Siempre en un accidente hay una primera vez

 

Víctor Aquiles Jiménez H.

Víctor Aquiles JIménez

Alguna vez tenía que ocurrirme el accidente, siempre hay precisamente una primera vez en todo, sólo porque me descuidé, a ver, uno; dos; tres segundos apenas, en ese brevísimo lapso de tiempo puede pasar lo que no ha ocurrido en mi caso nunca. Es la primera vez que lo atropello desgraciadamente, pese a hallarme perfectamente entrenado y sincronizado en mis reacciones automáticas. Esta primera vez me pone en alerta de que pueda volver a ocurrir de nuevo, porque ahora tengo grabado en mi memoria que no soy infalible, que puedo cometer errores como cualquier otro, menos atento y preocupado que yo, porque insisto, mis reacciones y reflejos son exactos y precisos, y me jactaba de eso cuando en mis años mozos practicaba artes marciales, y este deporte hoy, era todavía un arte y una disciplina esotérica; o como en mi entrenamiento de tiro con rifle era certero, lo mismo que con la batería, baquetas en mano me lucía en la orquesta con solos maravillosos, sin errar ni una milésima de distancia mis golpes dirigidos a las cajas, platillos, solitario, cencerro, timbaletas y chin-chin a toda velocidad y energía. Y preciso en el dibujo con trazo fino y seguro. Todo eso me otorgaba la seguridad de que jamás podría atropellar a nadie hasta hoy que me he acriminado con mi querido perro y por ello me he sentido profundamente abismado, arrepentido y preocupado de que mis reacciones comiencen a fallar.

Sabía que estaba detrás, lo vi al sentarme y confié como siempre que cualquier maniobra que hiciera mi subconsciente actuaría y que evitaría arrollarlo y me olvidé del asunto concentrándome en lo que tenía por delante y en eso estuve. Mi perro posee una agilidad envidiable, debido a sus músculos largos y las mezclas que tiene, ya lo he visto dando saltos enormes, como una pantera y trepar árboles ¿curioso no? Lo otro que me daba confianza es que aunque se quedara dormido cerca de mí, al sentir el movimiento de las ruedas por mínimos que fueran, en un par de milímetros sus sentidos le harían saltar poniéndose a salvo de cualquier imprudencia. Pero creo haber exaltado demasiado sus reflejos y músculos, a menos que también esté envejeciendo, bueno, prematuramente, porque esta vez, esta primera, vez no alcanzó a evitarme porque maldito el instante en que me dio por recular marcha atrás velozmente, cuando nunca había hecho eso, porque sabía que mi fiel animal estaría muy cerca mío y de las ruedas. No sé por qué lo hice, algo me molestó, algo que vi y que no pude aguantar me obligó a retroceder violentamente y frenar de tal manera en seco al mismo tiempo, obligándome esta acción por la inercia de la velocidad a realizar un círculo veloz y brusco en un espacio de unos treinta centímetros más o menos. En eso, mientras mi espalda se doblada hacia atrás haciéndome doler la columna por la violencia del estúpido viraje, sentí en el aire el ladrido doloroso de mi pobre y querido perro que dormido plácidamente fue sorprendido por mi inesperada maniobra. Lo vi correr hacia el dintel de la puerta y quedó mirándome sorprendido. Se veía bien, tanto sus patas traseras y delanteras no mostraban daño aparente, quizás su cola que tenía ahora entre las piernas, o tal vez sus orejas, pero las movía sin problemas, su hocico tampoco mostraba huellas del inesperado impacto. Me alegré al verle incólume, y me di cuenta que no tenía herida alguna, que estaba entero y que más allá del susto todo quedaba en nada, pero me prometí extremar mi prudencia, mirar hacia atrás antes de retroceder con mi silla de escritorio, cuyas pequeñas ruedas de plásticos son capaces de perjudicar las orejas de mi perro si está como suele tirarse al piso a mis espaldas a veces demasiado cerca y relajado. No se merece un amo imprudente.

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Escritor chileno


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Víctor Aquiles Jiménez H. nació en San Antonio, el 17 de junio de 1944 en Chile, pero su padre en un olvido involuntario lo inscribió el día 9 de julio del mismo año.

Comenzó como dibujante, libretista radial, fotógrafo, periodista, director teatral y titiritero. Hizo su servicio militar en 1963, y 10 años más tarde sufrió las consecuencias del derrocamiento del presidente Allende pagando con ello finalmente, luego de muchas adversidades, con el exilio en Suecia.

Como autor ha logrado un especial estilo, intentando humanizar el cuento de ciencia ficción. Sus trabajos en este género circulan en revistas culturales y universidades de las Américas y Europa. Sin embargo siente una gran y natural atracción por el género infantil y juvenil, y ha escrito extraordinarios cuentos y una novela Don Cometa el profeta de los niños, ahora Megalaxia Ciudad Infinita en el 2005, esta obra vio la luz en Chile en dos ediciones 1981/ 1985.

Recientemente ha sacado el Libro de las profecías felices, que es una segunda parte de Megalaxia Ciudad Infinita.

Llegó como refugiado político a Suecia, con su familia, sus libros publicados en Chile, numerosos originales, más un morral con los libros de sus autores favoritos. Varios premios literarios jalonan su trayectoria y en España en 1994 publicó Cuentos ecológicos, cuando esa temática no interesaba mucho a los escritores, siendo entonces uno de los pocos autores concienciado y comprometido con la ecología, el medioambiente y la Tierra. Fue así que al darse comienzo en Francia las pruebas en el Atolón Mururoa, Víctor Aquiles Jiménez H. fue el único intelectual por entonces que se hizo escuchar protestando —a través de un programa emitido por la Radio Nacional de España a todo el mundo el 30 de agosto de 1995— en Claves de América, conducido por Luis Arancibia y Ana Segura, que dieron vida a unos de sus cuentos El sacrificio olvidado del libro citado.

Como ensayista uno de sus trabajos más reconocidos internacionalmente es Conciencia del límite publicado en la Revista Cátedra de Derecho y Genoma Humano de la Universidad de Deusto, en el año 2001. Este mismo trabajo es citado en numerosas revistas científicas, tanto médicas como de derecho de Europa y América.

Es delegado oficial de la Sociedad Científica de Chile en Suecia desde 1989. Fue propuesto como Miembro Agregado por el Dr. Eduardo Frenk (Premio Doctor Honoris Causa por la Universidad de la Paz 1988), Presidente de la Sociedad Científica entonces.

Ha sido corresponsal de numerosas revistas culturales y centros educacionales.

Actualmente es socio CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) y se encuentra participando en la lucha por la defensa de los derechos humanos de los escritores a través del respeto de la propiedad intelectual.

Víctor Aquiles Jiménez H. es Doctor of Philosophy en Sociología, por la Pacific Western University de California, USA. Desde 2008 es Técnico Superior de Hipnosis Profesional de la Escuela Técnica de Hipnosis, Valencia, España y Delegado en Suecia. Está en trámite su ingreso a la ACE Asociación Colegial de Escritores de España.