4. El Trabajo en la Cárcel.
4. El trabajo en la cárcel.
Todos conocemos el influjo dañino de la ociosidad. El trabajo realza al hombre. Pero hay
muchos trabajos. El trabajo del libre hace sentirse parte del todo inmenso; el del esclavo
degrada. Los trabajos forzados se hacen a la fuerza, sólo por miedo a un castigo peor. Y
ese trabajo, que no atrae por si mismo porque no ejercita ninguna de las facultades
mentales del trabajador, esta tan mal pagado que se considera un castigo.
Cuando mis amigos anarquistas de Clairvaux hacían corsés o botones de concha y
ganaban doce centavos por diez horas al día, y cuatro los retenía el Estado, podemos
comprender muy bien la repugnancia que este trabajo producía al condenado a ejecutarlo.
Cuando uno gana treinta y seis centavos por semana, hay derecho a decir: "Los ladrones
son los que aquí nos tienen, no nosotros".
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