7. El Efecto de las Ropas de la Cárcel y de la Disciplina.
7. El efecto de las ropas de la cárcel y de la disciplina.
Todo el mundo conoce la influencia de la ropa decente. Hasta un animal se avergüenza de
aparecer ante sus semejantes si algo le hace parecer ridículo.
Si pintan a un gato de blanco y amarillo no se atreverá a acercarse a otros gatos. Pero los
hombres empiezan por entregar una vestimenta de lunático a quien afirman querer
reformar.
El preso se ve sometido toda su vida de prisión a un tratamiento que indica un desprecio
absoluto por sus sentimientos. No se concede a un preso el simple respeto debido a todo
ser humano. Es una cosa, un número, y a cosa numerada se le trata. Si cede al más
humano de todos los deseos, el de comunicarse con un camarada, se le culpa de falta de
disciplina. Quien no mintiese ni engañase antes de entrar en el cárcel: allí aprenderá a
mentir y a engañar y este aprendizaje será para él una segunda naturaleza.
Y los que no se someten lo pasan mal. Si verse registrado le resulta humillante, si no le
gusta la comida, si muestra disgusto porque el guardián trafica con tabaco, si divide su
pan con el vecino, si conserva aun la suficiente dignidad para enfadarse por un insulto, si
es lo bastante honrado para sublevarse por pequeñas intrigas, la cárcel será para él un
infierno. Se verá abrumado de trabajo o le meterán a pudrirse en confinamiento solitario.
La mas leve infracción de disciplina significará el castigo mas grave. Y todo castigo
llevará a otro. Por la persecución le empujaran a la locura. Puede considerarse afortunado
si no deja la cárcel en un ataúd.
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