Los Delincuentes en La Carcel y Fuera.
3. Los delincuentes en la cárcel y fuera.
Para empezar, tengamos en cuenta que no hay preso que considere justo el castigo que se
le aplica. Esto es en si mismo una condena de todo nuestro sistema judicial. Hablad con
un hombre encarcelado o con un gran estafador. Dirá: "Aquí están los de las pequeñas
estafas, los de las grandes andan libres y gozan del público respeto". ¿Qué responder,
sabiendo que existen grandes empresas financieras expresamente dedicadas a arrebatar
los últimos céntimos de los ahorros de los pobres, y cuyos fundadores se retiran a tiempo
con botines legales hechos a costa de esos pequeños ahorros? Todos conocemos esas
grandes empresas que emiten acciones, sus circulares falsas, sus inmensas estafas. ¿Cómo
no dar al preso la razón?
Y el hombre encarcelado por robar una caja fuerte, te dirá: "Simplemente no fui bastante
listo; nada mas". ¿Y qué contestarle, sabiendo lo que pasa en sitios importantes, y cómo,
tras terribles escándalos, se entrega a esos grandes ladrones el veredicto de inocencia?
Cuantas veces se oirá decir a los presos: "Son los grandes ladrones los que nos tienen
aquí encerrados; nosotros somos los pequeños". ¿Cómo discutir esto cuando los presos
saben de las increíbles estafas perpetradas en el campo de las altas finanzas y del
comercio. Cuando saben que la sed de riquezas, adquiridas por todos lo medios posibles,
es la esencia misma de la sociedad burguesa? Cuando ha examinado la inmensa cantidad
de transacciones sospechosas que separan a los hombres honestos (según medidas
burguesas) y a los delincuentes, cuando ha visto todo esto, tiene sin duda que creer que
las cárceles son para torpes, no para delincuentes.
Esta es la norma respecto al mundo
exterior. En cuanto a la cárcel misma, no hace falta extenderse mucho en ello. Sabemos
bien lo que es. Sea respecto a la comida o a la distribución de favores, en palabras de los
presos, desde San Francisco a Katmchatka: "Los mayores ladrones son los que nos tienen
aquí, no nosotros".
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