ALQUIMIA CABALÍSTICA
(José A. Puche Riart)
El estudio de la Kábala hebraica, ha tenido desde la antigüedad una relación directa con la Alquimia, aunque sus conexiones no han sido muy divulgadas, en especial desde la instauración de la Inquisición por los Reyes Católicos, ante el lógico temor de los practicantes de este Arte de ser acusados de judaizantes al publicar sus escritos.
Alquimistas como Nicolás Flamel, tan claros y explícitos al tratar de temas relativos a los judíos hay pocos. Cabe tener en cuenta su avanzada edad al terminar sus libros (era octogenario en una época en que la media de vida no llegaba a cuarenta años). Flamel nos habla del libro de Abraham el Judío, cuyo destino se ignoraba hasta hace pocas fechas.
La tradición ocultista confirma que Kábala o KAB.BALAH fue recibida por Moisés en el Monte Sinaí al recibir las Tablas de la Ley de manos de Dios. Luego fue transmitida a Esdrás. Los estudiosos de la Kábala son semitas en occidente (Kábala occidental), y asiáticos (Kábala oriental). La Kábala está en relación con el Antiguo Testamento, que los judíos denominan TORAH o Ley.
Por otro lado, desde los siglos XII al XVII se utilizó como una experiencia espiritual en la teosofía judía, a la que denominaron Kábala Magna. En ella se recogen dos escalas de perfección: Del hombre hacia Dios y del hombre hacia las plantas y piedras. La Kábala tiene una lectura oculta o misteriosa de la Torah, de la que está prohibido variar hasta una coma, para que no se pierda su significado secreto. Todos sus textos han sido escritos en hebreo y arameo.
La TORAH consta de una parte escrita, que se denomina TORAH visible, y de una tradición oral, que se denomina TORAH invisible. Sin un buen conocimiento de ambas no hay comprensión de la Kábala.
La manera cristiana de entender la Kábala es considerarla como una palestra entre Dios y el hombre. Considerada como la esencia del texto bíblico, existen misterios a los que no puede acceder el hombre. La manera secreta de entender la Kábala es accesible al que conoce la TORAH, lo que exige conocer y amar a Dios, sin lo cual no será revelada. No se debe confundir con el misticismo. Consiste en la búsqueda de misterios y revelaciones sobre la vida oculta, incognoscible y abismal de Dios para conocerle íntimamente.
El cabalista logra su finalidad al entrar en el orden perdido que existió antes de que el hombre fuese carnal, y sólo se puede aprender por un Maestro, o por revelación directa de Dios.
Los cabalistas, al igual que los alquimistas, usan el lenguaje de los símbolos, para guardar el secreto y conservar la tradición. Suelen ser también hermetistas. La correlación Cabalismo-Alquimia está en la unión de lo CELESTE y lo TERRESTRE. De Dios y el hombre.
Los libros más importantes de la Kábala son el Sepher Yetzipah (o Libro de la Creación), el Sepher Abahir y el Sepher Zohar.
La Alquimia, para los que tienen formación cabalística, entronca directamente con la Kábala. El principal secreto, el conocimiento de las materias y las proporciones de la Amalgama, se puede deducir directamente a partir del nombre de Dios IEWE (Yod-eh-vau-he, en hebreo).
Para quien no tenga conocimientos cabalísticos, se explican a continuación algunas particularidades del alfabeto.
Iod. Es la décima letra del alfabeto sagrado cabalístico. Representa por lo tanto a la cifra 10, y a las letras I.Y y J de nuestro alfabeto. Indica principio masculino, fecundidad viril. Es la vara de Hermes escondida bajo el signo de la fortuna y en el TAROT se representa por la Rueda de la Fortuna, signo alquímico de la materia solar, que aporta el "Cuerpo" a la Gran Obra.
He. Es la quinta letra del alfabeto sagrado cabalístico. Corresponde al número 5. Equivale a las letras E y H. Su figura es un pentagrama. Esconde el secreto del mercurio alquímico y del "Alma" de la Obra.
Vau. Es la sexta letra del alfabeto sagrado cabalístico. Equivale a las letras F,V y U. Representa al número 6. Está relacionado con la belleza, el planeta VENUS. Su símbolo es el hexagrama, sello de Salomón. Contiene los 4 elementos. Esconde el secreto del "Espíritu" de la Obra.
(Texto enviado por nuestro amigo, José Antonio Puche Riart, y publicado originalmente en la revista "Química e industria", Junio de 1997, España, página 449 y 450.)