“¿CÓMO PUEDE ESTE COMER Y BEBER CORPORAL HACER COSAS TAN GRANDES?”
Introducción: Nuestro catecismo ha dicho grandes y gloriosas cosas
acerca de la Santa Cena. En conformidad con la palabra de Dios, afirma que nos
da el perdón de los pecados, la vida y la salvación. Así es apropiado aquí,
como en el caso del bautismo, preguntar: “¿cómo
puede este comer y beber corporal hacer una cosa tan grande?” Nuestra razón
pregunta: ¿Cómo puede ayudar que comamos y bebamos corporalmente? El comer y
beber corporal no pueden quitar la culpa del pecado. Por eso nuestro catecismo
pone esta pregunta y nos muestra cómo es
que la Santa Cena tiene tan gran poder y efecto.
1. Nuestro catecismo contesta: “Ciertamente, el beber y comer corporal no
es lo que las hace, sino las palabras que dicen.” Preguntas 281,282.
a. “El comer y beber corporal no es lo que las hace.” Esta obra
externa, que uno vaya a la Santa Cena y coma y beba, no es lo que hace estas
cosas; no puede darnos el perdón de los pecados. Desafortunadamente hay muchos
que llevan el nombre de cristianos que piensan así. Van a la Santa Cena para
hacer una obra externa y merecer así el perdón de los pecados. Pero entonces
seríamos justos ante Dios por nuestras propias obras y no solamente por la
gracia por medio de la fe. El que quiere recibir el perdón de los pecados en el
sacramento por el acto de comer y beber no recibirá ninguna bendición o
beneficio de la Santa Cena.
b. La Santa Cena no tiene su
gran poder y efecto por el acto de comer y beber, sino por las palabras que dicen: “por vosotros dado y por vosotros derramada
para remisión de los pecados.” Estas son las palabras de Jesús, de Dios. Este
sacramento tiene su efecto a causa de las palabras de Dios. El caso es igual
aquí como en el bautismo. Si no estuviera aquí la palabra de Dios, entonces el
comer y beber sería solamente el comer y beber común y ordinario, y no podría
efectuar más que cualquier otro comer y beber. Solamente podría satisfacer y
nutrir el cuerpo. Pero ahora la palabra de Dios está con este comer y beber. Y
con la palabra de Dios es un comer y beber lleno de gracia. A causa de esta
palabra de Cristo recibimos aquí no solamente pan y vino, sino el cuerpo y la
sangre del Señor. Y recibir el cuerpo y la sangre de Cristo no puede estar en
vano y sin provecho. Aquí entra la palabra de Dios y nos dice que este cuerpo y
esta sangre fue dado y derramada por nosotros para el perdón de los pecados. Esta
palabra nos asegura el perdón de los pecados. Así es la palabra de Dios que da
al sacramento tan gran poder y efecto. — Nuestro catecismo sigue diciendo: “Estas palabras son, junto con el comer y
beber corporal, lo principal en el sacramento.” La palabra de Dios es lo principal en el sacramento, o sea,
es la cosa más necesaria e importante
del que depende todo lo demás. Es cierto que estas palabras son la cosa
principal “junto con el comer y beber
corporal.” El comer y beber corporal también pertenecen a este sacramento. No
podemos concluir que podemos despreciar y abandonar el comer y beber corporal y
decir que queremos solamente adherirnos a la palabra de Dios. Entonces tampoco recibiríamos
la bendición del sacramento. Conforme a la palabra de Dios y la institución
debemos comer y beber, pero no en tal forma que pongamos nuestra confianza en
el acto de hacerlo, sino en las palabras que están allí y dicen: “dado por vosotros y derramada por vosotros
para el perdón de los pecados.” Debemos creer que estas grandes cosas, el
perdón de los pecados, la vida y la salvación están en el sacramento y nos son se
nos distribuyen por medio de las palabras. (“En este punto se confunden una vez
más los espíritus sabios en su propia sabiduría e inteligencia que claman a
voces: ¿cómo es posible que el pan y el vino perdonen los pecados o fortalezcan
la fe? Sin embargo escuchan y saben que nosotros no afirmamos cosas semejantes
acerca del pan y del vino por el mero hecho de serlo, sino que nos referimos
únicamente al pan y vino que son el cuerpo de Cristo que van unidos a la
palabra. Esto, decimos, y ninguna otra cosa es el tesoro mediante el cual se
adquiere tal perdón de los pecados. Esto no nos es ofrecido sino en las
palabras: ... por vosotros dado y derramada... En esto tienen dos cosas: el
cuerpo y la sangre de Cristo, y que ambos te pertenecen como un tesoro y don. Ahora
bien, no puede ser que el cuerpo de Cristo sea algo infructífero y vano, que
nada produzca y aproveche, sin embargo, aunque el tesoro sea tan grande en sí,
es necesario que esté comprendido en la palabra y que con ella nos sea ofrecido.
De lo contrario, no podríamos conocerlo, ni buscarlo.” Catecismo Mayor, el
Sacramento del Altar, # 28-30.)
2. Nuestro catecismo luego también agrega: “y el que cree dichas palabras
obtiene lo que ellas dicen y expresan; esto es: la remisión de los pecados.”
Pregunta 283.
a. En estas palabras nuestro
catecismo nos muestra quién recibe y tiene las grandes cosas que el sacramento contiene
por medio de la palabra de Dios, la persona que cree en estas palabras. Dios
por medio de su palabra nos ofrece en la Santa Cena el perdón de los pecados,
la vida y la salvación. Ofrece estos tesoros a todos los que van al sacramento
y comen y beben. Pero ahora tenemos que recibir y apropiarnos de este tesoro
del perdón de los pecados. Éste nos es ofrecido por medio de la palabra y
promesa de Dios, y por tanto solamente podemos recibirlo creyendo y poniendo nuestra
confianza en estas palabras. (“El tesoro ha sido abierto y colocado ante la
puerta de cada hombre; aún más, encima de la mesa. Pero es menester que tú te
apropies de él y lo consideres con certeza como aquello que las palabras te
dan.” Catecismo Mayor, el Sacramento del Altar, # 35) Así es asunto de la fe que participamos de los
beneficios del sacramento. El que no cree tampoco recibe ninguna bendición y
beneficio en el sacramento. Pero el que cree estas palabras seguramente tiene
lo que ellas dicen y expresan, él recibe y tiene el perdón de los pecados, y
con él la vida y la salvación.
b. ¿Se concluye de esto que
nuestra fe es lo que hace la Santa Cena un sacramento? De ninguna manera. La Santa
Cena es un sacramento por la palabra y la institución de Dios. Es un sacramento
si nosotros aceptamos lo que Dios nos da en el sacramento o no. También el que va
a la Santa Cena sin la fe recibe todo el sacramento, recibe no solamente el pan
y el vino, sino también bajo y con estas cosas terrenales el cuerpo y la sangre de Cristo. Y así le es ofrecido también toda
la bendición y provecho del sacramento por medio de las palabras: el perdón de
los pecados, la vida y la salvación. Pero el hombre incrédulo no quiere tener
este tesoro, sino lo echa de sí por medio de su incredulidad. A cada uno a quien se le ofrece el
sacramento conforme a la institución de Cristo, se le da el cuerpo y la sangre
de Cristo bajo el pan y el vino; pero solamente él recibe el provecho que cree
las palabras de promesa: dado por vosotros y derramada por vosotros para el
perdón de los pecados. Debemos cuidarnos, luego, para que vayamos al
sacramento con verdadera fe y así también lo recibamos dignamente.