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El abismo del tiempo

(Jorge Miranda Fuentes)

 

 

El tiempo como sujeto de estudio aún concentra el interés de las mentes más poderosas del siglo xx, existiendo numerosos criterios a la hora de lograr una aceptable definición de él debido a la complejidad de la tarea.

La percepción lineal del tiempo que subyace en la idea de un pasado un presente y un estado futuro de cosas es propia de una concepción histórica; fundamento de la tradición religiosa judeo-cristiana. Otra visión del tema lo describen las religiones paganas por el énfasis otorgado a los ciclos, donde ritos recrean periódicamente hechos realizados en un tiempo arquetípico por los dioses. La historia no existe, el tiempo solo es comprensible si está en función de un tiempo mítico y no es necesario un registro escrito de los hechos.

 La ilustración y la revolución industrial desarrollaron nuevas concepciones sobre el tiempo en la mente del hombre moderno. Para Benjamin Franklin, noble representante de estas nuevas ideas el tiempo es un recurso precioso, escaso y con un valor intrínseco en dinero. Con los ojos de hoy lo vemos como forjador del espíritu pragmático de los estados unidos a la luz de esta nueva visión económica.

En los dominios de la ciencia las bases de la física sufren un duro golpe en 1905 con la teoría de la relatividad formulada por un oscuro funcionario de la oficina de patentes de la ciudad de Berna. La fórmula que sintetizaba el arduo trabajo de años, estaba en su mente luego despertar de un extraño estado de ensueño mientras se dirigía en un tranvía a su trabajo. Según los postulados generales de esta teoría sólo la velocidad de la luz se considera constante no importando el eje de coordenadas tomado como referencia, pero no así el tiempo.

Consecuencia de sus estudios es la idea del tiempo como unidad relativa, no constante como se había supuesto. Einstein dejó ciertos indicios a la física teórica para el desarrollo de posteriores hipótesis acerca de la posibilidad de viajar a través del tiempo como lo sugiere el físico Stefen Hawking, titular de la cátedra lucasiana en la universidad de Oxford. El aporte de Hawking consiste en sus estudios de los hoyos negros y de sus análisis de los hoyos del tipo "gusano", verdaderos puentes cósmicos a lugares inmensamente lejanos en distancia y en tiempo o simplemente nexos a otros universos distintos al nuestro.

A la literatura, el tiempo, no le es indiferente. Borges por medio de su libro "Otras inquisiciones" nos deleita con relatos sobre el carácter de musa inspiradora que tienen los sueños para algunos autores, los que, no pudiendo encontrar la emoción o la inspiración para sus creaciones en estado de vigilia, si la encuentran en el estado de sueño, cuando llegan a ellos los instrumentos para completar su obra o simplemente como lo presenta Lovecraft son posesionados por extrañas entidades que anulando sus voluntades recrean una pseudomemoria para completar la tarea.

El mundo fantástico, metafísico y totalmente subjetivo de Borges describe a Samuel Taylor Coleridge como un gran escritor de temas poéticos sobrenaturales y cotidianos, omitiendo su talla de ser el más influyente crítico literario del siglo xix. Coleridge ensimismado por la imagen del gran emperador chino, nieto del inmortal conquistador mogol Gengis, creó el gran poema simbólico "Kubla Khan"en el cual leemos la maravillosa descripción de su palacio, inspirada en los vagos recuerdos del sueño finalizado momentos antes.

Fueron los recuerdos de una entidad usurpadora testigo de la magnificencia de aquel palacio la que guió su pluma o simplemente un viaje astral a lejanas épocas le dio aquel conocimiento de primera mano acerca del mítico xanadu; nunca lo sabremos con certeza.

Lovecraft, otro gigante de la literatura universal al igual que el argentino Jorge Luis Borges era de pocos amigos, solitario en su deambular bibliográfico y de una formidable cultura autodidacta que le permitía beber de las fuentes originales todo aquel conocimiento perdido desde antiguos volúmenes ocultos en oscuros y recónditos subterráneos de incontables bibliotecas. En apariencia sus vidas paralelas tuvieron puntos de vista singulares en cuestiones tan fundamentales como el concepto del tiempo.

El tiempo de Borges era aquel pensado por los clásicos y por ciertas concepciones esotéricas de la no linealidad , existía un eterno retorno, una repetición ad aeternum de la realidad, Borges al mirar su imagen en algún aborrecido espejo solo veía un atisbo de otro Borges, el real. El pasado necesitaba ser rescatado por medio del recuerdo de acciones heroicas perdidas en la memoria o en el horror de paradojas como la de un tal Funes el memorioso, cuya capacidad para no olvidar ni el más mínimo detalle nos enfrenta al horror de un presente continuo.

Lovecraft no centra su grandeza en la memoria de la creación humana, al contrario, en cierta forma la desprecia, adquieren mayor fuerza en él la mitología no-humana,el tiempo no está circunscrito al período de desarrollo de nuestra civilización, hace percibir a sus lectores el tiempo bajo múltiples puntos de referencia, pasado ,presente y futuro pueden existir en forma simultánea en mundos oníricos donde el tiempo y el espacio se alteran irremediablemente. Explora en las regiones aún en penumbras de nuestro subconsciente, o donde los rastros de ancestrales miedos son inherentes a la genética de nuestro cuerpo. En el cuento de horror "El abismo del tiempo " ("En la noche de los tiempos") Lovecraft crea una fantástica historia de abducción más allá de las barreras espaciotemporales. El protagonista en medio de una clase de economía pierde el sentido para despertar ocho años después y descubrir que durante ese período su cuerpo fue ocupado por un ser no humano. Vagos recuerdos de una lejana época del pasado de la tierra y de una anormal biología corpórea permiten despertar en él la búsqueda de la verdad.

 

A semejanza de la flor traída desde el futuro por el protagonista del relato de H. G. Wells: "La máquina del tiempo", Nathaniel Wingate el protagonista del cuento de Lovecraft recrea la vieja paradoja relativista al encontrar en un remoto desierto australiano la evidencia en la forma de un antiquísimo libro escrito en épocas prehumanas por su puño y letra,.

Como la vieja frase de Borges acerca de las infinitas consecuencias de una acción, el horror de comprender ser un mero instrumento de conciencias alienígenas cambia el equilibrio de la razón y nubla los pensamientos para siempre. Los sueños no siempre muestran fantasía sino que a veces son la realidad.

(Nota: Jorge Fuentes, es miembro de la Liga Lovecraftiana)


 

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sergio_fritz@yahoo.com

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