EL
NOVENO Y DÉECIMO MANDAMIENTOS
@MAINPAR
= Introducción: En el noveno y en el décimo mandamientos Dios nos prohíibe
la codicia. Pero No obstante, la codicia sucede nace en el corazón, de modo que. Luego estos mandamientos tratan
especialmente del corazón. Nos enseñan claramente que también los malos pensamientos
son pecados ante Dios, de hecho, también la condición mala y pecaminosa de
nuestro corazón, ya que Dios quiere tener nuestro corazón completamente limpio
y santo, sin ningún impulso del pecado.
1. Primero aAprendemos primero lo que Dios nos
ha prohibido en estos dos mandamientos. Pregunta
75, 79, 81, 1.
a. Dios
nos prohíibe en estos
mandamientos codiciar la casa, la mujer, el siervo, la criada, el
ganado y todo lo que sea del prójimo. Luego prohibe eEn los dos mandamientos prohíbe la misma cosa:,
la codiciacodiciar de lo
que sea del prójimo, y por eso podemos tratar estos dos mandamientos juntos. Nuestro catecismo nos habla en la exposición Dde las
maneras en que estas codicias se manifiestan nos
habla nuestro catecismo en la exposición.
1'. No
debemos tratar de obtener con astucia la
herencia o la casa de nuestro prójimo. La
casa del prójimo aquí nos es explicadose nos explica como la herencia o la casa del prójimo, o
sea, todo lo que el prójimo haya heredado y todo lo demás que poseea,
todas sus posesiones.
Estas cosas no las debemos tratar de obtener, es decir, tratar de hacerlas nuestrasadueñarnos de ellas. Muchas
personas tratan de obtener las posesiones de su prójimo con astucia, utilizando toda manera de trucos. Esta
astucia comúnmentecomunmente se manifiesta en
al trataresto,
que tratan de obtener algo alegando
un derecho ficticio, o sea, hacerlo parecer,
presentarlo a los hombres, como si uno tuviera
derecho asobre las posesiones del prójimo. Así lo hizo el impío rey Acáab, 1 Reyes 21:1-16. Quería tener la viña de Nabot, y como no la pudo obtener
legítimamente, permitió que Nabot fuera falsamente acusado de haber blasfemado
a Dios y al rey.
De baseA causa de
esta falsa acusaciónacusasión Nabot fue condenado a la muerte (Levítico 24:14), y sus posesiones
pasaron al rey.
Así Acáb obtuvo con un derecho ficticio
la posesión de su prójimo. TambiénAsí
los fariseos y los
escribas se apropiaron los fariseos y los
escribas de las casas de las viudas bajo el pretexto de largas
oraciones. Mateo 23:14. Y el
Señor pronuncia una maldición sobre ellos y loes
amenaza con una condenación tanto mucho más grande.
2'. Y
como no debemos obtener con astucia la casa del prójimo y apropiarnos de ella
alegando un derecho ficticio, tampoco lo debemos hacer con cualquier
alguna otra
posesión, su esposa, siervo, criada, buey o todo lo que sea suyo. No debemos sonsacar al prójimo sula mujer del prójimo, ni su criado, ni sus animales, o sea no debemos tratar
de alejarlos por medio demediante la persuasión, ni con astuta seducción alejarlos de él, no
quitárselos por medio de la fuerza ni de cualquier ninguna manera hacerles extrañossepararlos a él. (Sei uno quierepodría poner usar como ejemplos,
auno
podría usar lo siguiente, David, que hizo
extrañoseparó
a Uríias de su esposa, 2 Samuel 11:1-4, y a Absalón, que alejó de
su padre el corazón de su pueblo, 2 Samuel 15:1-6).
b. La
gente que tratahace de es maneraesto muestra y da prueba
de que codicia los bienes y las posesiones de su
prójimo, de modo que por medio demediante tratos injustos trata deintenta obtener lo que es
del otrono le
pertenece.
No se complacen
en que el prójimo tenga lo que Dios le ha dado. Son envidiososEnvidia de lo que él
tiene. Todo lo quieren para sí mismos. Isaías 5:8. Los
malos deseos de la envidia y la avaricia habitan en su corazón. Dios nos prohiíbe esosesos
malos deseos en estos dos mandamientos. No
debemos ser egoístas y avaros, sino debemos estar contentos con lo que Dios nos
da. 1 Timoteo 6:6-10. La
avaricia por un lado es muy neciao. Tenemos Es suficiente para vivir si tenemoscon que tengamos comida y ropa. Ny no
podemos llevarnos
ninguna posesión con nosotros cuando
partamos de este mundo. Y por otro lado la avaricia es muy
peligrosa, y hunde lleva a los hombres en
a la destrucción
y a la perdición.
c. Dios
nos prohíibe los malos
deseos del corazón. Para la codicia
Lla Eescritura
frecuentemente utiliza otra expresión para la codicia, el deseola lascivia. La mala codicia y el mal deseo la
mala lascivia sones la misma cosa. Dios
aquí prohíibe la codicia o el mal deseo.
Dios Él ve en
el corazón. El nNos enseña aquí a reconocer debidamente cómo es por
naturaleza la condición de nuestro corazón por
naturaleza. Lo que Dios prohíibe se
encuentra en elnuestro corazón. Codiciamos
y tratamos de obtener los bienes del prójimo y no nos da gusto que él los
tenga. El amor al prójimo
no mora en nuestro corazón. Solamente Sólo buscamos nuestro
provecho. Es el egoísmo lo
que mora en nuestro corazóncorazón,. Así nuestro corazónde modo que no es limpio
y santo, sino lleno de malos deseos y codicias. Nuestro
corazón por naturaleza es malo y corrupto, lleno de malos deseos y
concupiscencia para toda clase de pecado. Santiago
1:14. Así Ésta es la condición de
nuestro corazón desde la juventud. (Génesis 8:21). Ya
desde el nacimiento tenemos este
deseo para toda clase de pecado en nosotros. Es nacido oLo hemos heredado de
nuestros padres.
(Juan 3:6). Somos
carne nacidos de carne. Esta corrupción heredada
de nuestro corazón que heredamos lao
llamamos luego el pecado original. —-- Este
pecado original o hereditario es la fuente de todo otro
pecado, de todo mal pensamiento,
palabra y obra malas. Santiago 1:14-15. El
corazón se fascina dey
y se alegra en y codicia el
pecado. —-- El primer mandamiento nos demuestra la fuente
de todo verdadero bien, o sea el temor y amor a Dios. Estos
dos mandamientos nos enseñan la fuente de todo pecado, o sea, el propio mal deseo de nuestro corazón, en el cualque no hay ningún amor a
hacia Dios
ni al hacia el prójimo y que
está inclinado a todo mal.
d. Dios nos prohíbe eEsta
codicia, este mal deseo, Dios nos lo prohibe
en el noveno y décimo mandamientos. Nos
dice claramente que no debemos codiciar nada. Romanos
13:9. Con esto demuestra que él no quiere tal esa condición del
corazón, que eso en sí ya es pecado
a los ojos de Dios.
Así estos mandamientos expresamente
nos recuerdan que ya el mal
deseo en sí es verdaderamente pecado. Debemos
reconocer que nosotros los humanos ya por naturaleza somos pecadores y estamos
bajo la ira de Dios.
Si esta mala condición de nuestro
corazón es verdadero pecado, luego debemos luchar
contra ella y tratar de suprimir nuestros malos deseos (Gálatas 15:24). —--
El apóstol dice que él no hubiera conocido la codicia. Romanos
7:7. Por sí mismo ningún hombre reconoce que
como pecado el mal deseo y la codicia,
que la mala condición que de
hay en nuestro
corazón es pecado. Por eso Dios expresamente prohibeprohíbe el mal deseo. A los hombres les parece una locura que el mal deseo sea pecado y traiga la condenación. Por eso Dios prohiíbe el mal deseo con dos
mandamientos particulares, para enfatizarlo tanto más
agudamente.
2. Además aprendemos lo que Dios nos manda en
estos mandamientos. Preguntas 76, 80, 81, 82.
a. Lo
que Dios manda en primer lugar lo
aprendemos de en la explicación de nuestro catecismo. Debemos ayudar al prójimo y cooperar con él en la
conservación de lo que le pertenece. No
debemos de ninguna manera
hacer nuestra buscar en todas las maneras hacer
nuestro lo que sea pertenece aldel prójimo, sino mucho
másmás bien
debemos ayudarlo
para que él mantenga posesión deconserve sus bienes y
posesiones. Con ese fin debemos ayudar al prójimo, debemos
sacar adelante sula causa del prójimo,
ayudarloe en sus esfuerzos porde mantener posesión deconservar lo suyo, y con este fin ofrecerle
toda clase de servicio, prestar nuestraofrecer la mano para que
el prójimo proteja lo suyo, Gálatas 5:13. Así
Abraham ayudó a Lot a recibir de nuevo lo que se le había sido robado. (Génesis 14:1-12).
AsimismoAsimismo, debemos instar
a la mujer y a los siervos del prójimo
para que se queden en donde estén,
en el lugar que les corresponde según la voluntad de Dios, para que cumplan con sus deberes según Dios
quiere que lo hagan. Así trató Pablo y envió otra vez a Onésimo, su esclavosiervo, a Filemón. (Filemón
11-14). Lo mismo José, cuando se opuso a los deseos de la esposa de Potifar. (Génesis 34).
b. El
que trata procede de esta manera demuestra y da prueba
de que él no tiene
codicia decodicia
los bienes del prójimo. No trata de obtener de una manera
pecaminosa lo que pertenece al prójimo, sino que se complace en lo que tenga el prójimo y desea que él reciba siempre más. Y tal
esa actitud
del corazón es lo que el Señor nos exige de nosotros
en este mandamiento, que busquemos
el beneficio y provecho de nuestro prójimo. Filipenses
2:4. El verdadero amor al
prójimo, que lleva
hasta a niega negarse a uno mismo, debe
morar en nuestro corazón para que toda nuestra acción y tratamiento
hacia el prójimo proceda del amor.
c. Así
Dios nos recuerda en estos mandamientos cómo
debe ser la condición de nuestro corazón. No
debe haber allí ningún mal deseo malo, sino solamente sólo deseos santossantos para todo
bien, ninguna tendencia al mal, sino solamente al bien. Todo nuestro corazón debe ser puro y santo así como
Dios mismo es santo.
Levíticos 19:2; Mateo 15:42. —-- El
deseo y el amor para todo lo bueno debe fluir del amor hacia Dios. (“<169>Debemos temer y amar a Dios.”<170>) Salmo 37:4. Porque
nuestro deleite está en el Señor, también debemos hacer según
lo que Dios él desee. La condición de nuestro corazón debe ser tal que habite allí
puro sólo amor hacia Dios, y procediendo del amor
a Dios también amor hacia
elal prójimo, deleite y amor poren
todo lo buenobien, para que procedan de nuestro corazón
pensamientos, palabras y obras santas. Así
estos dos últimos mandamientos nos llevan otra vez al primero y nos muestran
que el amor es el cumplimiento de la ley. (Romanos
13:10).
@MAINPAR
= La conclusión. En todo caso, no existehay
ningún corazón humano que tenga esa condición., Ssin
embargo Dios puede exigir de nosotros tal esa perfecta santidad. El Él nos ha hecho santos y es culpael del hombre
tiene la culpa de que haya
que perdido su santidad
ha sido perdida por medio del pecado. La
falta de tal esa santidad ante Dios es también pecado, que
nos sujeta a la ira de Dios y a la condenación. Así
estos dos mandamientos nos enseñan claramente que los hombres jamás han
guardado la ley de Dios, ni pueden hacerlo, ya que la ley encierraconcluye a toda carne bajo pecado y con eso bajo
la maldición de Dios.
Y así nos enseñan con toda claridad que
por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Dios. Hay solamente sólo uno que ha guardado
estos mandamientos y,
al hacerlo,con
eso toda la ley de Dios —, el
Dios-hombre Jesucristo, que nació sin pecado. ÉEl
ha cumplido la ley por nosotros en nuestro lugar. ÉEl
es el fin de la ley, el cumplimiento de la ley; de modo que el que en él creyere es justo.