CAPITULO 3: LA PIERNA DERECHA DEL INFIERNO

Desde la noche antes cuando estuve en el infierno no he podido dormir o comer. Cada día revivo el infierno. Cuando cerraba mis ojos todo lo que podía ver era el infierno. Mis oídos no podían dejar de escuchar los gritos de los condenados. Semejante a un programa de televisión, yo revivía todas las cosas que había visto en el infierno, una y otra vez. Todas las noches que estuve en el infierno, y cada día, trabajaba para encontrar las palabras correctas para explicarle esta cosa tan terrible al mundo.

Jesús se me apareció otra vez y me dijo, "Esta noche vamos a entrar en la pierna derecha del infierno, mi hija. No tengas temor, pues, yo te amo y estoy contigo".

El rostro del señor estaba triste, y sus ojos estaban llenos de mucha ternura y un profundo amor. Aunque los que estaban en el infierno estaban perdidos para siempre yo sabía que Él todavía los amaba y los seguiría amando por toda la eternidad.

"Mi hija", Él dijo, "Dios, nuestro Padre, le ha dado a cada uno de nosotros una voluntad para que escojamos de servirle a Él ó a Satanás. Sabes, Dios no hizo el infierno para su pueblo. Satanás engaña a muchos para que le sigan, pero el infierno fue hecho para Satanás y sus ángeles. No es mi deseo, ni el deseo de mi Padre, que alguien perezca".

Lágrimas de compasión corrían por las mejillas de Jesús. Él comenzó a hablarme otra vez, "Acuérdate de mis palabras, en los días por venir, mientras te enseño el infierno: Yo tengo todo poder en el cielo y en la tierra. Habrán tiempos cuando te sentirás como que te he abandonado, pero no lo he hecho. En ocasiones seremos vistos por las fuerzas malignas, y las almas perdidas, mientras que en otras ocasiones nadie nos verá. No importa a donde vayamos, ten paz y no temas en seguirme".

Junto salimos. Yo seguí cerca de Él llorando. Por días había estado llorando, y no me podía deshacer de la misma presencia del infierno el cual estaba siempre delante de mi. Yo lloraba mayormente por dentro. Mi espíritu estaba muy triste.

Llegamos a la pierna derecha del infierno. Mirando hacia adelante, yo vi que estábamos en un camino seco y quemado. Gritos llenaban el aire sucio y el olor a muerte estaba por doquier. El olor era tan repugnante que me enfermaba el estómago. Había oscuridad en todos los lugares, excepto por la luz que emanaba del rostro de Cristo y de las fosas del fuego, que se veían en todo el terreno hasta donde podía ver.

De momento, demonios de toda clase pasaban adelante de nosotros. Diablillos restrillaban sus dientes al pasar. Espíritu de demonios de todos los tamaños y formas hablaban los unos con los otros. Delante de nosotros, un demonio grande le estaba dando órdenes a demonios pequeños. Nos paramos a escuchar y Jesús dijo, "también hay aquí un ejército invisible de fuerzas malignas que no se ven, demonios tales como espíritus malignos de enfermedad".

"¡Vayan!", le dijo el demonio grande a los duendes y diablos más pequeños. "Hagan cosas malas. Rompan los hogares y destruyan familias. Seduzcan a los cristianos débiles, mal informen y extravíen a todos los que puedan. Ustedes tendrán su recompensa cuando regresen: acuérdense, deben de tener cuidado de aquellos que genuinamente han aceptado a Jesús como su Salvador. Ellos tienen el poder para echarles fuera. Vayan por toda la tierra. Yo tengo muchos más de ustedes allí y tengo otros más por enviar. Acuérdense, somos sirvientes del príncipe de las tinieblas y de los poderes del aire".

Entonces, las formas malignas comenzaron a volar hacia arriba y a salir del infierno. Puertas, en la parte alta de la pierna derecha del infierno se abrían y se cerraban rápidamente para dejarlos salir. Otros subieron y salieron del túnel en forma de embudo del cual habíamos bajado.

 Voy a tratar de describirles la apariencia de estos seres malignos. El que estaba hablando era muy grande, del tamaño de un oso, de color marrón, con la cabeza como un murciélago y sus ojos estaban puestos bien adentro de un rostro belludo. Brazos belludos colgaban a sus lados, y colmillos salían de los cabellos de su cara.

 Otro era pequeño como un mono, con brazos bien largos y cabellos sobre todo su cuerpo. Su cara era pequeña y tenía una nariz puntiaguda. No pude ver los ojos en ninguna parte de su ser.

Otra tenía una cabeza grande, orejas largas, y un rabo largo, mientras que otro era tan grande como un caballo y tenía una piel suave. El panorama de estos demonios y espíritus malos, y el olor terrible que salía de ellos, me enfermó el estómago. Donde quiera que ponía la vista habían demonios y diablos. El más grande de estos demonios, aprendí del Señor, estaban recibiendo sus órdenes directamente de Satanás.

Jesús y yo caminamos por el camino hasta que llegamos a otra fosa. Gritos de dolor, sonidos de dolores inolvidables se escucharon por doquier. Mi señor, ¿qué viene después?, yo pensé.

Caminamos y pasamos directamente delante de algunos de los seres (parecía que no nos veían) y nos paramos delante de otra fosa de fuego y azufre. En esta otra fosa había un hombre de un cuerpo grande. Lo escuché predicando el evangelio. Yo miré hacia Jesús espantada esperando una respuesta de Él - pues Él siempre conocía mis pensamientos. Él dijo, "cuando este hombre estaba en la tierra, era un predicador del evangelio. En un tiempo habló de la verdad y me sirvió".

Yo pensaba porque razón este hombre estaba en el infierno. El era como de 6 pies de alto y su esqueleto era de un color gris y sucio, como una piedra sepulcral. Parte de su ropa todavía colgaba de él. Yo me preguntaba porque las flamas habían dejado estas ropas rotas y andrajosas y no la habían quemado. Su carne en fuego colgaba de él y su cráneo estaba en fuego. Un olor terrible salía de él.

Vi como el hombre extendía sus manos como si estuviera aguantando un libro y comenzar a leer escrituras de un libro simulado. Otra vez, me acordé de lo que dijo Jesús: "Tú tienes todos tus sentidos en el infierno, y son más efectivos aquí".

El hombre leía escritura tras escritura, y yo pensé que eso era bueno. Jesús le dijo, con gran amor en su voz, al hombre, "Paz, estad quieto". Inmediatamente, el hombre dejó de hablar y se tornó lentamente para mirar a Jesús.

Yo vi el alma del hombre dentro de su esqueleto. El le dijo al Señor, "Señor, ahora le voy a predicar la verdad a toda la gente. Ahora, Señor, estoy listo a ir y contarle a otros de este lugar. Yo se que cuando estaba en la tierra yo no creí que había un infierno, ni tampoco que tu venías otra vez. Esto era lo que la gente quería escuchar y yo comprometí la verdad con la gente de mi iglesia. Yo se que no me gustaba nadie que fuera diferente en raza, o color de su piel y causé que muchos se apartaran de ti. Yo hice mis propias reglas sobre el cielo, y sobre el bien y sobre el mal. Yo se que dirigí muchos al mal, y causé que muchos se apartaran y cayeran de tu santa palabra, y tomé dinero de los pobres. Pero, Señor, déjame salir, y haré lo correcto: no tomaré más dinero de la iglesia. Yo ya estoy arrepentido. Yo amo la gente de todas las razas y colores".

Jesús dijo, "No solamente distorsionaste y mal representaste la Santa Palabra de Dios, sino que mentiste al decir que no conocías la verdad. Los placeres de la vida fueron más importantes para ti que la verdad. Yo mismo te visité y traté de conseguir que regresaras, pero tú no me escuchaste. Te fuiste por tu propio camino y la maldad era tu señor. Tú conocías la verdad, pero no te arrepentías, ni regresabas a mí. Yo estaba presente todo el tiempo. Yo te esperé. Yo quería que tu te arrepintieras, pero no lo hiciste. Y ya el juicio ha sido dado".

Había pena en el rostro de Jesús. Yo sabía que si el hombre hubiera escuchado el llamado del Señor, él no estaría aquí ahora. Oh, pueblo, por favor escuchen.

Jesús le habló al descarriado otra vez. "Tu debiste de haber dicho la verdad y así hubieras guiado a muchos a la justicia con la palabra de Dios, que enseña que todos los incrédulos tendrán parte en el lago que arde con fuego y azufre.

Tú conocías el camino de la cruz. Tú conocías el camino de la justicia. Tú sabías que tenías que predicar la verdad. Pero Satanás llenó tu corazón de mentiras, y te fuiste al pecado. Debiste de haberte arrepentido con sinceridad con sinceridad y no la mitad. Mi Palabra es verdadera. Esta no miente, y ahora es tarde, muy tarde".

Con eso, el hombre amenazó a Jesús con sus puños y lo maldijo. Aún así, Jesús, exclamó, "Mi Padre, ten misericordia".

Con tristeza, Jesús y yo caminamos a la próxima fosa. El predicador descarriado todavía estaba maldiciendo y airado contra Jesús. Mientras caminábamos por las fosas de fuego, las manos de los perdidos se extendían para tocar a Jesús, y con voces de ruego le pedían misericordia. Sus manos y brazos hechos huesos estaban grises y negros del fuego- no había carne viva o sangre, u órganos, solamente la muerte y el morirse. Yo lloraba por dentro, "Oh tierra, arrepiéntete. Si no lo haces vendrás a este lugar. Detente, antes que sea muy tarde

Nos paramos en otra fosa. Sentía tanta pena por todos ellos y tristeza que estaba físicamente débil y casi no me podía parar. Grandes llantos me conmovieron y dije "Jesús, me duele tanto por dentro".

Desde la fosa una mujer le habló a Jesús. Ella estaba parada en el centro de las flamas, y éstas cubrían todo s cuerpo. Sus huesos estaban llenos de gusanos y carne muerta. Mientras las flamas se prendían a s alrededor, levantó sus manos hacia Jesús, gritando, "Sácame de aquí. Yo te doy mi corazón ahora, Jesús". Ahora le contaré a otros de tu perdón. Yo testificaré de ti. Te ruego, por favor, déjame salir".

Jesús dijo, "Mi palabra es verdad, y ésta declara que todos tienen que arrepentirse y dejar sus pecados, y pedirme que entre en sus vidas, si quieren escapar de este lugar. Por medio de mi sangre hay perdón de pecados. Yo soy fiel y justo y perdonaré a todos los que vienen a mí. Yo no los echaré fuera".

Él dio la vuelta, miró a la mujer y dijo, "Si tú me hubieras escuchado, y hubieras venido a mi arrepentida, yo te habría perdonado".

La mujer le preguntó, "Señor, ¿no hay manera de salir de aquí?.

Jesús le habló bien suavemente, "Mujer", Él dijo, "se te dieron muchas oportunidades para arrepentirte, pero endureciste tu corazón y no lo hiciste. Y tú sabes que mi palabra dice que todos los adúlteros tendrán su parte en el lago de fuego".

Jesús se dirigió a mí y dijo, "esta mujer tuvo muchas relaciones pecaminosas con muchos hombres, y causó que muchos hogares se desbarataran. Sin embargo, a pesar de todo eso, todavía la amo. Yo vine a ella no para condenarla, sino para salvarla. Yo le envié muchos de mis siervos para que se arrepintiera de sus malos caminos, pero no quiso. Cuando era una mujer joven la llamé, pero ella continuó haciendo el mal. Ella hizo muchas cosas malas, sin embargo, yo la hubiera perdonado si hubiera venido a mí. Satanás entró en ella, y creció en amargura, y no quiso perdonar a otros.

Ella iba a la iglesia solamente a buscar hombres, y los seducía. Si solamente hubiera venido a mí, sus pecados hubieran sido lavados por mi sangre. Parte de ella me quería servir, pero no podemos servir a Dios y a Satanás a la misma vez. Cada persona tiene que escoger a quien va a servir.

"Señor", yo grité, "dame fuerzas para seguir". Yo estaba temblando desde mi cabeza hasta los pies debido a los horrores del infierno.

Jesús me dijo, "Paz, estad quieta". Ayúdame, Señor". Yo grité, "Satanás no quiere que nosotros sepamos la verdad del infierno. En mis sueños más atrevidos jamás pensé que el infierno fuera así. Querido Jesús, ¿Cuándo terminará esto?.

"Mi hija", respondió Jesús, "solamente el Padre sabe cuando vendrá el fin". Después me habló otra vez y me dijo, "Paz, estad quieta". Una gran fortaleza vino sobre mí.

Jesús y yo caminamos por las fosas. Yo quería jalar a cada persona que pasaba del fuego y traerlos ligeramente a los pies de Jesús. Lloré mucho por dentro. Pensé dentro de mí, yo no quiero que mis hijos vengan jamás a este lugar.

Al fin Jesús se dirigió a mi y calladamente, "Mi hija, iremos ahora a tu hogar. Mañana por la noche regresaremos a esta parte del infierno".

De regreso a mi hogar, lloré y lloré. Durante el día reviví el infierno y los horrores de todas las gentes allá. Durante el día le conté a todos con los me encontré del infierno. Yo les dije que el dolor del infierno es increíble.

A LOS QUE ESTÁN LEYENDO ESTE LIBRO, POR FAVOR, YO LES RUEGO, ARREPIÉNTANSE DE SUS PECADOS, CLAMEN A JESÚS Y PÍDANLES QUE LES SALVE, CLAMEN A ÉL EN ESTE MISMO INSTANTE, NO ESPERE A QUE SEA DEMASIADO TARDE. EL TIEMPO SE TERMINA LIGERAMENTE. CAIGAN DE RODILLAS Y SEAN LIMPIOS DE SUS PECADOS. SEAN BUENOS LOS UNOS CON LOS OTROS.

Si está enojado con alguien, perdónenlo: no vale la pena ir al infierno por un enojo. Perdonen como Cristo nos perdona de nuestros pecados. Jesús es poderoso para sostenernos si tenemos n corazón arrepentido y dejamos que su sangre nos limpie de todo pecado. Amen a sus hijos y a s prójimo como así mismo.

El Señor de la iglesia dice: "arrepiéntanse y sean salvos".

 

<h2><p align=center>CAPITULO 4:MAS FOSAS</h2>

La próxima noche, Jesús y yo, regresamos a la pierna derecha del infierno. Vi, como antes, el amor que Jesús tenía por las almas que estaban perdidas en el infierno. Y sentí su amor por mi y por todos los que viven en la tierra.

"Hija", me dijo, "No es la voluntad de Dios que nadie perezca. Satanás engaña a muchos y ellos le siguen. Pero Dios es perdonador. El es un Dios de amor. Si éstos hubieran venido verdaderamente al Padre y se hubieran arrepentido, Él los hubiera perdonado". Una gran ternura cubría el rostro de Jesús mientras Él decía: "Mi Padre, ten misericordia".

Otra vez pasamos por las fosas en fuego y pasamos por medio de mucha gente como las que describí anteriormente. "¡Mi Señor, Mi Señor, que horrores!", yo pensé. Caminamos y caminamos pasando muchas, muchas almas quemándose en el infierno.

Durante todo el camino, manos ardientes se extendían hacia Jesús. Solamente habían huesos donde la carne había estado una masa gris, con carne quemándose y pudriéndose y colgando en pedazos. Dentro del marco de la forma de un esqueleto había un alma de vapor de color gris y sucio dentro de un esqueleto seco para siempre. Yo podía sentir, por sus gritos, que ellos sentían el fuego, los gusanos, el dolor, y la falta de esperanza. Sus gritos llenaban mi alma con un dolor tan grande que no puedo describirlo. Si solamente hubiera escuchado, yo pensé, no estarían en este lugar.

Yo sabía que los que estaban perdidos en el infierno tenían todos sus sentidos. Ellos se acuerdan de todo lo que se les dijo. Ellos sabían que no había manera de escapar de las llamas y que estaban perdidos para siempre. Sin embargo, aunque sin esperanza, todavía estaban esperanzados a pedirle a Jesús misericordia.

Nos paramos en la próxima fosa. Era exactamente como toda las demás y adentro estaba la forma de una mujer (lo supe por su voz). Ella gritó tras Jesús para ser librada de las llamas.

Jesús miró a la mujer con amor y dijo: "cuando estabas en la tierra, te llamé y te llamé a que vinieras a mi. Yo te rogué que arreglaras tu corazón conmigo antes que fuera demasiado tarde. Muchas veces te visité tarde en la noche para hablarte de mi amor. Yo te busque, te amé y te traje hacia mi por mi espíritu.

`Si señor', dijiste, `yo te seguiré', con tus labios dijiste que me amabas, pero tu corazón no lo decía. Yo sabía donde estaba tu corazón. Yo muchas veces envié mis mensajeros a ti para que te dijera que te arrepintieras de tus pecados y vinieras a mi, pero no quisiste escucharme. Yo quería usarte para que le ministraras a otros. Para ayudar a otros a encontrarme. Pero tu querías el mundo y no a mi. Yo llamé pero tu no escuchaste, ni tampoco quisiste arrepentirte de tus pecados".

La mujer le dijo a Jesús, "Tú te acuerdas Señor, como fui a la iglesia y era una mujer buena. Yo me uní a la iglesia. Yo fui miembro de tu iglesia. Yo sabía que tu llamamiento estaba sobre mi vida. Yo sabía que tenía que obedecer a ese llamado a cualquier costo, y así lo hice".

Jesús dijo, "Mujer, estás llena de mentira y pecado. ¡yo te llamé, pero tu no me escuche. Es verdad, fuiste miembro de una iglesia, pero ser miembro de una iglesia no te lleva al cielo. `Tus pecados eran muchos y no te arrepentiste. Tu causaste que otros tropezaran con mi palabra. Ya no perdonabas a los que te herían. Tú pretendías amarme y servirme cuando estabas con los cristianos, pero cuando estabas lejos de los cristianos tu mentiste, engañaste y robaste. Tu te entregaste a espíritu de seducción y te gozabas de tu vida doble. Tu conocías el camino recto y angosto".

Jesús dijo, "También tenías una doble lengua. Hablabas de tus hermanos y hermanas en Cristo. Tu los juzgabas y creías que eras mejor que ellos, cuando en tu corazón había un gran pecado. Esto yo lo sé, tu no escuchaste mi dulce espíritu de compasión. Tú juzgabas lo externo de una persona sin tener en cuenta que muchos eran hijos de la fe. Tu eras bien dura.

Sí, decías que me amabas con tus labios, pero tu corazón estaba lejos de mi. Tú conocías las cosas de Dios y las comprendías. Tú jugaste con Dios, pero Dios todo lo sabe. Si tú hubieras servido a Dios con sinceridad, no estuvieras hoy en este lugar. No puedes servir a Satanás y a Dios a la misma vez.

Jesús se dio vuelta hacia mi y dijo, "muchos en los postreros días se apartarán de la fe, escuchando espíritus de mentiras y servirán al pecado. Salid de en medio de ellos y se apartados. No caminen en sus caminos".

Cuando nos apartamos, la mujer comenzó a maldecir a Jesús. Ella dio gritos de ira. Nosotros seguimos caminando. Yo estaba muy débil en mi cuerpo.

En la próxima fosa estaba la forma de otro esqueleto. Yo sentía el olor de la muerte, aún antes de llegar. Este esqueleto se parecía a los demás.

Yo deseaba saber lo que esta alma había hecho para estar perdida y sin esperanza y sin futuro, y estar por la eternidad en este terrible lugar. El infierno es eterno. Mientras escuchaba los llantos de las almas en tormentos, yo también llore.

Yo escuchaba mientras una mujer le hablaba a Jesús desde las flamas de la fosa. Esta estaba citando la palabra de Dios. Yo pregunté, "Querido señor, ¿que hace ella aquí?".

"Escucha", dijo, Jesús.

La mujer dijo, "Jesús es el camino, la verdad y la vida. Nadie puede venir a Cristo sino por medio de Él. Jesús es la luz del mundo. Ven a Jesús, y Él te salvará". Cuando ella habló muchas de las almas perdidas a su alrededor escuchaban. Algunos le hablaban mal y la maldecían. Algunos le pidieron que cesara. Otros decían, "¿Es verdad que hay esperanza?, o "Jesús, ayúdanos". Grandes llantos de dolor llenaban el espacio.

Yo no entendía lo que estaba pasando. Yo no sabía porque la mujer estaba predicando el evangelio aquí.

El Señor conocía mis pensamientos. Él dijo,"Hija, yo llamé a esta mujer a la edad de treinta años para predicar mi palabra y ser un testigo del evangelio. Yo llamo a diferentes personas a trabajar en micuerpo con diferentes propósitos. Pero si una mujer, muchacho o muchacha no quiere mi espíritu, yo me alejo".

"Si, ella respondió a mi llamado por muchos años, y creció en el conocimiento del Señor. Ella conocía mi voz e hizo muchas cosas buenas. Ella estudió la palabra de Dios. Ella oraba con frecuencia, y muchas de sus oraciones fueron contestadas. Ella le enseñó el camino de la santidad. Ella fue fiel en su hogar".

"Los años pasaron hasta que un día averiguó que su esposo le estaba siendo infiel con otra mujer. Y aunque él le pidió perdón, ella se endureció y no quiso perdonarlo y tampoco salvar su matrimonio. Es verdad, su esposo estaba mal y había cometido un gran pecado".

"Pero esta mujer conocía mi palabra. Ella sabía que tenía que perdonar y que con cada tentación hay un camino de escape. Su esposo le pidió que la perdonara. Ella rehusó. El resultado fue que la ira hizo raíces. La rabia creció dentro de ella. Ella no quiso entregarme su ira. Ella cada día quedaba mas amargada y dijo en su corazón, ¡aquí estoy sirviéndole a Dios totalmente, y mi esposo está saliendo con otra mujer!. ¿Tú crees que eso está bien?, ella me dijo"

"Yo le dije, no está correcto. Pero el vino a ti y se arrepintió y te dijo que jamás lo volvería a hacer".

"Yo le dije, `hija, mírate por dentro, y ve que tu misma has causado esto'".

"No, yo no, Señor, `dijo ella', yo soy la santa, y él es el pecador. `Ella no me quiso escuchar'".

"El tiempo pasó, y rehusó orar, o leer la Biblia. Ella tenía ira, no solamente con su esposo, sino que también con los que estaban a su alrededor. Ella citaba las escrituras pero no perdonaba a su esposo".

"Ella no me escuchaba. Su corazón se llenó de amargura y un gran pecado entró en él. En el corazón donde en un tiempo hubo amor, creció el homicidio. Y un día en su ira, ella mató a su esposo y a la otra mujer. Satanás se posesionó completamente de ella, y ella se suicidó".

Yo miré aquella alma perdida por haber dejado a Cristo, y así se condenó para siempre en las flamas y en dolor. Yo escuché cuando ella le respondió a Jesús.

Ella dijo, "Yo perdonaré ahora, Señor. Déjame salir. Yo te obedeceré ahora. Ves, Señor, estoy predicando tu palabra ahora. En cosas de horas demonios vendrán a atormentarme más severamente. Por horas ellos me torturarán. Porque yo estaba predicando tu palabra mi tormento será peor. Por favor, Señor, te ruego, déjame salir".

Lloré por la mujer en el foso y le pedí al Señor que me mantuviera de toda amargura de corazón. Yo dije, "Señor Jesús, no permitas que el odio entre en mi corazón".

Jesús dijo, "Ven, sigamos adelante".

En la próxima fosa estaba el alma de un hombre envuelto en su forma de esqueleto y gritándole a Jesús. "Señor", gritó él, "ayúdame a entender porque estoy en este lugar".

Jesús dijo, "Tú sabes porqué estás aquí".

"Déjame salir y seré bueno", rogó el hombre. Jesús le dijo:" Aún en el infierno sigues mintiendo".

Jesús se dirigió a mi y dijo: "Este hombre tenía 23 años cuando llegó aquí. El no rehusó escuchar mi evangelio. El escuchó mi palabra muchas veces y estuvo frecuentemente en mi iglesia. Yo lo traje con mi espíritu para salvación, pero él quería el mundo y sus deseos. Le gustaba tomar licor y no quería responder a mi llamado. Un día me dijo, "Yo viviré mi vida para Ti, un día Jesús". Pero ese día nunca llegó. Una noche después de una fiesta se mató en un accidente de automóvil. Satanás lo engañó hasta el final.

"El murió instantáneamente. Él no quiso escuchar mi llamado. Otros, también murieron en el accidente. El trabajo de Satanás es matar, robar y destruir. ¡Si solamente este joven hubiera escuchado!. No es la voluntad del Padre que ninguno perezca. Satanás quería el alma de este hombre y la destruyó por medio del descuido, pecado y bebidas intoxicantes. Muchos hogares y vidas son destruidas todos los años por el alcohol".

¡Si la gente pudiera darse cuenta que los deseos y concuspicencias de este mundo duran solamente por un tiempo!. Si tu vienes al Señor Jesús, Él te librará del alcohol. Él será tu amigo. Acuérdate. Él te ama y Él también tiene poder de perdonar tus pecados.

Cristianos casados, Jesús les amonesta a no cometer adulterio. Y el desear alguien del sexo opuesto. aún cuando no cometan adulterio, puede ser adulterio en tu corazón.

Jóvenes, no se acerquen a las drogas y a los pecados sexuales. Si has pecado, Dios te perdona. Clama a Él hoy, mientras hay tiempo. Busquen a buenos cristianos adultos y pregúntenles si pueden hablar con ellos de sus problemas. Se van a alegrar de haber tomado el tiempo ahora, mientras están en este mundo y antes que sea muy tarde. Satanás viene como ángel de luz para engañar al mundo. No es de sorprendernos que los pecados de este mundo se veían tentadores para este joven, aún cuando el conocía la Santa Palabra de Dios. Una fiesta más, él pensó. Jesús lo comprenderá. Pero la muerte no tiene misericordia. Él esperó muy tarde.

Yo contemplé el alma del hombre y pensé en mis propios niños que pronto tendrán 23 años. "¡Oh Dios, que ellos te sirvan!",. Yo sé que muchos de ustedes que están leyendo este libro tienen seres amados, quizás niños, que ustedes no quieren que se vayan al infierno. Háblenle de Jesús antes que sea muy tarde. Pídanles que se arrepientan de sus pecados y que Dios los perdonará y los santificará.

Los gritos del hombre sonaron dentro de mi por muchos días. Yo jamás olvidaré sus clamores de pesar. Me acuerdo de su carne colgando y quemándose en las llamas. Yo no me puedo olvidar de la pudrición, el olor a muerte, agujeros donde hubieron ojos, almas grises y sucias y los gusanos que se arrastraban por los huesos. Cuando salimos para la próxima fosa, la forma del joven extendió sus brazos hacia Jesús en la forma de ruego.

"Querido Señor", yo oré, "dame las fuerzas para seguir". Yo escuché la voz de una mujer clamando desesperadamente. Los gritos de muerte se escuchaban en todos los lugares. Pronto llegamos a la fosa donde estaba la mujer. Ella estaba rogando con toda su alma para que Jesús la sacara de aquel lugar. Sollozos conmovieron su ser y un gran dolor había en su voz. Yo sabía que estaba sufriendo grandemente.

Yo dije, "Jesús, ¿no hay algo que tu puedas hacer?". Jesús entonces le habló a la mujer. "Cuando tu estabas en la tierra", Él dijo, "yo te llamé y llamé para que tu vinieras a mi. Yo te rogué que arreglaras tu corazón conmigo, que perdonaras a otros, que hicieras lo correcto y evitaras el pecado. Yo hasta te visité en la media noche y te traje por mi espíritu tiempo tras tiempo. Con tus labios decías que me amabas, pero tu corazón estaba lejos de mi. ¿No sabías que de Dios nada se puede esconder?. Tu engañaste a otro pero a mi no me pudiste engañar. Envié a otros que te pidieran que te arrepintieras, pero tu no los escuchaste. Tu no escuchaste, tu no viste, y en tu ira los despreciaste. Te coloque donde podías escuchar mi palabra. Pero tu no me dabas tu corazón.

Tu no estabas arrepentida, ni te avergonzabas de lo que estabas haciendo. Tu endureciste tu corazón y me rechazaste. Ahora estás perdida y perdida para siempre. Debiste de haberme escuchado".

Al oír esto, miró a Jesús y comenzó a hablar sucio y a maldecir a Dios. Yo sentí la presencia de malos espíritus y sabía que eran ellos los que maldecían y hablaban sucio.

Que triste es estar perdido para siempre en el infierno¡. Resistid al diablo mientras puedan y el huirá de vosotros.

Jesús dijo, "El mundo y todo lo que hay él pasará, pero mi palabra no pasará".

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