CERRÓ SUS OJITOS JOHN LEE HOOKER
Javier Orozco R.
El comienzo del presente y novísimo siglo va haciendo evidente su existencia (Germán Castro más o menos dixit) al irnos dejando sin las figuras clave que marcaron una época. Escritores, artistas, directores de cine, políticos, estadistas (algunos ya están cerca de que la historia los absuelva), etc., son los que van conformando a su vez, las referencias del tiempo que nos ha tocado vivir, pero nos duelen más entrañablemente los músicos o cantantes. Tal pareciera que son ellos los que encarnan el sentimiento optimista de la humanidad aún en las condiciones más adversas o inexplicables posibles.Uno de los emblemas del pasado siglo fue John Lee Hooker. Un cantante, guitarrista, compositor (letrista) y arreglista de y del Blues, cuya aportación rítmica al género influyó en grupos como Canned Heat y ZZ Top; y en México, al Three Souls in maimain y ya por acá, a la banda Espiral por mencionar sólo unos cuantos. El jueves 21 de junio dejó de checar tarjeta con los simples mortales, dejando como legado una gran cantidad de discos y canciones que seguramente se seguirán interpretando y gozando en el paraíso privado de los blueseros.
Pero, ¿cuál fue la vida de JLH?, ¿alcanzó el reconocimiento que merecía?, ¿alguna vez estuvo en México? De eso es precisamente de lo que enseguida vamos a “hablar”.
En las diferentes referencias hemerobibliográficas, coinciden en su mayoría que John Lee Hooker nació el 22 de agosto de 1917 en Clarksdale, condado de Coahoma. Apuntan también que su familia se dedicaba a la recolección de algodón desde generaciones atrás. Por lo tanto, para John Lee y sus 10 hermanos el futuro no era muy fácil de evadir. Pero he aquí que la vida y sus caprichosos giros llevan al prolífico padre de John a abandonar al sobrepoblado hogar cuando el entonces niño boggie contaba apenas con 6 años; sin embargo Minnie Ramsey, la madre de los 11 hookeritos se vuelve a casar pero, ahora con William Moore, un granjero y músico de blues originario de Shrevenport (Louisiana), y que a la postre iba a ejercer un papel fundamental en la futura carrera de Hooker. Desde muy joven empieza a cantar Spirituals en el coro de la iglesia local y pronto empieza a llamar la atención de sus vecinos merced a su voz de caverna : “Cuando cantaba en la iglesia a la gente le encantaba, me oían y empezaban a gritar y a aullar. Mi padrastro siempre me preguntaba: “¿De dónde has sacado una voz como ésa?” “No lo sé —le respondía yo—, simplemente me sale así”.
Tal vez la impresión que le dejó JL a su padrastro haya facilitado que se convirtiera no solamente en su mentor de blues, sino también en su asesor para dejar la vida (?) de granjero que le ofrecía el American Dream de por aquel entonces.
Con una tosca guitarra de fabricación casera, de esas que no le piden nada a las de Paracho, Michoacán, el joven John Lee empieza su aprendizaje de la mano de Moore, escuchándole tocar y —atención blueseros en ciernes—, tratando de repetir lo que había visto y oído. Al respecto, Hooker decía: “Cuando mi padrastro me (p)arrastró hacia el blues y me enseñó cómo debía tocarlo caí enamorado de aquella música. Él me inyectó el veneno del blues en las venas, me robó el alma cuando entonaba esas canciones de ritmos crudos y pesados, me develó todos los secretos para llegar a ser un buen bluesero“.
Si bien en la historia del Blues se dan capítulos de vilezas y agandalles, en lo que se refiere a Hooker no aplica tal condición pues pudiendo atribuirse la autoría de su estilo y algunas canciones, concedía humildemente que “llevo toda la vida tratando de imitar su estilo vivo y penetrante. De él es de donde saqué mi forma de tocar. Utilizo el mismo tono que él utilizaba y también tengo un montón de canciones que aprendí de él: My starter (Won’t start), Don´t turn me from your door, When my first woman quit me...; solía oírlo sentado a su lado cantar canciones como ésas. También le escuchaba interpretar temas de Charley Patton como Catch my pony o Saddle up my black mare.
En la adolescencia de Hooker se presenta desde luego la decisión de huir de su hogar, pero en ello le va también el conocimiento de lo que son los verdaderos motivos de la música que prefirió: “Mi primera experiencia con el blues fue dejar mi casa. El blues es abandonar un hogar o abandonar una mujer. Yo abandoné, a la vez, el hogar y la mujer que más quería, mi madre”.
En 1931, a dos años de la denigrante época de la Depresión, en la que tener cualquier empleo o ganar algo de dinero con —digamos— regularidad, era vivir en la gloria, John Lee Hooker, con 14 años de edad, comienza sus andanzas de hobo, o de vagabundo, si nos atenemos al caló o jerga o argot bluesero. Por lo tanto, los caminos y vías de tren se convirtieron en el hogar, escuela y fuente de sustento para el rey del boogie. En su primera aparición por Memphis descubrió lo que era el caldo gordo del blues: “En las veinte manzanas que formaban “Beale Street” (por acá decimos “ando en la vil street” cuando no tenemos ni un peso) se agolpaban comercios, casas de empeño, bares, teatros y tabernas que, aun en plena Depresión, producían una vida nocturna animada y excitante... En un ambiente dominado por formaciones muy numerosas, los intérpretes individuales de blues tenían una competencia muy difícil. Fue por ello por lo que muchos se unían a otros guitarristas formando los dúos de guitarra tan habituales en la ciudad. El dúo Beale Street Sheiks, formado por Frank Stokes y Dan Sane, se encontraba entre los más conocidos. También destacaba el formado por Lizzie Douglas (que más tarde se haría famosa con el seudónimo de “Memphis Minnie”) junto a Joe McCoy.”
Aquella incursión en Memphis quizás le sirvió a Hooker para valorar el ámbito al que se iba a enfrentar, pero como no puede haber igualdades en el mundo, seguramente prefirió la búsqueda de y para su expresión musical por otros lados. Tras una estadía breve en Cincinnatti (Ohio), luego de su matrimonio se traslada a Detroit, y ahí se le comenzó a ver en los clubs o clubes (en la corrección que me indica la computadora) Monte Carlo y Harlem Inn. Con estas alternativas, Hooker encuentra el escaparate para ser “descubierto” a fines de 1948 por Bernie Besman, quien una vez impactado por el talento de JLH, lo lleva ipsofactamente al estudio de grabación para que se arrancara con Boogie Chillen, la canción que se convertiría en el emblema de Hooker, merced a la originalidad y fuerza contenidas en ella. Luego de este desenlace inesperado, entre 1949 y 1954, John Lee grabó más de 70 discos sencillos en 21 compañías diferentes, pero además, utilizando hasta diez seudónimos para poder hacerse de más ingresos sin tener que atenerse a la exprimidora exclusividad. Para 1955 se contrata con la marca Vee Jay de Chicago (marca que se hizo famosa en los años 60 porque grabó a un cuarteto de rock inglés que estaba empezando, lo dejó ir y al paso de un año más o menos, The Beatles llegó a lo más alto en la historia de la música pop... pero ésa, es otra historia...), y de aquella época surgieron las canciones Mambo Chillen (?) de 1955, Dimples de 1956, o I’m so Excited de 1950 y tantos.
Los años 60 llevaron al Blues por varios senderos de reivindicación o valoración general. En primer lugar, para algunos —muy pocos— norteamericanos, el BLUES, así, con mayúsculas, era una expresión que tenía que ser documentada tal y como se presentaba, es decir, había que registrarla directamente en grabaciones testimoniales de los sobrevivientes o herederos de la época del esclavismo preglobalizador; y en segundo lugar, la presencia de soldados yanquis en Europa, llevando discos de Blues por allá, provocó la diseminación del virus entre las juventudes proletarias o marginadas del vetusto continente. Todo lo anterior llevó a que músicos como Hooker actuaran en festivales de música Folk en Estados Unidos, y en giras por Inglaterra y países vecinos. Por supuesto que en La Gran Bretaña es donde más efecto causa la música de Mr. Boogie, y su receptor arquetípico rocanrolero resultó ser Eric Burdon con su agrupación Los Animales, ya que grabaron en sus inicios por lo menos tres canciones de Hooker para que dos de ellas se convirtieran en éxitos de popularidad entre la juventud inglesa: Boom Boom y Dimples.
La historia de John Lee Hooker da para más, sin embargo preferimos hacer un corte para, posteriormente, abordar las décadas de los 70 y 90, ya que la música de este cantante y guitarrista obtuvo un final bastante decoroso haciéndose acompañar por gente como Carlos Santana, Los Lobos, Van Morrison, Bonnie Raitt, etcétera.
Estamos seguros que Hooker seguirá dando lata no sólo en las grabaciones que deja, sino también en las interpretaciones que sus admiradores y herederos harán.
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