LOS DONES DEL ESPÍRITU Y SU IMPORTANCIA PARA HOY
(Romanos 12:3-8)
Los dones o carismas espirituales son regalos especiales que otorga el Espíritu de Dios en forma individual al creyente y los da para el bien de la comunidad de fe, en este caso, la iglesia. Sólo el don de lenguas se da para el beneficio particular del creyente, es decir, para edificarse a sí mismo (1 Co. 14:4a).
Los dones espirituales fueron profetizados en el Antiguo Testamento (Is. 28:11s; Jl. 2:28); confirmados por las promesas de Cristo (Mr. 16:17s; Jn. 14:12; Hch. 1:8); e impartidos por el Espíritu Santo después de Pentecostés (1 Co. 12:11).
Los propósitos de los dones espirituales son dos: la edificación espiritual de la iglesia (1 Co. 12:7; 14:12; Ef. 4:7-12) y la conversión de los incrédulos (1 Co. 14:21-25).
Existe una lista de 20 dones espirituales, de los cuales todo creyente recibe por lo menos un don del Espíritu (1 Co. 12:7; 1P. 4:10); pero no quita que se pueda recibir más de uno de ellos. En tres pasajes se pueden analizar dichos dones.
DONES |
Ro. 12:3-8 |
1 Co. 12:4-11, 28-30 |
Ef. 4:7-12 |
Palabra de sabiduría |
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Palabra de ciencia |
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Fe |
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Sanidades |
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Milagros |
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Profecía |
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Discernimiento de espíritus |
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Géneros de lenguas |
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Interpretación de lenguas |
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Apostolado |
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Enseñanza |
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Ayuda |
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Administración |
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Servicio |
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Exhortación |
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Repartimiento |
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Presidencia |
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Misericordia |
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Evangelización |
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Pastorado |
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Para
tener estos dones espirituales es necesario dos condiciones: en primer lugar,
tener un nuevo nacimiento y, en segundo lugar, vivir una vida en santidad. Estos
pasos son necesarios para iniciar una vida de fe en Jesucristo. Sin esos
requisitos el Espíritu Santo no puede operar en la vida del creyente, ni menos
otorgar los dones, ya que ningún don es evidencia de una vida llena del
Espíritu. Sólo una vida de santidad de corazón y vida es la única evidencia de
la llenura del Espíritu. En la Biblia nunca se dice que a un creyente verdadero
se le reconoce por los dones que posea, sino más bien por sus frutos, es decir,
por su calidad de vida, santidad. Este mismo énfasis lo hace Jesús en toda su
prédica (Mt. 7:16.20), lo mismo hace John Wesley en toda su predicación. Wesley creía que los Dones del
Espíritu eran para nuestros tiempos. En una carta escrita en junio de 1746,
declara: “No recuerdo de ninguna Escritura donde se nos enseñe que los milagros
debían confinarse a la edad apostólica o cualquier otro período de tiempo. Es
cierto que San Pablo dice que las profecías y las lenguas cesarán, pero en
ningún momento dice que estos milagros cesarán antes de que cesen la fe y la
esperanza...”
El Dr. Ken Kinghorn en su libro Dones del Espíritu (Nashville:Abingdon
Press, USA, 1976) hace referencia a cinco principios básicos referentes a los
dones espirituales:
1. Dios
imparte los dones espirituales conforme a su gracia; no pueden ser adquiridos
por mérito humano.
2. Dios
imparte los dones espirituales de acuerdo a su propia discreción; no está
limitado a los deseos humanos.
3. Dios
desea que todo cristiano ejercite los dones espirituales; estas capacidades no
están limitadas a ningún creyente.
4. Dios
provee los dones por causa del ministerio y servicio de la iglesia; no son dados
para atraer la atención hacia una persona o satisfacer su ego.
5.
La intención de Dios es que el ministerio de la iglesia sea ejercido a
través de los dones espirituales.
Hoy en día, muchos creyentes están
muy preocupados por saber qué dones han recibido del Espíritu Santo, o cómo
lograr tenerlos, y por último, cuán espiritual se es al tener varios dones
espirituales. Recordemos que los dones tienen un fin, estar al servicio de la
iglesia para que pueda seguir cumpliendo su Misión. No son pues para lucimiento
personal o de jactancia alguna. Si tenemos dichos dones espirituales debemos ser
agradecidos al Señor por habérnoslo dado y ser humildes al ejercitarlos.
Por otro lado, debemos tener muy
en cuenta que nosotros los creyentes, al ser parte de la iglesia, constituimos
todos un tesoro valioso, al poseer diversos dones y talentos. Cada hermano y
hermana es muy importante en el seno de la iglesia, ya que Dios ha dado a cada
quien un don en particular. Muchas veces descuidamos este detalle y sólo nos
fijamos en el hermano o hermana, ya sea por su aspecto personal o condición
social y no por lo valioso que es en sí como persona, criatura de Dios.
Con respecto a los dones
espirituales para los tiempos de hoy lo importante es preguntarnos:
a)
¿Cómo está mi vida espiritual?
b)
¿Verdaderamente he recibido a Cristo en mi corazón?
c)
¿He recibido el bautismo del Espíritu Santo y con ello uno más dones?
d)
¿Cómo estoy ejerciendo el don o dones que el Espíritu Santo me ha
otorgado?
e)
¿Cuáles son los frutos de dichos dones?
Recordemos que lo más importante
en la vida cristiana es vivir una vida en santidad de acuerdo a la palabra de
Dios, que nuestro cuerpo sea el templo del Espíritu Santo (1 Co. 3:16; 6:19; Ef.
2:21-23) y que podamos poner en práctica el don o dones que el Señor nos ha dado
para hacer de este mundo un mundo mejor, que podamos todos vivir en paz y en
justicia.
De ahí la importancia de tener en cuenta lo que el apóstol Pablo nos dice acerca
del fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza (Gá. 5:22-23).
Por último, el apóstol Pablo nos
dice que es bueno pedir tener dones, pero que hay un camino más excelente, este
es el amor (1 Co. 12:31; 13). Procurad pues en amor poner en práctica vuestros
dones que has recibido y que todo lo que hagas sea para honra y gloria del Señor
Jesucristo. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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