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Cuentos de hadas
Carmen López |
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I
Tormentas, serpientes
y lunas plateadas. Un río que corre hacia el remolino de la escalera,
donde, en una canasta pintada de gris, se encuentra el botón que debo
coser para cerrar tu recuerdo. Y tras una nube de sonrisas persigo al
falso gato de los sueños, que corre como flecha negra, hacia el espejo
donde estás tú.
II
Extraño pensar en ti.
También tu pasión por las historias de Hitchcock que leías a media
noche. Extraño tu imperceptible deseo de esbozar una sonrisa, y el sutil
olor a maderas de tu loción. Extraño la indiferencia, la desesperación
hacia tus sueños, y las falsas expectativas de una vida distinta. Añoro
tu simpleza, el sarcasmo de tu risa; lo intangible de las palabras que
nunca supiste decir... y sigo buscando quimeras para regresar a lo que
fuimos, sin darme cuenta de que ya no hay tiempo para volver a
imaginarte.
III
…Y me doy cuenta de
que es imposible desaparecer en una tarde de lluvia, cuando veo en tus
ojos que me extrañas, y cuando tu voz sólo me impulsa a correr. Y aunque
quiero escapar de la vida que inventaste para mí, lloro por no saber
abandonarte ni huir de tu sombra…
IV
Parece imposible
dejar de quererte cuando la cercanía ha sido inmutable, sin que nosotros
decidiéramos como deben funcionar las cosas, para que nuestras vidas
sean perfectas. Como si no tuvieras en quien pensar, y como si yo no
tuviera otra persona a quien querer.
Camino en una dirección distinta sin poder alejarme de ti para ser
feliz. Me escapo entre tus manos y aunque sé que la separación es
necesaria, no dejo de creer que alguna vez nos volveremos a encontrar.
V
Anoche lloré. Derramé
una lágrima porque te extraño,
otra para no volver a verte; una más para borrar el olvido que nos
separa. Una para que estés lejos y otra más para abrazarte aunque quiera
vivir sin ti. Una cayó en mi almohada para despedirnos, junto a la que
nos reunirá algún día. Dos para soñar contigo, y la última para
extrañarte más.
VI
He tratado de
dejarte, de abandonar este dulce sabor a nostalgia que me sigue cada
día. Pero me he dado cuenta que es imposible olvidar lo que vemos
constantemente, sin amarlo. Con un amor que cada minuto se confunde
entre el odio y la desesperanza de una vida fantástica, que no sabemos
mantener; donde no existe nuestra historia, absurda, como siempre. Donde
no nos aferramos a los recuerdos burbujeantes de los cuentos de hadas,
de una princesa con la vida perfecta, y el verdadero amor.
VII
No quise olvidarte
cuando te vi partir, pero es difícil aceptar lo mucho que te extraño. El
tiempo no es la mejor arma para el olvido. A pesar de todos mis
esfuerzos sigues en mi mente, invadiendo, transformando ideas en
imágenes tuyas. Quisiera por una vez no recordarte.
Las despedidas nunca
son lo bastante fuertes para separarnos. No estoy contigo, y estás muy
cerca. Creo que de alguna manera morirías si no te recuerdo, y no quiero
vivir con ese remordimiento. Por eso, sigo recordándote.
VIII
Miles de voces
gritaron a un tiempo. Cada una voló. Simples sonrisas se convirtieron en
muecas y la luna iluminó de nuevo el jardín. Centenares de estrellas
corrieron al parque. Los gritos se convirtieron en aullidos, por un
momento, sólo hubo una luz plateada, redonda, y lobos vestidos de gris.
La luz huyó. Las voces regresaron al jardín, tristes, sin luna.
IX
Quiero que me olvides
cuando me vaya. No me gustaría saber que lloras, y que yo no estoy ahí,
consolándote. No quiero que te duela mi ausencia, que me recuerdes a
cada momento, sabiendo que no nos volveremos a ver.
Pero el pasado nos
persigue sin prisa, sin pensar, sin lágrimas. Quiero dejar a un lado la
angustia de no estar contigo; recordarte estando lejos. Deseo verte
aunque no sepas que estoy ahí. Pero me gustaría saber que estás feliz,
sin importar que lo eres sin mí.
X Quiero dormir como los genios, demasiado despiertos para dormir realmente. Quiero recordar sin descanso, actuando el sueño lento de una vida que no me pertenece. Quiero olvidar todo lo que alguna vez me hizo daño, y guardarlo en un cofre de piratas. Quiero abrir la caja de Pandora, para traerte un poco de esperanza. Quiero saber a donde vas, para poder encontrarte un día y buscar las tardes de ámbar que escribimos juntos mientras dormías.
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Este registro se añadió el 28 de
octubre 2009
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Nació en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Participó en el taller literario de José Luis Velarde Publicó en el cuaderno colectivo Se murió Minineitor, ya no duermo tranquilo mamá.
Obtuvo el Premio Juvenil de Poesía de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
Estudió la carrera de Contador Público en esa misma institución.
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