatac!
El cañón Hugdes M230 de 30 mm, del helicóptero Apache, vomita munición de acero explosivo, incendiario y perforante en tres largos y atroces segundos. 10 proyectiles por segundo salieron a devorar carnes y todo lo que encuentren en el camino.
—¡¡¡¡Goooooooollll!!!
—¡¡¡Messi, Messi, Messi!!!— Gritamos, todos, hasta enronquecer en el living de nuestras casas distantes del evento; en los restaurantes; y en el estadio mismo que parece venirse abajo, enloquecido.
—¡¡¡Messi, Messi, Messi, Messi, Messi, Messi, Messi, Messi, Messi!!!...
El vehículo aéreo a mil o más metros de distancia, otea como un reptil tras las dunas la cálida tierra donde la sombra nace caliente. No mete ruido. El ronquido cínico de sus motores con silenciadores se funden al bullicio de una ciudad sitiada. Asecha mortal a la distancia y altura y su veloz dribbling, entre el merengue color de las casas calles y edificios y paisaje le hace difícil blanco de francotiradores. En su visor aparecen los jugadores en el campo de guerra, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez y once..., los jugadores contrarios se juntan,
—seguro para crear una estrategia de terror y hacer todo el daño posible—, son jugadores de experiencia, malignos y tienen buenas armas cada uno, pero ellos que son los soldados del bien, que son los mejores jugadores de la guerra, el mejor ejército del mundo, el que cuenta con las mejores armas y estrategia no lo permitirá. Entonces buscan un flanco, la mejor posición, para emplear el letal factor sorpresa, ya sea en el área grande, chica, o zona de penal. Un veloz desbande imposible de parar por los laterales es lo indicado, el artillero pide el pase y el permiso al capitán del equipo que observa atento las maniobras, exclamando con fría y lacónica voz: ¡Shoot! La orden es suficiente para el joven artillero que los tiene a todos en la mira, activando sus reflejos y sinapsis cerebral llevándole a presionar el sensible gatillo. Entra en éxtasis. Tres ráfagas de tres segundos cada una son suficientes para matar y destrozar al enemigo.
¡Shoot!... ¡Shoot!... ¡Shoot! —¡¡¡Gol, gol, gol, gol, gooooooollll de Messi, Messi, Messi, Messi, goooooooooooollllll!!!!! ¡¡¡Señores, esto es increíble, Messi está liquidando al enemigo solo, el Arsenal está por los suelos, abatido, sin armas ni aliento para incorporarse. Messi no es de este planeta, es un dios, es el Mesías del fútbol. Él está destrozando al equipo enemigo sin esfuerzo, como jugando en el barrio, igual que un niño!...¡¡¡Messi, Messi, Messi, Messi!!!
Once cuerpos de un equipo de civiles yacen esparcidos boca abajo, descuartizados dentro de sus ropas que afirman sus restos. La
aeronave ha hecho parte de su trabajo y como una fiera rabiosa, sedienta de sangre espera por sobrevivientes para rematarlos desde la altura. La mira electrónica de la propia pantalla del Apache muestra a un hombre que dificultosa e inútilmente se arrastra a un portal. Son centímetros, pero parecen kilómetros de agonía para la víctima. Ignora el que lucha por su vida en un charco de sangre absorbida por una sombra pegada a la tierra, que le contemplan desde el cielo y que son otros los que deciden por el, tal como se hace con un bicho aplastado a medias que hay que rematar. ¡Dios mío, ayúdame!
—exclama el herido que se arrastra, pero el helicóptero Apache se interpone entre Dios y su ruego.
—¡Dispara! ¡Shoot! ¡Messi, Messi dispara al arco haciéndole una perfecta vaselina a Almunia que no entiende nada! ¡Goooooooooooooooollllllll! ¡Goooooooooooooooollllllll!¡Messi, Messi, cuatro goles, cuatro goles él solo!...¡Okey!... ¡Shoot!... Messi, Messi otra vez! ¡Gooooooooooolllllll!!! ¡Messi, Messi, grande Messi, divino Messi! ¡Un hombre, un solo hombre contra once! ¡Messi ha derrotado solo al Arsenal, les ha desarmado, los ha masacrado! ¡Messi, Messi, Messi, Meeeeesssiiiiiii, ha liquidado él solo el partido, él solo contra once, es increíble señores!!!
Los tripulantes de la artillada aeronave esperan impacientes más enemigos, y se aprestan al ataque al observar que un furgón negro ha llegado a socorrer a los heridos. Ven bajar un hombre, de camisa blanca y pantalones negros, luego al conductor que lleva una camilla en donde intentan desesperadamente recostar a un herido agónico y en eso están cuando ¡Tacatacatac...,Tacatacatact! desde algún sitio cae sobre ellos una lapidaria andanada escupida por el cañón Hugdes M230 30 mm. instalado en la torreta del helicóptero Apache. El humo de las balas explosivas oscurece por algunos segundo la visión de la pantalla, como en un juego de Play Station.
El partido ha terminado, los jugadores del Barcelona se abrazan emocionados y sus compañeros besan a Messi y lo levantan en andas, convertido en héroe de la jornada. Un héroe talentoso que respira humildad y a su edad le sobra para reconocer antes las cámaras que gracias a sus compañeros de equipo puede él demostrar lo que vale al club y a todos los aficionados del fútbol que le siguen en el mundo. No, no es un personaje de Play Station, agresivo, salvaje, violento e inmortal, que alguien maneja desde un comando, él se persigna, sabe quien le maneja y es por eso que agradece ganarse la vida jugando; jugando genialmente.
El helicóptero Apache ha dado una vuelta alrededor de lo que es su objetivo de guerra y su memoria de vuelo lo ha grabado todo, incluso los cuerpos desparramados que el ejército de tierra de su lejana nación ha apilado en la calle. Uno de los tripulantes de la aeronave militar exclama con júbilo: “¡Mira esos bastardos muertos!” La misión ha terminado, la guerra contra el enemigo del Eje del Mal ha acabado de pronto, en su horario reglamentario de muerte ese día. El partido sin árbitro alguno ha concluido para ese equipo bien armado y entrenado, con un saldo de once muertos a cero esa mañana, como en una guerra ficticia de Play Station, cuyos personajes desgraciadamente, los que aprietan el disparador son reales, y los infelices inocentes civiles que mueren asesinados en la flor de la vida más reales.
La nave cruza el cielo de la ciudad de Bagdad en ese lejano cielo de un país que fue de cuento: Iraq, y desaparece en el horizonte de la impunidad.
El Barcelona Fútbol Club, se medirá la próxima vez con el Real Madrid. Messi, el mejor jugador del mundo responde a un periodista: “Será difícil contra el Real Madrid obtener un resultado como el de hoy, pero lucharemos para dar un buen espectáculo que alegre a los aficionados, gracias”. Cuento sin daño colateral inspirado en: http://en.kendincos.net/video—ltjhtptf—barcelona—arsenal—4—1—all—goals—.html#yorumyap http://www.collateralmurder.com/5thApril2110 http://en.kendincos.net/video—ltjhtptf—barcelona—arsenal—4—1—all—goals—.html#yorumyap
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Escritor chileno Otros textos de Víctor Aquiles Jiménez, publicados en Literatura Virtual
Víctor Aquiles Jiménez H.
nació en San Antonio, el 17 de junio de 1944 en
Chile, pero su padre en un olvido involuntario
lo inscribió el día 9 de julio del mismo año.
Recientemente ha sacado el
Libro de
las profecías felices, que es una
segunda parte de Megalaxia Ciudad Infinita.
Es delegado oficial de la Sociedad
Científica de Chile en Suecia desde 1989.
Fue propuesto como Miembro Agregado por el Dr.
Eduardo Frenk (Premio Doctor Honoris Causa por
la Universidad de la Paz 1988), Presidente de la
Sociedad Científica entonces. El reconocido Dr. Alfredo Givré,
de nacionalidad argentina, Director de la
Fundación Givré le nombró delegado en Suecia en
1989.
Víctor Aquiles Jiménez H. es Doctor of
Philosophy en Sociología, por la Pacific Western
University de California, USA.
Desde 2008 es Técnico Superior de Hipnosis Profesional de la Escuela
Técnica de Hipnosis, Valencia, España y Delegado
en Suecia.
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