LA CUARTA PARTE PRINCIPAL - EL BAUTISMO
El título
Introducción: En la tercera parte principal aprendimos que debemos
invocar a Dios como los queridos hijos claman a su querido padre. Los cristianos
podemos invocar a Dios como sus hijos, porque realmente lo somos. Ya en nuestro
santo bautismo Dios nos ha recibido como tales. Ahora, en la cuarta parte
principal de nuestro catecismo, hablamos más del santo bautismo, y también esta
parte tiene un título: “El Sacramento
del Santo Bautismo como el jefe de la familia debe enseñarlo sencillamente en
su casa.” Aquí al bautismo se le llama un sacramento. Antes de tratar lo
que nuestro catecismo enseña acerca del bautismo de acuerdo con la Escritura,
será bueno que aclaremos qué es un
sacramento, especialmente en vista de que el bautismo no es el único
sacramento que Dios nos ha dado. Pregunta 232.
1. Seguramente ya han visto cómo
se celebra un sacramento, por ejemplo, el santo bautismo. En él se derrama agua
sobre la cabeza de un niño en el nombre de Dios. Algo le sucede al niño en el
bautismo. Se da el bautismo al niño. También se administra la Santa Cena a los
que acuden a ella. Decimos que un
sacramento es un acto. — Pero no a todos los actos que cumple un pastor en
la iglesia se les llama sacramentos. El Señor Jesucristo nos ha mandado
bautizar. El ha instituido también su Santa Cena. Jesucristo, nuestro Salvador, es verdadero Dios. Así los
sacramentos son actos que Dios mismo ha instituido u ordenado, por lo cual los
llamamos actos sagrados. Un sacramento es un acto sagrado, ordenado
por Dios. Solamente él puede instituir un sacramento. Ningún hombre, ni el Papa
lo puede hacer. La misma iglesia de Cristo no tiene ningún derecho de hacerlo. En
la iglesia tenemos también muchos otros actos sagrados, por ejemplo la
confesión, la confirmación y cosas semejantes, pero como éstos son ordenados e
instituidos por la iglesia, no son sacramentos. — Vemos también otros detalles
acerca de los sacramentos. Ustedes saben que usamos agua en el bautismo; y en
la Santa Cena, pan y vino. Agua, pan y vino son cosas terrenales, medios externos por los cuales Dios
obra en nosotros. Nosotros los cristianos no hemos elegido estos medios en los
sacramentos, sino Dios nos ha indicado mediante una palabra clara que éstos son
los medios por los cuales él quiere obrar. También los designamos elementos. Un sacramento, entonces, es un
acto sagrado en que hay ciertos medios o elementos externos. — Se usa agua cuando
se bautiza a un niño, pero no sólo se esparce agua sobre la cabeza del niño,
sino también se usan las palabras de Dios. También en la Santa Cena se usan
ciertas palabras de Dios. Los medios externos son unidos a la palabra de Dios en el sacramento. Éstas son las tres
cosas que hacen un sacramento: El
mandato y la institución de Dios, los medios o elementos externos y la palabra
de Dios unida con ellos. Si una de las tres cosas falta, el acto no es un
sacramento.
2. Hemos visto en qué consiste la esencia de un sacramento. ¿Pero cuál
es su propósito o beneficio? ¿Por
qué ha instituido Dios los sacramentos? Los medios externos en el sacramento se
unen con la palabra de Dios, la cual
no está vacía ni impotente, sino es el poder
de Dios. (Romanos 1:16.) El Espíritu Santo obra en los hombres por medio de la
palabra de Dios. La palabra de Dios, el evangelio, entonces, es un medio de gracia, por medio del cual el
Espíritu Santo nos distribuye la gracia
de Dios. Esta palabra también está en los sacramentos, que también están
incluidos en los medios de gracia por los cuales el Espíritu Santo nos
distribuye la gracia de Dios. A través de su palabra Dios ha puesto en los
sacramentos gloriosos beneficios,
todos los beneficios que están también en la palabra de Dios. El que cree en
las palabras de Dios tiene el perdón de los pecados, la vida y la salvación. Estos
beneficios Dios también los ha puesto en los sacramentos. Cristo ha ganado el
perdón de los pecados, la vida y la salvación mediante su sufrimiento y muerte.
Todos los beneficios de gracia que
Cristo ha ganado para nosotros están en los sacramentos.
Dios hace algo con estos
beneficios de gracia, que mediante su palabra él ha puesto en los sacramentos. Cuando
usamos los sacramentos, Dios nos ofrece
a todos los que los usamos tales beneficios de gracia. Los sacramentos son
comparables a las manos de Dios con
las cuales nos ofrece el perdón de los pecados, la vida y la salvación. — En la
predicación de la palabra divina estos bienes se distribuyen en forma general. En los sacramentos
Dios trata con cada persona que
recibe el sacramento en particular, aplicando
individualmente los beneficios de gracia. Dice a cada uno que participa: también
tú tienes el perdón de los pecados. — Cuando, por ejemplo, el gobernador de
algún estado tiene misericordia de algún criminal, escribe un mensaje que
proclama la misericordia dando testimonio de que a este hombre se le ha
otorgado la libertad. Estampa el sello del estado en esta proclamación. Este
sello es una señal externa para dar seguridad
y confianza a la proclamación. Dios tuvo misericordia de nosotros los
pecadores, quitó el castigo que merecimos y nos perdonó todas nuestras deudas. Dios
publicó una proclamación donde nos asegura que nos libró de la culpa y del
castigo, su palabra. Dios ahora
también ha estampado un sello a esta
palabra, los sacramentos, para que nosotros creamos tanto más firmemente en su
palabra. En los sacramentos hay señales
externas que al recibir el sacramento nos aseguran individualmente que tenemos
el perdón de los pecados, la vida y la salvación. Los sacramentos sellan para nosotros la gracia de Dios
que Cristo ganó. Vemos que Dios es extraordinariamente misericordioso, tanto
quiere impresionarnos con el hecho de que nuestros pecados han sido perdonados,
para fortalecer nuestra débil fe.
Un sacramento es: un acto sagrado ordenado por Dios en que él, por
medio de algunos medios externos unidos con su palabra, ofrece y comunica a los
hombres y sella en ellos la gracia adquirida por los méritos de Cristo.
3. Dios ha establecido dos
sacramentos de este tipo en el Nuevo Testamento, el bautismo y la Santa Cena. Ya en el tiempo del Antiguo Testamento
había dos sacramentos, la circuncisión y el cordero pascual. Aparte de los dos mencionados
no hay ningún sacramento en el Nuevo Testamento. La iglesia romana, sin
embargo, cuenta siete sacramentos. Ellos incluyen también la confirmación, la
confesión, el matrimonio, la ordenación y la extrema unción entre los
sacramentos. Pero en todos estos actos falta una u otra de las partes
esenciales de un sacramento. Podemos reconocer solamente dos sacramentos, el bautismo y la santa cena.
“¿Qué es el
bautismo?”
Introducción: En la iglesia del Nuevo Testamento hay solamente dos
sacramentos. La cuarta parte principal trata del primer sacramento de la
iglesia cristiana, del santo bautismo. Nuestro catecismo nos presenta cuatro
preguntas acerca de lo que la sagrada Escritura enseña del bautismo, las
respuestas a las cuales son demostradas por la palabra de Dios. La primera pregunta
trata de la esencia del bautismo. Preguntamos:
“¿Qué es el bautismo?”
1. Nuestro catecismo nos dice en
primer lugar qué cosa no es el bautismo.
Dice: “El bautismo no es simple agua solamente.”
“No es simple agua” significa: agua común, natural. No es agua solamente, como
otra agua. Así parece según nuestra razón. No vemos otra cosa, sino que al niño
se le esparce con un poco de agua sobre la cabeza y al mismo tiempo se
pronuncian unas pocas palabras. Parece un
acto sin mucha importancia. Los incrédulos se ríen y se burlan del santo
bautismo. De hecho, hay también muchas iglesias heterodoxas que consideran el
bautismo como algo que no tiene mucho valor, que no es gran cosa. Pero no es así.
No es solamente agua, sino algo mucho más sublime. “Sino que es agua comprendida en el mandato divino y ligada con la
palabra de Dios.” Hay dos cosas en el bautismo que hacen esta agua especial:
El mandato de Dios y la palabra de Dios.
2. El bautismo es agua comprendida en el mandato de Dios. Luego el
bautismo es agua, agua natural, terrenal. Éste es el elemento externo que debemos usar en el bautismo. No podemos usar
otra cosa en lugar del agua. Si no tenemos agua, no podemos bautizar. — Pero
esta agua en el bautismo está comprendida en el mandato de Dios, quien nos ha mandado bautizar con agua. El
bautismo es una ordenanza divina. Dios
mismo lo ha instituido. Y lo que Dios ordena es digno y justo. Puesto que Dios
ha establecido el bautismo, es algo grande y glorioso, más glorioso que cualquier
culto a Dios que inventen los hombres. El mandato de bautizar lo ordenó Dios en
Mateo 28:18-20. Vamos a ver en más detalle estas palabras.
a. Vemos en base a estas
palabras quién instituyó el santo
bautismo. Pregunta 236. Vemos que el Señor
Jesucristo pronunció a sus discípulos las palabras que leemos en Mateo
28:18-20 poco antes de su ascensión. Allí dio a sus discípulos el mandato de
bautizar a todas las naciones. El
bautismo lo instituyó Cristo, nuestro Salvador. ¿Y quién es Cristo? A sus
discípulos declaró que le fue dado todo poder en el cielo y en la tierra, de
modo que él es el Dios todopoderoso,
que tiene el poder de dar a los hombres tal mandato. También puede llevar a
cabo lo que aquí promete. Cristo es quien instituyó el bautismo, de modo que Dios mismo es el que instituyó el santo
bautismo. — Es cierto que muchas personas fueron bautizadas ya antes de la
ascensión de Cristo; Juan el Bautista primero bautizaba, Lucas 3:2-3. Pero Juan
tampoco bautizó por su propia decisión: al contrario, él expresamente da
testimonio de que Dios lo ordenó hacerlo, Juan 1:33. También Juan bautizó por mandato
de Dios. Así el bautismo fue instituido
por Dios; es una ordenanza divina.
b. También aprendemos de las
palabras de institución a quiénes
entregó Cristo el bautismo. Pregunta 237.
Cristo habló estas palabras a sus discípulos. Mateo 28:18-20. Los
discípulos de Cristo son todos los cristianos creyentes. A ellos en su
totalidad los llamamos la iglesia,
como hemos aprendido en el tercer artículo. Cristo ha mandado a su iglesia bautizar. Todos los cristianos
creyentes tienen el derecho y el poder de bautizar. — Pero de esto no se
concluye que ahora todos los cristianos sin más deben utilizar este derecho y bautizar
ellos mismos. Así habría mucho desorden en la iglesia. Veamos 1 Corintios 4:1. Allí
el apóstol Pablo habla de él mismo y de los demás apóstoles. Lo mismo hacen ahora
los predicadores del evangelio. Son siervos de Cristo y mayordomos de los
misterios de Dios. El mayordomo es un administrador, que administra los bienes
de otro. Así los predicadores son mayordomos,
que deben administrar los misterios de Dios. Éstos son el evangelio y los
sacramentos. Los predicadores, entonces, no son señores sobre los sacramentos,
sobre el bautismo. Cristo los ha dado a su iglesia. Pero los ministros de
Cristo deben administrarlos en el
nombre de Cristo y de la iglesia. Para eso la iglesia llama a sus predicadores.
Para que todo se haga con buen orden, solamente deben bautizar los que son
llamados por la iglesia. — Pero puede haber también casos de emergencia. Puede
suceder que un niño esté muy enfermo y en peligro de morirse y tal vez no sea
posible encontrar a un ministro de Cristo. Puede haber un caso en que el niño
esté en peligro inmediato de morir
sin haber recibido el santo bautismo. En tales casos urgentes cualquier cristiano puede y debe bautizar.
A tal bautismo se le llama bautismo de emergencia. (Especialmente en la
instrucción catequística sería bueno mostrar cómo un cristiano puede
administrar el bautismo de emergencia, y mostrar dónde encontrar en el himnario
la liturgia apropiada.) El bautismo de emergencia es un verdadero bautismo. Todo cristiano tiene el poder de bautizar;
no se debe repetir el bautismo de emergencia si el niño sobrevive, pero debe
haber testimonio público de ello en la iglesia.
c. El Señor manda que sus
discípulos bauticen. ¿Qué significa la palabra bautizar? Pregunta 238. Aprendemos la respuesta en Marcos 7:4. La
palabra “lavar”, que está aquí, es
la misma palabra que en el mandato de bautizar significa bautizar. Bautizar luego significa lavar, lavar con agua. Por eso dice Hechos 22:16: “Bautízate y lava tus
pecados.” Con la palabra bautizar Cristo también nos indica el elemento externo
que debemos usar en el bautismo. El agua
es el elemento que Dios ordenó para el bautismo. — ¿Cómo debe ser aplicada el
agua? Hay sectas, como por ejemplo los bautistas, que enseñan que solamente es
un bautismo correcto cuando a la persona bautizada se le sumerge en el agua. Ahora bien, un bautismo es válido cuando se
hace en esta forma. Pero la palabra bautizar no se limita a sumergir en agua. Hemos
visto que sencillamente es lavar con agua, como se lavan las mesas. También
cuando se esparce agua sobre la
cabeza de un niño, como se hace en nuestra iglesia, es un bautismo válido. Juan
el Bautista una vez profetizó que Dios bautizaría a sus discípulos con el
Espíritu Santo. Mateo 3:11. La profecía se cumplió cuando el Señor derramó su
Espíritu Santo sobre los apóstoles en Pentecostés. El bautismo puede ser por aspersión, rociar o derramar agua sobre
la cabeza de la persona. Dios no ha prescrito aquí ninguna forma en especial. Bautizar significa lavar con agua,
esparcir, derramar o sumergir en agua.
d. El Señor también nos indica
en su mandato a quiénes debemos bautizar.
Pregunta 239, 240. El Señor nos ha mandado bautizar a todas las naciones, o sea, a
toda la gente. Seguramente esto no quiere decir que debemos enviar a
personas para derramar agua sobre todos aquellos que todavía no han sido
bautizados en el nombre de Dios y así bautizarlos. Eso no sería un verdadero
bautizo. El Señor Jesucristo ha dado el mandato a su iglesia de predicar el
evangelio de Cristo y luego agrega: “El que creyere y fuere bautizado, será
salvo.” Marcos 16:15,16. Debemos
proclamar el evangelio a los paganos en primer lugar, tenemos que instruirlos
en la fe cristiana. Y todos los que confiesan que creen en Cristo y desean el
bautismo deben ser bautizados en el nombre del Señor. — Dentro de la iglesia
cristiana no bautizamos solamente a los adultos, sino también a todos los niños
de los cristianos que sus padres llevan al bautismo. Trataremos en particular
más tarde el hecho de que tenemos el derecho y el deber de hacerlo.
3. Nuestro catecismo nos dice
acerca del bautismo que no solamente es el agua comprendida en el mandato de
Dios, sino también que está “ligada con la palabra de Dios.” Y esta palabra de
Dios que está ligada al agua del bautismo se indica en las palabras de institución,
que pronunció el Señor, de que debemos bautizar “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.” Ésta es la
palabra de Dios que tiene que llegar al agua, para que sea un bautismo, un
sacramento. ¿Qué quieren decir estas palabras? Pregunta 238.
a. Cuando alguien hace algo en
nombre de otro, lo hace por mandato y encargo de aquella persona. Bautizar en
el nombre del Dios trino, luego, significa en primer lugar bautizar por el mandato de Dios, por encargo de él. Cuando Pedro sanó
a aquel cojo en la puerta del templo en el nombre de Cristo (Hechos 3:6),
realmente no lo hizo él, sino Cristo realizó este milagro por medio de él. Cuando
bautizamos en el nombre de Dios, realmente no lo hacemos nosotros, sino Dios lo
realiza por medio de nosotros. Por eso cuando el Señor dio a sus discípulos el
mandato de bautizar, agregó que él estaría con los suyos hasta el fin del mundo.
Mateo 28:18-20. (“Ser bautizado en nombre de Dios significa ser bautizado por
Dios mismo y no por hombres. Por lo tanto, aún cuando el bautismo se realice
por personas se trata, en realidad, de una obra de Dios mismo. Y de aquí puede
deducir cada cual que tal obra supera en mucho a cualquiera llevada a cabo por
hombres o por santos.” Catecismo Mayor, Bautismo #10.) Y aquí se demuestra otra
vez lo sublime y glorioso que es nuestro bautismo, una obra que el Dios trino
mismo hace a nosotros.
b. Sin embargo, estas palabras
tienen un sentido aún más profundo. Ser bautizado en el nombre de Dios
significa realmente sumergirse en el
nombre de Dios. El nombre de
Dios significa, como ya hemos visto en el segundo mandamiento, Dios mismo como él se revela a nosotros.
Ser bautizado en su nombre es entrar en comunión con Dios. Bautizar en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo según
el mandato de Cristo significa ser recibido por medio del bautismo en la
comunión del Dios trino. — Somos recibidos en la comunión del Dios Trino
por medio del bautismo. El nombre de Dios es Dios como él se ha revelado a nosotros. No somos recibidos en la esencia
de Dios por medio del bautismo, no llegamos a ser Dios, sino somos recibidos en
la comunión de él, tal como se ha revelado a nosotros. En el bautismo recibimos
participación en todo lo que el Dios trino ha hecho por nosotros. Recibimos
participación en el amor de Dios Padre, quien ha enviado a su Hijo por
nosotros; en la gracia de Dios Hijo y en todo su mérito; en comunión con el
Espíritu Santo que nos santifica con sus dones. Así en el bautismo llegamos a
pertenecerle a Dios.
CONCLUSIÓN: Así vemos que el santo bautismo es realmente un
sacramento. En él encontramos las tres cosas que hacen un sacramento. Aquí
tenemos el mandato de Dios. El
bautismo es un acto sagrado ordenado por Dios. Aquí tenemos un medio externo ordenado por Dios, el
agua. Este elemento finalmente se une con una
palabra de Dios en particular.