El domingo 6 de febrero del 2000, el gobierno federal mexicano instrumentó un operativo policiaco para dar por terminada la huelga en la UNAM. A tempranas horas, efectivos de la Policía Federal Preventiva penetraron a las instalaciones universitarias y detuvieron a todo aquel que se encontraba en ellas o sus inmediaciones.
Fue posible, gracias a las eficientes televisoras mexicanas, ver en directo la aprehensión de universitarios, estudiantes y profesores, tras la irrupción en medio de una asamblea del Consejo General de Huelga y su traslado a bordo de autobuses hasta los puntos de concentración que estableció la Procuraduría General de la República.
A unas cuantas semanas de realizados la consulta del CGH y el plebiscito convocado por el rector, la vía de la violencia institucional se hizo evidente en el llamado de Juan Ramón de la Fuente para recuperar las instalaciones; a la voz del rector por el regreso a las escuelas y la instalación de asambleas democráticas, siguieron numerosas escaramuzas entre estudiantes huelguistas y antiparistas, el más grave se produjo el 3 de febrero en la Escuela Naconal Preparatoria número 3. Al lugar llegaron miembros de Auxilio UNAM apoyados por cuerpos de vigilancia especial de la propia Universidad y por la Policía Federal Preventiva.
Tras el enfrentamiento, numerosos estudiantes son detenidos, otros lograron escapar y la violencia asomaba por el horizonte para el CGH. Ese mismo día el rector De la Fuente emplazó al CGH a reunirse con él urgentemente al otro día, el motivo de la reunión: saber la fecha exacta en que los huelguistas entregarían las instalaciones de manera pacífica. La idea del diálogo por la solución fue desterrada entonces del discurso de las autoridades universitarias (en su ánimo nunca estuvo realmente) y cedió su espacio valorativo a la voluntad de terminar, a costa de lo que fuese, con una huelga que duraba ya más de nueve meses y que resultaba tremendamente molesta para las buenas conciencias.
Lejos de resolver el conflicto, la “recuperación” de las instalaciones y la reanudación de las actividades “normales”, han enrarecido el ambiente universitario, que ahora se respira lleno de desconfianza, inseguridad, temor, incertidumbre y furia contenida.
Por más que las autoridades universitarias y los medios electrónicos de información se esfuercen por convencer a la opinión pública de que la normalidad ha vuelto a la vida universitaria esto no será cierto mientras hayan estudiantes presos y no sean resueltas las demandas que generó la huelga. Hasta hoy no
Y es que la UNAM no volverá a ser la misma de antes, y mucho menos se parecerá a lo que imaginó Vasconcelos, mientras los criterios económicos prevalezcan sobre los académicos para regular el ingreso y la permanencia en nuestra máxima casa de estudios.
Ante la rapidez con la que se suscitan los acontecimientos, esta sección tratará de ofrecer una visión panorámica de la historia, información periodística y la propaganda que da cuenta del conflicto universitario más prolongado en la historia de México.
A continuación se presentan documentos que a grandes rasgos dibujan las posiciones de los participantes en el conflicto univrsitario más prolongado de la historia de México.
mucha más información en
la página del Consejo General de Huelga:
http://pagina.de/asamblea.universitaria
?¿?¿?¿ periódico/revista fecha
Un poco de historia... reseña histórica exclusiva de Gran Ciudad de México 
marzo 10, 2000
Renuncia de Barnés La Jornada noviembre 13, 1999
El peor rector La Jornada octubre 23, 1999
Bitácora negra El Universal septiembre 19, 1999
Posición ante los eméritos Documento distribuido de mano en mano Agosto 20, 1999
Cronología de cien días de huelga La Jornada julio 28 y 29, 1999
UNAM: Razón y libertad, por Adolfo Gilly La Jornada abril 29, 1999
Carta al rector Barnés (antes de la huelga) El Día, La Crónica febrero 27, 1999
