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Fronteras centroamericanas, centroamericanos fronterizos
Ana Patricia Rodríguez, Ph.D. |
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Introducción Para los inmigrantes centroamericanos (particularmente los salvadoreños) la frontera comienza al salir del país natal y se extiende a través de los países de paso y por todo el territorio mexicano que se convierte en un extenso "corredor hacia los Estados Unidos" ("Más de 2 mil salvadoreños deportados desde octubre", p. 8). Esta frontera inmensa no termina cuando el inmigrante llega a los EE.UU. porque es allí donde comienza su historia como "hermano lejano". En el año 2001, más de tres millones de hermanos lejanos salvadoreños viven fuera del país y contribuyen más de 1.7 billones de dólares anuales en remesas familiares a la economía nacional ("’Gift to Salvadoran Community’"The Washington Post, p. A8). Los salvadoreños que viven fuera de El Salvador forman lo que los medios de comunicación salvadoreños han llamado el "Departamento 15" (después de los catorce departamentos o estados salvadoreños). Los habitantes del Departamento 15, o sea los integrantes de la inmigración salvadoreña global, radican en lugares dispersos de Centroamérica, Sudamérica, México, EE.UU., Canadá, Europa, Asia, y hasta Australia y el Medio Oriente. Actualmente el periódico La prensa gráfica de El Salvador publica una sección titulada "Departamento 15" que se dedica a temas, noticias, artículos, editoriales, correo electrónico y anuncios relacionados a la inmigración salvadoreña, así reflejando el impacto nacional de los salvadoreños en el exterior. (Esta sección se puede encontrar también en la página del Internet de La Prensa Gráfica. Ver la lista de referencias al final de este trabajo.) La antropóloga Sarah Mahler, quien ha escrito dos libros sobre la inmigración de los salvadoreños a EE.UU., explica que dada la historia y las actuales condiciones de vida en América Central, el movimiento de gente hacia el norte no cesará y las remesas (divisas) que envían los salvadoreños seguirán generando un gran capital para El Salvador, confirmando de tal manera su reconocimiento como "el país de las remesas". Por su parte los inmigrantes centroamericanos producen comunidades translocales que giran como satélites alrededor del istmo pero que a la vez adquieren diferentes matices culturales y construyen identidades transculturales fuera del país. No podría ser de otra manera con salvadoreños viviendo en lugares tan dispersos como México, Australia, Europa y los EE.UU. Desde esos sitios geográficos y culturales del extenso Departamento 15, los salvadoreños reconfiguran su cultura salvadoreña, transformando ciertos rasgos culturales y manteniendo otros intactos. Por medio de un collage de textos periodísticos, visuales y musicales, este trabajo trazará un viaje imaginario por las fronteras centroamericanas y con los centroamericanos fronterizos para así llegar al espacio creativo de varios artistas salvadoreño-estadounidenses que hoy en día radican y producen imágenes de la cultural salvadoreña en Washington, D.C. Inmigración centroamericana Desde bien antes del período del conflicto armado en los 1980, los salvadoreños y otros centroamericanos ya salían del istmo. Varios investigadores concuerdan que la inmigración salvadoreña data desde el siglo diecinueve cuando exiliados políticos, miembros de las elites cafetaleras y trabajadores de compañías transnacionales como la United Fruit, los ferrocarriles y el Canal de Panamá, se trasladaban a ciudades del norte, incluyendo Nuevo Orleans, Nueva York y San Francisco. Durante la segunda guerra mundial algunos centroamericanos inmigraron al norte en busca de trabajo, así como lo hicieron en los años 60 cuando las leyes migratorias (1965) abrieron nuevas cuotas migratorias a los centroamericanos. Los investigadores Raquel Pinderhughes, Jorge del Pinal y Carlos Córdova calculan que entre 1820 y 1993 más de 1 millón de centroamericanos inmigraron legalmente a los EE.UU. La mayor parte de la inmigración centroamericana sin embargo ocurre a partir de 1980, la década del conflicto armado en la región. Hoy en día los centroamericanos emigran para huir del desempleo y de la falta de recursos en sus países — resultados directos de recientes desastres ambientales así como de transformaciones socioeconómicas que afectan a todo el pueblo. La odisea al norte A fines de julio del año 2000, una serie de artículos publicados por El Diario de Hoy de El Salvador (re)presentó la odisea migratoria de los centroamericanos en rumbo a los EE.UU. A través de varios artículos publicados entre julio y agosto de 2000, fotografías y reportajes captaron el paso migratorio para los lectores salvadoreños ya picados por el suspenso y el drama de los indocumentados. Según El Diario de Hoy, los inmigrantes iban en busca de "la tierra prometida . . . donde se habla inglés, se come hamburguesas y se deprecia a los latinos indocumentados" ("Noche de cacería"). Corresponsales del periódico viajaban a pie, en autobús y por tren, acompañando a los (in)migrantes indocumentados. Salían de El Salvador, pasaban por Guatemala y atravesaban una gran parte de México, escondiéndose de las autoridades, exponiéndose a todo tipo de peligro y cruzando varias fronteras. La primera frontera que cruzaban era la de Tecún Umán al norte de Guatemala y entre Ciudad Hidalgo y Tapachula en Chiapas, México. La otra sería la grande, la frontera entre México y los EE.UU. Para los centroamericanos cada fase de la trayectoria era (es), en sí, una frontera llena de peligros, riesgos e incertidumbres. A través de varios días, los artículos captaban la atención de los lectores salvadoreños con los títulos: "Tapachula: el primer paso"; "Noche de cacería"; "Indocumentados, presas de caza"; "En ruta al sueño americano"; "Riesgos y penurias de ilegales." Los titulares parecían contar una historia policiaca descubriendo los misterios de la inmigración y delatando los crímenes que se dan en el camino. La serie de reportajes recopilaba lo que ya se podría llamar la master-narrativa salvadoreña de la inmigración indocumentada. Este escenario migratorio consiste de varios elementos y fases que muchos conocen, por ejemplo: (1) la salida del país motivada por las condiciones de vida; (2) los actores sociales, o mejor dicho los inmigrantes mismos; (3) el trauma del viaje migratorio y las múltiples barreras que enfrentan los inmigrantes, incluyendo la política migratoria estadounidense y las autoridades colaboradoras de varios países. La conclusión de la narrativa de la (in)migración indocumentada termina con el ingreso del inmigrante a los EE.UU. o con su retorno frustrado (la deportación) a El Salvador. Los artículos periodísticos jugaban con las expectativas de los lectores salvadoreños, alimentando los sueños de algunos y desanimando a otros. Los lectores viajaban con los inmigrantes a través de narrativas públicas y publicitarias de la inmigración salvadoreña. Posteriormente, representantes del gobierno salvadoreño comentarían que este tipo de reportaje es necesario para advertir a los salvadoreños de los riesgos de la emigración. Pero tales noticieros no detienen a nadie quien decida inmigrar, pues como concluye un artículo: "cada día centenares de indocumentados centroamericanos deciden afrontar esta pesadilla, de la cual la ciudad de Tapachula es nada más que el primer paso" ("Tapachula: el primer paso"). La pesadilla de los inmigrantes centroamericanos, en realidad, comienza cuando ellos cruzan la frontera inicial de su país con la del país vecino: hay indocumentados nicaragüenses en Costa Rica; indocumentados hondureños en El Salvador; indocumentados salvadoreños en Guatemala; e indocumentados centroamericanos en México. Como se explica en otro artículo, diariamente ocurren capturas de indocumentados, "[s]i no en Guatemala, es en México" ("Detienen a 41," p. 46). En los primeros seis meses del año 2000, por ejemplo, el Instituto Nacional de Migración (INM) —la migra mexicana— reportó la captura y la deportación de más de 54 mil centroamericanos; la mayoría de ellos eran hondureños seguidos por salvadoreños ("Tapachula," p. 8). Según este mismo artículo los salvadoreños abordan buses en San Salvador que atraviesan toda Guatemala. "Se sale de madrugada. Es fácil reconocer a los ‘mojados’. Viajan con muy pocas maletas, a lo sumo una mochila donde guardan un par de mudas de ropa . . . Atravesar Guatemala resulta completamente fácil. . . ", solamente que los pasajeros indocumentados deben bajarse de los buses para no ser detectados por los agentes de aduanas mexicanas ("Tapachula," p. 8). El artículo explica que "Los ‘ilegales’ . . . pasan por la puerta ancha. Son 900 kilómetros de frontera con una infinidad de puntos ciegos donde los traficantes de personas se ganan miles de dólares" ("Tapachula," p. 8). Las autoridades mexicanas comentan que cada 24 horas capturan alrededor de 300 indocumentados centroamericanos. Allí comienza el juego de ratón y gato, "ilegal" y "migra", que seguirá hasta el fin del camino. Allí también se da una cantidad de abusos sexuales, asaltos y asesinatos. El juego a la muerte se renueva a bordo de trenes de carga, lanchas, taxis y microbuses, y en rutas escondidas, montañosas y desérticas. Otro artículo, "Noche de cacería" (31 de julio 2000), describe los operativos de los agentes mexicanos en busca de indocumentados. Las autoridades "[p]ortan pistolas, escopetas 12 y fusiles M-16" (p. 10). Otro artículo, "Riesgos y penurias de ilegales en ferrocarril de Tapachula" del 3 de agosto de 2000, sigue contando cómo los indocumentados son víctimas de la delincuencia, del hambre, de la intemperie y de los percances que resultan muchas veces en accidentes trágicos y en muertes. En algunas ocasiones los inmigrantes reciben ayuda de organizaciones como el "Grupo Beta Sur" auspiciado por el Instituto Nacional de Migración de México y la "Casa del Migrante" patrocinada por la Iglesia Católica, que recibe deportados y provee albergue por 72 horas a los inmigrantes en Tecún Umán, Tijuana y otros lugares en el camino del migrante. En general, los artículos que hemos resumido aquí documentan experiencias fronterizas centroamericanas: el abuso de los derechos humanos de los inmigrantes; el abandono de niños y jóvenes en el camino; la xenofobia dirigida a los centroamericanos en los países de paso ("Las cifras del sueño frustrado", p. 10); y la falta de apoyo estructural del gobierno salvadoreño a sus emigrantes ("Un consulado con mucho trabajo y pocos recursos", p. 10). La serie de reportajes termina con un artículo, "En ruta al sueño americano" (2 de agosto 2000), que podría resumir la odisea de los centroamericanos: "Cada indocumentado tiene una historia que contar, a cuál más desgarradora" (p. 8). El escenario presentado aquí pareciera tener dos posibles conclusiones — el ingreso del inmigrante a los EE.UU. o su retorno frustrado o deportación al sur. Como veremos brevemente a continuación los inmigrantes centroamericanos en los EE.UU. también ofrecen otras imágenes de su inmigración. Construyendo el Departamento 15: Karla Rodas y Lilo González y los de la Mt. Pleasant Karla Rodas, una joven pintora salvadoreña radicada en Washington, D.C. desde su adolescencia, nos da una imagen de la inmigración femenina a los Estados Unidos. En su pintura titulada "Lamento indígena", Rodas representa una mujer con rasgos indígenas, o por lo menos mestizos, que se mueve entre dos mundos. A la derecha de la pintura se representa un mundo precolombino; a la izquierda, la capital gris de los EE.UU. Sería importante mencionar aquí que, después de Los Angeles, California, el área metropolitana de Washington, D.C. tiene una de las poblaciones más grandes de centroamericanos en los EE.UU. En la región de Washington, D.C., Maryland y Virginia, viven más de 160,000 centroamericanos; la mayoría son salvadoreños. Además es importante destacar el papel importante de las mujeres salvadoreñas al iniciar la inmigración al área de Washington cuando llegan como trabajadoras domésticas en los años 50 (Repak 1995), estableciendo de tal manera los primeros enclaves centroamericanos en Washington, D.C. En su cuadro "Lamento indígena", Rodas capta el momento ambivalente de la inmigración femenina. La cara de la mujer mestiza expresa la tristeza al abandonar su tierra natal que le ofrece riquezas representadas por una simbología pintoresca y costumbrista de diversas imágenes, colores, frutas, flores y paisajes primitivos. Estos son signos de la nostalgia romántica del inmigrante por su tierra natal y nativa. En la pintura, la mujer está en movimiento. Su cuerpo la transporta a la ciudad del "sueño americano" donde le espera lo gris de la capital de los EE.UU. representada por edificios y monumentos borrosos sin color ni calor. En un pie ella calza una sandalia mientras que en el otro pie lleva un zapato de tacón alto con el cual ella pisa las gradas del capitolio estadounidense. A medio paso, ella permanece en la frontera centroamericana, en el intermedio de la inmigración y en la ambivalencia de los sentimientos. En su totalidad, el "cuadro de paso" de Karla Rodas capta la incertidumbre de muchos centroamericanos que aun no logran la residencia, que viven sujetos a los cambios de las leyes migratorias, y que siguen esperando los resultados del TPS (Estado de Protección Temporal), la ley NACARA (Acta de Ajuste para Nicaragüenses y Alivio para países Centroamericanos), y la extensión de permisos de trabajo. En la representación indefinida de la mujer inmigrante también se podría leer un testimonio colectivo del cruce de fronteras por miles de centroamericanos que hoy en día forman parte del Departamento 15. Lilo González es otro artista salvadoreño que integra el Departamento 15 en el área de Washington, D.C. Originalmente de un pueblo llamado Armenia, situado al noroeste de El Salvador, González inmigró indocumentado a los EE.UU. en 1984. Hoy González vive en el estado de Maryland. Actualmente es el director del Centro de Arte en Washington, D.C. y dirige el grupo musical "Lilo González y los de la Mt. Pleasant". Su producción musical está recopilada en un disco compacto titulado A quien corresponda, el cual relata las experiencias de los inmigrantes centroamericanos al área de Washington, D.C. En este disco compacto se encuentran canciones como "La Mount Pleasant", la cual narra la vida de don Manuel, un personaje que se ha asimilado a la vida americana a tal grado que ya solo quiere comer pupusas (quesadillas al estilo salvadoreño) pero "made in U.S.A." La canción "Amor sin papeles" relata el testimonio de un inmigrante indocumentado a punto de ser deportado. "Las historias prohibidas de Pedro y Tyrone" cuentan además de las vidas paralelas de dos jóvenes pobres en Washington, D.C. —uno es salvadoreño y el otro es afro-americano. Ambos sufren de marginación y de pobreza. Otras canciones de contenido político llevan títulos como "Ningún ser humano es ilegal" y "Forjando un solo pueblo", en las cuales se critica la política migratoria de los EE.UU. Una canción titulada —"Lamento de la nana-tierra" (The border crossed my land)— está dedicada a los inmigrantes salvadoreños, al pueblo nativo americano y a los hermanos mexicanos, a quienes les fue impuesta la frontera mayor que ahora divide los dos Laredos y los pueblos del norte y del sur de las Américas. La letra de la canción describe la partida de una salvadoreña, quien sale de su hogar y de su pueblo sin informarles a sus hijos: "Yo salí muy temprano, / para no despertarlos, / para que no lloraran, / para hacerlo más suave ... / para hacerlo mejor". Como hemos visto la mujer salvadoreña representa una gran fuerza de valor económico y moral dentro de la inmigración centroamericana general. Esta canción le brinda homenaje a las mujeres quienes rompen con las tradiciones familiares, culturales y nacionales en busca de otros caminos para ellas mismas y sus familias. Estos caminos las llevan al borde de la frontera donde deben arriesgar sus vidas, cuerpos y deseos. En esta misma frontera, las inmigrantes salvadoreñas se cruzan con otros sujetos fronterizos, formando de tal manera lo que podríamos llamar un pueblo fronterizo. Por medio de la voz de un nativo habitante de la frontera (un Yaqui) la canción propone una resistencia común ante la frontera: "no tengás miedo mi hermano, / esta tierra es tuya y mía, / no me jodás paisano, / esta tierra es de los dos". La canción al final hace un llamado al extenso pueblo fronterizo que proviene de diversas nacionalidades, razas, clases, géneros sexuales, identidades e historias. Según la canción, la frontera debe ser tomada y reclamada por "Los que vienen de abajo, / y que importa un carajo, / si no saben leer./ Ellos son mis hermanos, / lo más puro y más sano, / los que cortan café". En fin, la canción propone una hermandad de sujetos fronterizos, marginados y desplazados por la economía global y forzados a inmigrar. Conclusión En conjunto, las canciones de Lilo González, la pintura de Karla Rodas y los reportajes sobre los migrantes centroamericanos nos dan una visión amplia de las fronteras extensas y dramáticas que cierran el paso continental a los americanos del sur. Los textos que hemos analizado aquí reconocen, sin embargo, que las Américas (norte, centro, sur y caribeña) pertenecen a todos los que habitamos el hemisferio occidental y que el libre paso de las fronteras es nuestro derecho como ciudadanos del continente y del hemisferio americano. Los que "vienen de abajo", como diría Lilo González, son miembros integrales del norte y del sur porque sin ellos la economía global se vendría para abajo. Al conocer y reconocer las historias dramáticas y heroicas de los centroamericanos y de otros que diariamente cruzan fronteras, nosotros (lectores) podemos ver cómo las fronteras se desbordan a sangre viva. Al cuestionar la imposición de tales fronteras deshumanizantes, empezamos a apropiarnos de ellas y a "desglobalizar" las líneas que nos dividen a sudamericanos, centroamericanos, mexicanos, caribeños y norteamericanos. En este espacio de solidaridad e identificación con "los que vienen de abajo" hoy día formamos un extenso pueblo fronterizo. 24 de junio de 2001
Referencias -Castles, Stephen y Alastair Davidson. (2000) Citizenship and Migration: Globalization and the Politics of Belonging. Nueva York: Routledge. -González, Lilo y los de la Mt. Pleasant. (1994). "Lamento de la nana-tierra." A quien corresponda (CD). -Granados, Ciro y Alvaro López. (2000, 30 julio). "Tapachula: el primer paso." El Diario de hoy, p. 8. -Granados, Ciro. (2000, 31 julio). "Noche de cacería." El Diario de Hoy, pp. 8, 10. -Granados, Ciro y Alvaro López. (2000, 1 agosto). "Indocumentados, presas de caza." El Diario de Hoy, p. 8, 9. -Granados, Ciro y Alvaro López. (2000, 1 agosto). "Un consulado con mucho trabajo y pocos recursos". El Diario de Hoy, p. 10. -Granados, Ciro y Alvaro López. (2000, 1 agosto). "Las cifras del sueño frustrado." El Diario de Hoy, p. 10. -Granados, Ciro. (2000, 2 agosto). "En ruta al sueño americano." El Diario de Hoy, p. 6, 8. -Granados, Ciro. (2000, 2 agosto). "Más de 2 mil salvadoreños deportados desde octubre." El Diario de Hoy, p. 8. -Mahler, Sarah J. "Migration and Transnational Issues: Recent Trends and Prospects for 2020. Central America 2020." Documento electrónico < > sitio visitado, 24 de junio de 2001. -Murphy, Caryle. (2001, 3 marzo). "’Gift to Salvadoran Community’": Illegal Immigrants Granted Temporary Relief After Quakes". The Washington Post, p. A8. -Pinderhughes, Raquel, Carlos Córdova, & Jorge del Pinal. "Central and South Americans. Our Multicultural Heritage: A Guide to America’s Principal Ethnic Groups." Documento electrónico < > sitio visitado, 24 de junio de 2001. -Redacción. (2000, 30 julio). "Infructuosa búsqueda de ilegales en EE.UU." El Diario de Hoy, p. 27. -Redacción. (2000, 1 agosto). "Detienen a 41 ilegales en Guatemala." La Prensa Gráfica, p. 46. -Redacción, "Departmento 15," La Prensa Gráfica. Documento eléctronico < > sitio visitado, 24 de junio de 2001. -Redacción de Departamento 15. (2000, 1 agosto). "Banco de Comercio abre en E.U.A." La Prensa Gráfica, p. 46. -Repak, Terry A. (1995). Waiting on Washington: Central American Workers in the Nation’s Capital. Philadelphia: Temple University Press. -Rodas, Karla ("Karlísima"). (1999). Lamento indígena [Pintura]. Washington, D.C. -Zometa, José. (2000, 3 agosto). "Riesgos y penurias de ilegales en ferrocarril de Tapachula". La Prensa Gráfica, p. 4, 5, 6.
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Ana Patricia es de origen salvadoreño. Estudiosa de los fenómenos sociales. Assistant Professor Department of Spanish and Portuguese University of Maryland, College Park. Nos acompañó en letras en el Borde. |