El bautismo de
los niños
Introducción: Ya hemos indicado que nuestra iglesia bautiza a los
niños cuando sus padres o los que tienen autoridad sobre ellos los traen para bautizarlos.
Los que se llaman bautistas y otras sectas similares rechazan el bautismo de
los niños. Dicen que bautizarlos no es correcto, que es contra la palabra de
Dios. Solamente los adultos, los que antes fueron instruidos en la palabra de
Dios y han confesado su fe en Cristo, deben ser bautizados. Así bautizan a los
que se unan a su comunión aún cuando hayan sido bautizados cuando eran niños. Y
ustedes seguramente encontrarán a tales personas. Por eso deben saber qué
pueden contestarles para que no causen dudas acerca de su bautismo. Otra vez
hablaremos especialmente del bautismo de
los niños y veremos que está bien
fundado en la palabra de Dios. Pregunta 241, 241.
1. Cuando tenemos que decidir la
pregunta a quién debemos bautizar y a quién no, sobre todo debemos ver las
palabras de institución, el mandato de Cristo de bautizar, Mateo 28:18-20. Allí
el Señor nos manda bautizar a todas las
naciones, que son toda la gente, jóvenes y adultos. Cuando el Señor
Jesucristo manda que debemos bautizar a todas las naciones, ciertamente no
excluye a los niños, más bien los incluye, porque también ellos pertenecen a “todas las naciones.” Es cierto que no
leemos en la Sagrada Escritura con palabras explícitas que los apóstoles bautizaron
a niños, pero sí se nos dice que bautizaron a familias enteras, por ejemplo Lidia y su casa, Hechos 16:15, el
Carcelero de Filipos y todos los suyos, Hechos 16:33. Seguramente en esas
familias también había niños pequeños.
2. La prueba principal de que
también los niños pequeños deben ser bautizados la tenemos en Marcos 10:13-15. Cristo
quiere que los niños vengan a él, que se los traigan. Él dice que de ellos es
el reino de Dios. Nuestros niños no pueden entrar en el reino de Dios así como
son por naturaleza. Nuestro Salvador dice explícitamente que solamente aquellos
que nacen de agua y del Espíritu pueden entrar en el reino de Dios. Porque lo
que es nacido de carne, carne es, y la carne no puede heredar el reino de Dios.
Juan 3:5,6. Nuestros niños son niños nacidos de carne. Si deben entrar en el
reino de Dios, tienen que nacer de nuevo. Estos niños son engendrados por Dios,
por agua y el Espíritu, por medio del santo bautismo. Y el Espíritu Santo viene
a ellos y los hace hijos de Dios. El santo bautismo luego es el medio por el cual llevamos a nuestros
niños a Jesús, por medio del cual son recibidos por él en el reino de los
cielos, que el Señor les ha prometido. Sí, no hay duda de que es la voluntad de
Dios que bauticemos a nuestros niños.
3. Los que se oponen al bautismo
de los niños, sin embargo, generalmente aducen esto: ¿Qué provecho pueden
recibir los niños del bautismo? Los niños no saben lo que les sucede y tampoco
pueden creer. Y sin fe su bautismo
no los puede ayudar. Es cierto que la fe tiene que agregarse al bautismo para
que tenga un efecto saludable. Confesamos en nuestro catecismo que el bautismo
da cosas grandes y gloriosas “a todos
los que creen”. Si nuestros niños no pudieran creer, ciertamente el
bautismo no les aprovecharía nada. Pero ellos pueden creer, y realmente lo hacen. Dios mismo lo dice en Mateo
18:6. En el bautismo Dios el Espíritu Santo obra en ellos la fe, y así el
bautismo les es provechoso, reciben su plena bendición. Por lo tanto, nosotros nos quedamos con nuestro
bautismo de los niños, no importa lo que digan las sectas contrariándolo. Es
conforme a la palabra de Dios, el cual ha dado glorioso testimonio de ello, y por
medio de ello ha guardado su cristiandad.
4. Todavía debemos tratar
brevemente acerca de una costumbre que se encuentra en el bautismo de nuestros
niños. Han visto frecuentemente cómo bautizamos a los niños. Allí hay gente que
contesta en lugar del niño. Hablan por él, es decir, ya que él mismo no puede hacerlo,
renuncia por medio de ellos al diablo y confiesa su fe en el Dios Trino. A esas
personas las llamamos padrinos. ¿Por qué tenemos padrinos para nuestros
niños en el bautismo? La palabra de Dios no nos dice nada acerca de
padrinos para el bautismo, pero la iglesia cristiana ha instituido esta
costumbre por razones poderosas. Ya hemos oído una razón por la que tenemos
padrinos para nuestros niños en el bautismo. Deben contestar en lugar del niño
las preguntas que el pastor hace al niño. — Otra razón: El bautismo es
importante para un cristiano durante toda su vida, ya que debe consolarlo en la
tribulación causada por sus pecados hasta la muerte. El cristiano luego debe
estar muy seguro que ha sido debidamente bautizado y nuestro niños no recuerdan
su bautismo. Así los padrinos después deben asegurarles que han sido debidamente bautizados según el mandato y
la institución de Dios. La palabra de Dios dice que todo asunto, especialmente
un asunto importante, debe ser confirmado por testimonio de dos o tres. Mateo
18:16. — Otra razón. Nuestros niños son bautizados, pero también se les debe enseñar
a guardar todo lo que el Señor nos ha mandado. (Mateo 28:20.) Y los padrinos
deben ayudar con eso. Especialmente en el caso de que sus padres mueran, deben
cuidar de la instrucción cristiana
de los niños. — Al bautizar a nuestros niños también intercedemos por ellos. Los
padrinos también deben orar por los
niños. La cuestión de a quiénes debemos escoger para ser padrinos de nuestros
niños no es asunto de indiferencia. No debemos ver tanto el parentesco, como
tantos lo hacen, sino sobre todo debemos cuidar de escoger a personas que
cumplirán diligentemente sus deberes como padrinos. Debemos escoger como
padrinos para nuestros niños a personas cristianas, creyentes, serias, y que
compartan con nosotros la misma fe.
“¿Qué dones o beneficios confiere el
bautismo?”
Introducción: Hemos aprendido qué cosa es el santo bautismo, que no
es simple agua solamente, sino agua comprendida “en el mandato divino y ligada
con la palabra de Dios.” Es un acto que
Dios mismo ha ordenado e instituido y en que él hace que su palabra llegue al
agua. Eso hace del bautismo algo grande y glorioso, y de gran bendición y
provecho para él que lo recibe. Nuestro catecismo sigue describiendo este
beneficio y bendición al contestar la pregunta: “¿Qué dones o beneficios confiere el bautismo?” Da una respuesta
doble, o sea, en qué consiste el beneficio del bautismo, y luego, quién lo
recibe, para finalmente demostrar que enseñamos eso en conformidad con las
palabras y promesas de Dios.
1. Nuestro catecismo en primer lugar nos dice en qué consiste el beneficio
del bautismo. Preguntas 243, 244.
Nuestro catecismo habla de tres beneficios del bautismo; nos dice
que confiere la remisión de los pecados, que redime de la muerte y del diablo,
y que da la salvación eterna. Presenta estos beneficios de acuerdo a las
palabras y promesas de Dios: “como dicen
las palabras y promesas de Dios”. A la segunda pregunta: “¿Qué palabras y
promesas son éstas?” el catecismo aduce el pasaje Marcos 16:16. Allí Dios mismo
nos indica el beneficio del bautismo. El que es bautizado será salvo. El beneficio que el bautismo nos da es la salvación. ¿Pero cómo? ¿No nos dice
más nuestro catecismo? También presenta el perdón de los pecados, la redención
de la muerte y del diablo como beneficios del bautismo. ¿No nos dice aquí
nuestro catecismo más que la palabra de Dios, o al menos más de lo que dice
esta promesa? De ninguna manera. El que se salva, primero tiene que tener el
perdón de los pecados. También es liberado de la muerte y del poder del diablo.
Si el bautismo nos salva, también obra el perdón de los pecados y libra de la
muerte y del diablo. (“En segundo lugar, ya que sabemos lo que es el bautismo y
cómo ha de ser considerado, debemos aprender por qué y para qué ha sido
instituido, esto es, para qué sirve, qué da y qué realiza. Esto no se puede
captar mejor que en las palabras de Cristo citadas antes: El que creyere y
fuere bautizado será salvo, Marcos 16:16. Aquí debes comprender de la manera
más sencilla que la fuerza, obra, beneficio, fruto y fin del bautismo consisten
en hacernos salvos. En efecto, cuando se bautiza a alguien no es para que se
haga un príncipe, sino, según las palabras, para que sea salvo. Y se sabe bien
que ser salvo no significa otra cosa, sino únicamente ser librado del pecado,
de la muerte y del demonio; entrar en el reino de Cristo y vivir con él
eternamente.” Catecismo Mayor, Bautismo, #23-25.) El bautismo luego obra el
perdón de los pecados, libra de la muerte y del diablo y nos da la eterna
salvación. En el segundo artículo confesamos que Jesucristo nos ha redimido,
nos ha librado y rescatado de todos los pecados, de la muerte y del poder del
diablo. Cristo ha obtenido para
nosotros todos estos beneficios mediante su vida, sufrimiento y muerte. Pero para
que nos sean provechosos estos grandes beneficios que Cristo ha obtenido para
nosotros, tienen que llegar a ser nuestros. Con este fin Cristo ha colocado
todo su gran tesoro, el perdón de los pecados, la vida y la salvación, en el
bautismo, como uno guarda joyas y piedras preciosas en un cofre. Cuando somos
bautizados, recibimos estos bienes que Cristo ha obtenido para nosotros. El
Espíritu Santo los hace nuestros. El bautismo es la mano de Dios por medio de la cual Dios nos ofrece y da estas
cosas maravillosas. Así el bautismo es
el medio por el cual el Espíritu Santo hace nuestras todas estas bendiciones.
El bautismo luego es también un medio de
gracia, por el cual el Espíritu Santo nos hace participar de los beneficios
de su gracia. 1 Corintios 6:11.
Vemos luego más de cerca los
beneficios del bautismo así como nuestro Catecismo
Menor los presenta.
a. En primer lugar dice que el
bautismo obra el perdón de los pecados,
y este hecho se comprueba en la promesa general. Marcos 16:16. La Sagrada
Escritura, sin embargo, también nos lo dice explícitamente. Así en Hechos 2:38
el apóstol les manda a los judíos que deben bautizarse para que tengan el perdón de sus pecados." Luego el bautismo
tiene que obrar esto. También el pasaje de 1 Pedro 3:20 nos dice lo mismo. Allí
al bautismo se le llama: “aspiración de
una buena conciencia hacia Dios.” Por medio del bautismo recibimos una
buena conciencia delante de Dios. Pero esto solamente es posible si somos
librados de la culpa del pecado, si tenemos el perdón de los pecados. Si el
bautismo nos da una buena conciencia, entonces nos da el perdón de los pecados.
¿Pero cómo obra el bautismo el perdón de los pecados? Lo aprendemos en
el pasaje de Gálatas 3:26,27. En el bautismo nos hemos revestido de Cristo, así como se pone uno la ropa. Si somos
bautizados, Cristo ya es nuestro con todo lo que él ha merecido y ganado para
nosotros. En el bautismo se nos da Cristo con todo su mérito. Pero Cristo principalmente
ha obtenido para nosotros el perdón de
los pecados. Así el bautismo obra el perdón de los pecados cuando nos da y hace
nuestro el mérito de Cristo.
b. Nuestro catecismo sigue
diciéndonos que el bautismo nos redime
de la muerte y del diablo. Esto es consecuencia de lo anterior. No puede
ser de otra manera. La muerte entró en el mundo a causa del pecado. Es la paga del pecado. Si el bautismo obra el
perdón de los pecados y quita el pecado, quita también el castigo del pecado y
redime de la muerte. — Distinguimos entre la muerte eterna y la temporal. La
muerte eterna es la eterna condenación.
Si el cristiano ya no tiene pecado, si se le quitan sus pecados mediante el
bautismo, tampoco tiene que temer más ninguna condenación. De esto modo también
la muerte temporal pierde su dolor. Es
cierto que también los cristianos bautizados todavía mueren. Pero para ellos la
muerte ha perdido su terror. El aguijón de ésta, lo que hace la muerte horrible
y temible, es el pecado. El que todavía no tiene el perdón de los pecados tiene
que temer la terrible condenación de la muerte eterna después de la muerte
temporal. Los cristianos ahora hemos recibido por medio del bautismo el perdón
de los pecados. Así la muerte ha perdido su aguijón. La muerte temporal para
los cristianos es la entrada a la vida eterna. Pueden jactarse con el apóstol
de que la muerte es sorbida en la victoria de Cristo, 1 Corintios 15:55-57.
Si el bautismo obra el perdón de
los pecados, luego libra también del diablo. El diablo tentó a los
primeros hombres al pecado; él los engañó. Pecaron, y así se sometieron al
poder y a la autoridad de Satanás. Por medio del pecado, el diablo recibió poder y autoridad sobre los humanos, fuimos
echados en el reino y bajo la autoridad del príncipe de las tinieblas. Mientras
el pecado nos dominaba, permanecíamos en este reino. Ahora que el bautismo nos
ha quitado nuestros pecados, y somos librados del poder del diablo. Por medio
del bautismo Dios nos salvó de la autoridad de las tinieblas, nos libró de la
potestad de las tinieblas, o sea, del reino de Satanás, y nos trasladó al reino
de su amado Hijo, Colosenses 1:12-14. En Cristo tenemos el perdón de los
pecados. Se hace nuestro este perdón que Cristo mereció para nosotros en el
bautismo. Así en el bautismo también tenemos liberación del diablo. — Es cierto
que el diablo también después del bautismo todavía tiene un poco de tiempo para
tratar de hacer caer a los cristianos. Pero no los puede retener ya en su poder
si ellos permanecen en su bautismo. En el poder de su bautismo ellos se guardan
contra el diablo y sus tentaciones y más y más obtienen la victoria.
c. Finalmente nos dice nuestro
catecismo que el bautismo también da la
eterna salvación. El Señor dice clara e inequívocamente en su promesa que así
sucede. Marcos 16:16. También Pedro dice explícitamente que el agua bautismal nos
salva. 1 Pedro 3:20-21. El catecismo dice que el bautismo nos da la salvación. Y
lo hace ahora, no solamente en la vida eterna. Por medio del bautismo ya tenemos
la bienaventuranza en esperanza; allí la gozaremos en su perfección con todos
sus beneficios. La bendición del bautismo así alcanza hasta el cielo.
Aquí vemos otra vez qué acto tan
grande y glorioso es el bautismo, que nos trae tan preciosos beneficios. Frente
a éstos ningún bien de esta tierra puede compararse.
2. Pero nuestro catecismo todavía nos muestra quiénes reciben estos dones
y beneficios. Preguntas 245, 246.
a. ¿Quiénes son las personas que
reciben los beneficios del santo bautismo? El catecismo nos contesta con las
palabras: “Todos los que creen”, o
sea, los que creen lo que se dice aquí del bautismo conforme a la palabra de
Dios, que da el perdón de los pecados, que libra de la muerte y del diablo y
que da la eterna salvación. “Eso también
es lo que dicen las palabras y promesas de Dios.” El Señor no solamente
dice en Marcos 16:16: El que fuere bautizado será salvo, sino dice: “El que creyere y fuere bautizado será salvo.” La
fe también tiene que acompañar al bautismo para que resulte provechoso. Ciertamente
la fe no hace en primer lugar del
bautismo un bautismo. Es en sí un verdadero bautismo, un potente medio de gracia, por medio del cual
Dios ofrece el perdón de los pecados, la vida y la salvación, si lo creemos o
no. También a los que no creen ciertamente se les ofrece en el bautismo el
perdón de los pecados, la liberación de la muerte y del diablo y la eterna
salvación. — Pero tenemos también que recibir,
aprehender estos beneficios. ¿De qué
le servirá a un pobre que un hombre rico le ofrezca una gran cantidad de dinero
si él no la acepta? El dinero realmente se le da, realmente le pertenece, pero
él no recibe ningún beneficio ni provecho de él. Así es también con el bautismo.
El bautismo es la mano de Dios, por
medio de la cual él nos ofrece sus gloriosos tesoros de gracia; pero tenemos
que recibirlos por medio de la fe. La
fe es nuestra mano, con la cual nos apropiamos estos tesoros de gracia. (“En
efecto, puesto que dichos beneficios son ofrecidos y prometidos aquí en estas
palabras con el agua y unidos al agua, no podrán tampoco recibirse de otro
modo, que si lo creemos de sincero corazón. Sin la fe, el bautismo no sirve de
nada. Aunque en sí no deje de ser un tesoro divino y superabundante.” Catecismo
Mayor, Bautismo #33. — “Así ves claramente que aquí no hay ninguna obra
realizada por nosotros, sino un tesoro que Dios nos concede y del que tal fe
toma posesión, así como el Señor Jesucristo en la cruz no es una obra, sino un
tesoro, que, contenido y ofrecido a nosotros en la palabra, es recibido por la
fe.” Catecismo Mayor, Bautismo #37.)
b. Todavía el Señor agrega: “El que no creyere será condenado.” Tal vez nos sorprenda que Dios no diga: El
que no creyere y no fuera bautizado, sino solamente dice: “El que no creyere
será condenado.” Con esto el Señor demuestra que la incredulidad es lo que realmente condena. Puede suceder que un
hombre crea en su corazón y todavía no haya recibido el bautismo. Podemos
pensar en el ladrón en la cruz. Cuando se hizo creyente, ya no pudo ser
bautizado, y sin embargo Cristo le asegura que será salvo. Sobre todo cuando un
cristiano creyente en caso de emergencia no puede recibir el bautismo, será
salvo por su fe. Dios nos ha obligado a usar sus medios de gracia, pero no se
ha obligado a sí mismo. — El caso es distinto, seguramente, si un hombre tiene
la oportunidad de ser bautizado, pero no quiere utilizar este medio. Los
fariseos y los escribas de quienes leemos en Lucas 7:30 eran tales personas. No se dejaron bautizar por Juan. Y se
dice de ellos: “Y desecharon los
designios de Dios respecto de sí mismos.” El que puede tener el bautismo y no
quiere ser bautizado, no lo utiliza, con eso rechaza el consejo de Dios, el medio que Dios le ha dado para la
salvación. Al rechazarlo demuestra que no
cree lo que Dios le ha dicho en su palabra. Y debido a su incredulidad es
condenado. La fe que salva puede
coexistir con la falta del bautismo, pero no con el rechazo del bautismo.
c. Todos los cristianos debemos
por medio de la fe apropiarnos de los beneficios que Dios nos da en el bautismo.
Debemos hacerlo durante toda nuestra vida. Nuestro
bautismo tiene significado y es válido y provechoso para toda nuestra vida.
El bautismo es, como hemos oído, un
pacto con Dios. 1 Pedro 3:21. Dios nos ha prometido que por causa de Cristo
él será nuestro Padre y nosotros seremos sus queridos hijos. Quiere perdonarnos
nuestros pecados y salvarnos. Y Dios guarda
con fidelidad sus pactos. (Isaías 54:10.) La gracia que él nos ha prometido
en el bautismo queda firme, aún en el caso de que nosotros hayamos sido
infieles. Desdichadamente lo hemos sido. Nosotros pecamos muchas veces después del bautismo, por la debilidad de
nuestra carne, o también voluntariamente, contra nuestra conciencia. Luego
cuando nuestros pecados nos aterran y nos presionan, otra vez miramos a nuestro
bautismo, y nos apropiamos de los beneficios que Dios nos ha prometido en el
bautismo, el perdón de los pecados, la vida y la salvación. Y lo tenemos
verdadera y seguramente. De este modo constantemente recibimos otra vez una buena conciencia delante de Dios, puesto
que el bautismo es el pacto de una buena conciencia. Así nos consolamos en
nuestro santo bautismo durante toda nuestra vida.