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Antecedentes De la Lucha Obrera Y Campesina En México
Principios Del Sindicalismo Revolucionario
Peridico #2
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Del Ataque a la Defensa.
Hubo momentos en el agitado periodo de 18?? a 1910, en que realmente la revolución llamo a nuestras puertas y nos hizo sentir el júbilo de la hora suprema de todas las reivindicaciones. Una ola internacional de entusiasmo solidario conmovió a los esclavos modernos y les llamo a la conquista del porvenir. El corazón y el cerebro de los oprimidos respondieron a los imperativos de la hora, rompieron el ritmo de la rutina, salieron de los de los causes cotidianos, y el paria se atrevió a erguir su cuerpo curvado bajo el peso de una negra servidumbre milenaria y a mirar de frente al sol. Se vivieron en esos años horas inolvidables y el despertar de los pueblos ofreció un espectáculo grandioso y conmovedor. ¡Por fin se descubría a nuestras miradas ansiosas la tierra prometida! Surgió un México preñado de promesas de libertad de entre los escombros del porfirismo y por todas partes caían en ruinas los viejos sistemas carcomidos por la ola de fuego de la revolución.
Sólo que eso fue un despertar pasivo de las masas de esclavos; una ráfaga extraña en los hábitos adquiridos por una larga noche de autoridad y de explotación; aparecieron los rayos de una aurora nueva y Prometeo levanto la frente, pero no supo destruir sus ligaduras; Revivió en su alma un impulso formidable de vagos deseos, de indefinidos anhelos y gozo de esas nuevas e inefables sensaciones; la hora memorable que siguió a la guerra no dejó en
las masas de los oprimidos y de los explotados más que el recuerdo de un espasmo de intima satisfacción, de un júbilo interno, indescriptible, una débil sensación de preludios de libertad. Se extinguieron los entusiasmos en la pasividad estéril y las cadenas quedaron.
No debe extrañarnos que los pueblos no supieron que hacer con sus propias fuerzas; los años de esclavitud pesaron sobre ellos como una sofocadora sensación de impotencia; a vivir la libertad se aprende prácticamente; no por los libros, sino por la vida misma. Y las experiencias reales, los aprendizajes prácticos de las masas para vivir libres eran tan pocos, tan insignificantes, tan débiles, que su recuerdo se había perdido a la voz de la tradición no transmitida - de esclavo a esclavo, de padre a hijo, de generación a generación, como se transmitía por muchos años la epopeya de la lucha por la independencia - lecciones de sabiduría practica para la conquista de un mundo mejor.
Las clases privilegiadas sintieron que la revolución llamaba a las puertas del mundo y quedaron aterradas. Los trabajadores no sabían qué hacer para ocupar su puesto en la vida, pero tampoco las capas privilegiadas supieron moverse para defender sus privilegios y conjurar el peligro. Si el ataque del proletariado hubiera sido efectivo y rápido, no habría encontrado apenas resistencia. Tal era el espanto que imperaba arriba, en las esferas de la
riqueza y la dominación.
En el periodo de 18++ a 1910, la voz de los trabajadores fue; sin embargo, un factor resolutivo en la vida social; los capitalistas y los gobernantes consideraron que sería un gran triunfo mantenerse en la defensiva, y colmar, al menos en apariencia, los deseos más apremiantes de las masas.
Se vivía con la convicción de un periodo transitorio en que se atravesaba; pero en lugar de prever que la brújula del mundo pudiera inclinarse de parte de la reacción, se confío ciega e irreflexivamente en su propio triunfo.
Frente a los aterrados burgueses se pensó con regocijo y con orgullo que muy probablemente dentro de poco tiempo los tendrían de su lado, como iguales, en el taller, junto al yunque, o en el campo, tras el arado.
Fue un instante de solidaridad emotiva de las masas laboriosas; y era tal el sentimiento de la propia fuerza que no se les ocurrió la idea de que su vigor pudiera decrecer al día siguiente; la realidad les decía que luchaban con ventaja, que marchaban en una ofensiva triunfal, y la seducción y el disfrute de la tierra prometida que divisaron en la lejanía les aparto los ojos de la realidad de su situación; y cuando cambiaron las perspectivas constataron trágicamente que no habían hecho nada para romper las cadenas de la esclavitud. Y entonces era ya demasiado tarde... El enemigo había probado ya esa inexperiencia y recobrado sus fuerzas y su valor para doblegar de nuevo a su voluntad y uncir al pueblo otra vez a su carro de triunfo.
Casi repentinamente se vieron sometidos a los viejos amos; de la ofensiva proletaria internacional se paso a la ofensiva capitalista y autoritaria en todos los países; los que ayer atacaban - o creían atacar - tenían que defenderse, y viceversa, los que atacaron se defendieron antes. Tan rápida fue la mutación del escenario que muchos aparecieron subyugados por el pesimismo y desconfiaron amargamente de porvenir de la humanidad.
Nosotros consideramos que es una pérdida enorme la experiencia por el proletariado, que no supo quebrantar sus ligaduras cuando tan fácil le hubiera sido; pero estamos muy lejos de hablar de una derrota. No, no es una derrota la sufrida: es una lección practica que nos hará más oportunos en lo sucesivo. Para nosotros no hay mas que una sola derrota en las luchas revolucionarias: la pasividad. atacar o defenderse es siempre movimiento, es
siempre vida. La pasividad es la adaptación al dolor, a la miseria, al crimen permanente del sistema imperante.
Hace años, las circunstancias nos eran favorables; ahora nos son en extremo desventajosas; Ayer la lucha exigía más víctimas a nuestros enemigos que a nosotros; hoy es al contrario. La modificación es grande, pero mientras la vida revolucionaria persista, mientras la bandera de nuestras aspiraciones quede en pie, no hay motivo para desesperar. Llegarán ineludiblemente días mejores: entonces sabremos aprovechar el tesoro de las experiencias.
Esta hora reclama la actividad tenaz y consciente de las minorías rebeldes dueñas de su voluntad. Las grandes masas proletarias reposan del cansancio emotivo de los años de guerra y de efervescencia revolucionaria. Los movimientos de masas posibles todavía en esta hora, son los movimientos colectivos de la reacción.
(Adaptación de un texto de Diego Abad de Santillan *)
¿Por qué celebramos el 1º de Mayo?
A lo largo del año 1886 se sucedieron actos, marchas y huelgas de los obreros norteamericanos en demanda de la jornada de ocho horas de trabajo, culminando con una huelga general llamada por la Federación de Trabajadores de EE.UU. y Canadá para el 1º de mayo, En Chicago, en uno de los actos organizados por activistas anarquistas de la A.I.T. la concurrencia de más de 23.00 trabajadores fue ametrallada por la policía, continuando los enfrentamientos y las persecuciones por la ciudad, con la muerte de un policía por la explosión de una bomba. SE encarcela a los oradores del acto junto con otros anarquistas, iniciando un juicio donde se trató de probar la culpabilidad de ellos en la muerte del policía. Aunque la participación en la muerte no pudo ser demostrada, A los compañeros A. Spies, Miguel Schwab y Adolfo Fisher se les condeno a morir en la horca, y Luis Lingg se suicido en su celda para no ser ahorcado, Alberto Parsons, otro activista anarquista que se entrego a la policía para estar junto a sus compañeros, fue ejecutado también en la horca. Todos ellos murieron en la lucha por las ocho horas.
"Mi defensa es su acusación, mis pretendidos crímenes son su historia. ... Puede sentenciarme honorable juez, pero al menos que se sepa que en el Estado de Illinois ocho hombres fueron sentenciados por no perder la fe en el último triunfo de la libertad y la justicia".
Spies.
"Hablare poco, y seguramente no despegaría los labios si mi silencio no pudiera interpretarse como un cobarde asentimiento a la comedia que acaba de desarrollarse. Dicen que la Anarquía está procesada, y la Anarquía es una doctrina hostil a la fuerza bruta opuesta al criminal sistema de producción y distribución de la riqueza. Ustedes y sólo ustedes son los agitadores y los conspiradores..."
Schwab.
"Solamente tengo que protestar contra la pena de muerte que me imponen porque no he cometido crimen alguno... pero si he de ser ahorcado por profesar mis ideas anarquistas, por mi amor a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad, entonces no tengo inconveniente... Lo digo bien alto: Dispongan de mi vida".
Fischer.
"No, no es por un crimen por lo que nos condenan a muerte, es por lo que aquí se ha dicho en todos los tonos, es por la Anarquía, y puesto que es por nuestros principios por lo que se nos condena, yo grito bien fuerte: ¡Soy anarquista!.
Los desprecio, desprecio su orden, sus leyes, su fuerza, su autoridad.
¡Ahórquenme!.
Lingg.
"Los principios fundamentales de la Anarquía son: la abolición del salario y la sustitución del actual sistema industrial y autoritario por el sistema de la libre cooperación universal, único que puede resolver el conflicto que se prepara.
La sociedad actual sólo vive por medio de la fuerza, y nosotros hemos aconsejado una revolución social de los trabajadores contra este sistema de fuerza. si voy a ser ahorcado por mis ideas anarquistas, mátenme".
Parsons.
En una palabra, el 1ro de mayo ha perdido su carácter original. Se ha convertido en jornada de fraternidad de clases en vez de ser una jornada de lucha de clases. Y aunque conserva teóricamente este último carácter, se le asocia a menudo mascaradas y desfiles militares o paramilitares que prácticamente lo anulan. Todo sucede como si el proletariado, a despecho de los grandes gritos que lanza la parte de la clase obrera que tiene la especialidad de aturdirse, hubiera perdido la confianza en si mismo, como si no tuviera ya conciencia ni de sus responsabilidades históricas, ni su potencia, ni de su ideal de emancipación. A este respecto podemos decir que la decadencia del primero de mayo es uno de los signos mas notables de la decadencia del movimiento obrero.
(MELLA, RICARDO; DOMMANGET MAURICE, 1ro de mayo, Editorial Antorcha, México
1977).
Los Partidos Políticos y los Sindicatos.
[...] La palabra "sindicato de trabajadores" significaba al principio en Francia organización por ramos de la industria, para el mejoramiento de su status social y económico. Pero el crecimiento del sindicalismo revolucionario dio a este significado una importancia mucho más amplia y profunda. Tal como un partido es, por así decirlo, la organización unificada
para un esfuerzo político determinado dentro del moderno Estado constitucional, y procura, en una u otra forma, mantener el orden burgués, así también, desde, el punto de vista sindicalista, las uniones de trabajo, los sindicatos, constituyen la organización obrera unificada, y tienen por objeto la defensa de los intereses de los productores dentro de la sociedad presente y la preparación y el fomento práctico de la reedificación de la vida social según las normas socialistas. Tiene, por consiguiente, una doble finalidad: 1º Como organización militante de los trabajadores contra los patronos, dar fuerza a las demandas de los primeros para asegurar la elevación de su promedio de vida. 2º Como escuela para la preparación intelectual de los obreros, capacitarlos para la dirección técnica de la producción y de la vida económica en general, de suerte que, cuando se produzca una situación revolucionaria, sean aptos para tomar por sí mismos el organismo socioeconómico y rehacerlo en concordancia con los principios socialistas.
Opinan los anarcosindicalistas que los partidos políticos, aunque ostenten nombres socialistas, no son adecuados para cumplir ninguna de dichas tareas.
Así lo atestigua el mero hecho de que, incluso en países en que el socialismo político dirigió poderosas organizaciones y contaba con millones de votos, los trabajadores nunca pudieron prescindir de los sindicatos, ya que la legislación no les ofrecía protección en su lucha diaria por el pan.
Con frecuencia ha ocurrido que precisamente en las zonas del país donde el partido socialista tenía mayor fuerza, era donde los jornales estaban más bajos y la vida en peores condiciones. Tal ocurrió, por ejemplo, en los distritos del norte de Francia, donde los socialistas estaban en mayoría en muchos ayuntamientos, y en Sajonia y Silecia, donde la socialdemócrata alemana había llegado a tener infinidad de afiliados.
Los Gobiernos ni los Parlamentos apenas se deciden a tomar medidas de reforma social o económica por propia iniciativa, y cuando por acaso así ha sucedido, la experiencia demuestra que las supuestas mejoras han sido letra muerta en medio de la balumba superflua de leyes. así fue como las modestas tentativas del Parlamento británico, en la primera época de la gran industria, cuando los legisladores, atemorizados por los horrorosos efectos de la explotación de los niños, se decidió por fin a procurar algunos remedios triviales, tales disposiciones carecieron durante mucho tiempo de aplicación. Por una parte caían en la incomprensión de los mismos trabajadores; por otra, fueron saboteadas descaradamente por los patronos.
Lo mismo ocurrió con la conocida ley italiana que el Gobierno hizo votar a mediados de 1890, prohibiendo que las mujeres que trabajan en las minas de azufre de Sicilia bajasen sus niñitos a las galerías subterráneas. Hasta mucho más tarde, cuando aquellas mujeres lograron organizarse y elevar su nivel de vida, no desapareció el mal por sí mismo. Casos parecidos podrían citarse muchos, tomados de la historia de todos los países.
[...] Mas si los partidos políticos son absolutamente incapaces de procurar la más insignificante mejora de las condiciones de la vida de las clases laboriosas dentro de la sociedad actual, son mucho más incapaces todavía de emprender la estructuración orgánica desde una comunidad socialista, ni de prepararle el terreno, pues se hallan completamente desprovistos de lo más indispensable para tal cometido. Rusia y Alemania han dado suficientes pruebas de ello.
La punta de lanza del movimiento obrero no es, por consiguiente, el partido político, sino el sindicato, endurecido en la lucha cotidiana y penetrado de espíritu socialista. los obreros, únicamente pueden desplegar toda su fuerza situándose en el terreno económico, pues es su actividad como productores lo que mantiene unida la estructura social y garantiza en absoluto la misma existencia de la sociedad. en cualquier otro plano se hallarán pisando terreno ajeno y malgastarán sus esfuerzos en luchas sin esperanza, que no les aproximarán en un ápice a la meta de sus anhelos. En el campo de la política parlamentaria el obrero es como el gigante Anteo del mito griego, al que Hércules pudo estrangular en el aire, una vez separados sus pies de la Tierra, que era su madre.
Únicamente como productor y creador de riqueza social el obrero se percata de su fuerza; en unión solidaria con sus compañeros, establece en el sindicato la guerrilla invencible capaz de resistir contra todo asalto, si se siente inflamada por el espíritu de libertad y animada por el ideal de la justicia entre los hombres.
[...] Por consiguiente, el anarcosindicalismo opina que las organizaciones sindicales deben tener tal carácter que permita llevar al máximo la lucha de los obreros contra los patronos, al mismo tiempo que les proporcione a los primeros una base que les haga capaces, dada una situación revolucionaria, de emprender la reestructuración de la vida económica y social. De manera que su organización se estructura en la siguiente forma: los trabajadores de cada región se unen en los sindicatos de sus respectivos ramos, y éstos no se hallan sujetos al veto de ninguna central, sino que gozan de plenos derechos de autodeterminación. Los sindicatos de la ciudad o de los distritos rurales se combinan en lo que en inglés diríamos cartels, o federaciones del trabajo. A su vez, estas federaciones son las que organizan la propaganda y la educación locales, Funden a los obreros como clase y evitan que se produzca ninguna manifestación fraccional de miras estrechas.
Todas las federaciones están vinculadas, según distritos y regiones entre sí, por medio de la Confederación General del Trabajo, que mantiene en constante contacto los grupos locales, vela por el libre engranaje del trabajo productivo de los miembros de distintas organizaciones en sentido cooperativo, procura establecer la coordinación necesaria en la obra educativa, en la que las federaciones poderosas acudirán en ayuda de las más
débiles, y en general presta el apoyo de su concurso a los grupos locales,
en forma de consejo y guía. resulta, pues, que cada sindicato está, además, enlazado federativamente con todos los del mismo ramo del país, y a su vez relacionados en la misma forma con todos los ramos colaterales, de suerte que están constituidos en verdaderas alianzas industriales. La misión de estas alianzas es ordenar la acción corporativa de los grupos locales, dirigir huelgas de solidaridad cuando se haga necesario y atender a todos los requerimientos de la lucha diaria entre el capital y el trabajo. De esta manera, la Confederación de "cartels" y de alianzas industriales constituyen los polos entre los cuales gira toda la vida de los sindicatos. Los anarcosindicalistas están persuadidos de que ni por decretos ni por estatutos otorgados por el Gobierno puede crearse un orden de economía socialista, sino en virtud de la colaboración del cerebro y de la mano de obra de todos los trabajadores, desde cada ramo de la producción; es decir, posesionándose de las fábricas para regentarlas los obreros por sí mismos, en tal forma que todos los grupos separados de fábricas y ramos industriales sean miembros independientes del organismo económico general y efectúen sistemáticamente la producción y la distribución de los productos en interés de la comunidad, a base de libres acuerdos mutuos.
Rudolf Rocker, de Anarcosindicalismo, Teoría y Practica.
La Huelga
Huelgas por todas partes, de Rusia a la Argentina. ¡Y que huelgas! Veinte,
cincuenta mil hombres y mujeres que de pronto, a una señal, se cruzan de
brazos. Los esclavos rebeldes de hoy no devastan los campos, ni incendian
las aldeas; no necesitan organizarse militarmente bajo jefes conquistadores
como Espartaco para hacer temblar al imperio. No destruyen, se abstienen. Su
arma terrible es la inmovilidad.
Es que el mundo descansa sobre los músculos crispados de los miserables. Y
los miserables son muchos; cincuenta mil cariátides humanas que se retiran
no es nada todavía. El año próximo serán cien mil, luego un millón. El
edificio social no parece en peligro; esta cerrado a todo ataque por sus
puertas de acero, sus muros colosales, sus largos cañones; está rodeado de
fosos, y fortificado hasta la mitad de la llanura. Pero mirad el suelo,
enfermo de una blandura sospechosa; sentidlo ceder aquí y allí. Mañana, con
suavidad formidable, se desmoronará en silencio la montaña de arena, y
nuestra civilización habrá vivido.
Hay un ejercito incomparablemente más, mortífero que todos los ejércitos de
la guerra: la huelga, el anárquico ejercito de la paz. Las ruinas son útiles
aún; el saqueo y la matanza distribuyen y transforman. La ruina absoluta es
dejar el mármol en la cantera y el hierro en la mina. La verdadera matanza
es dejar los vientres vírgenes. La huelga, al suspender la vida, aniquila el
universo de las posibilidades, mucho más vasto. Lo visible pasó ya; lo
posible es lo futuro. Asesinar es un accidente; no engendrar es un
prolongado crimen.
No importa tanto que la sangre corra. Los ríos corren; lo grave es el
pantano. El movimiento, aunque arrolle, afirma el designio eficaz y la
energía. El hacha que os apunta una mano no se lleva más que la mano; mas,
si los dedos no obedecen a vuestra voluntad, estremeceos, porque no se trata
ya de la mano solamente, sino de vuestra médula. La huelga es la parálisis,
y la parálisis progresiva, cuyos síntomas primeros padece la humanidad
moderna, delata profundas y quizás irremediables lesiones interiores.
Todo se reduce a un problema moral. Es nuestra conciencia lo que nos hace
sufrir, lo que envenena y envejece nuestra carne. Hemos despreciado y
mortificado a los menos culpables de entre nosotros, a los humildes
artesanos de nuestra prosperidad; no hemos sabido incorporarlos a nuestra
especie, fundirlos en la unidad común y en la armonía indispensables a toda
obra digna y durable; hemos querido que la suma total de los dolores
necesarios cayera únicamente rechazado y acumulado en el fondo tenebroso de
la sociedad vuelve sobre nosotros, y se levanta y crece a la luz del sol y
al aire libre, de donde jamás debió haber desaparecido
.
Rafael Barret.