individual y acumulándolas en la
herencia colectiva de la humanidad. Para que la escena resulte aún más
pintoresca, podemos comparar a la conciencia, viajando a través del tiempo, a
un viento. Comenzando como una suave brisa, luego tomando impulso mientras va
agregando respuestas, haciéndose cada vez más fuerte mientras sopla a través
del mundo de los fenómenos hasta su final. Así como el viento que sopla por un
jardín recoge una sutil fragancia de lilas y rosas y la lleva consigo, aunque
la floración de las propias lilas y rosas dure tan sólo unas semanas, del mismo
modo el inmaterial legado de cada vida es arrastrado por el viento de la
conciencia a través de la evolución, y cada criatura es tocada por él. Más
allá, particularmente en el contexto humano, el condicionamiento y las
respuestas de diversas criaturas se entremezclan e interactúan entre sí, de
modo que esta herencia evolutiva se va enriqueciendo y se vuelve más compleja a
través del tiempo.
Por supuesto, todo esto contribuye a
formar un panorama extremadamente elaborado. En cierto sentido, podemos
considerar que la ira de una persona tiene ¡un millón de años de antigüedad! Es por eso que la venganza no tiene ningún
sentido. La paciencia, considerando toda la historia de la personalidad humana,
es una política mucho más sensata. Junto a la ira, afortunadamente, tenemos
mezcladas algunas cualidades redentoras también: un poco de ternura, un
subyacente deseo de perdonar. Como observó Agustín:
¿Quién puede rastrear las diversas fuerzas
que actúan dentro de un alma?. El hombre es insondable. ¿Oh, Señor! Es mucho
más fácil contar los cabellos de su cabeza que sus sentimientos o los
movimientos de su corazón.
De todas estas fuerzas y sentimientos negativos, yo elegiría a la ira como la emoción más característica de nuestra época, tanto que ésta época podría ser llamada la Edad de la Ira. ¿Cuántos personajes iracundos nos ofrece el entretenimiento contemporáneo?. Debe haber literalmente cientos de hombres y mujeres encolerizados y violentos en los deportes, la televisión y el cine que nos sirven de modelos contemporáneos de comportamiento. El periodismo también, por alguna razón, parece considerar que es su deber poner ante nuestros ojos nuevos héroes de la violencia – de ser posible a diario -. Todo esto contribuye infinitamente a aumentar la carga de la violencia condicionada que cada uno de nosotros lleva a lo largo de su ida.
Esta historia aparentemente imaginaria
tiene aportes muy prácticos para hacer a nuestra comprensión de problemas
personales. Cuando una persona llega a esta vida con ciertas tendencias bien
marcadas, como la de estallar en ira, se encontrará a sí misma una y otra vez
en situaciones frustrantes en las que la hostilidad acumulada en su interior
fermenta hasta encontrar una vía de escape. En esta perspectiva, tales personas
son tanto la causa de esas situaciones como las víctimas de las circunstancias.
No pueden evadir la responsabilidad por meterse en situaciones frustrantes como
tampoco pueden evadir la responsabilidad por su ira. Como consecuencia, si esta
tendencia continúa fuera de control, pueden desarrollar serios problemas de
salud. Algunos investigadores, por ejemplo, han establecido una conexión entre
las personas coléricas y las enfermedades del corazón. Me parece bastante
razonable, dado que la ira somete al corazón y al resto del sistema
circulatorio a un tremendo estrés. Los problemas digestivos pueden muy bien ser
otro correlato a largo plazo: la persona colérica puede desarrollar una úlcera
en el aparato digestivo dado que el estómago estará en estado de agitación la
mayor parte del tiempo. Por supuesto, yo no estoy negando que los factores externos
desempeñen su parte en provocar las enfermedades. Sin embargo, los místicos van
mucho más profundo: señalan que, de hecho, traemos con nosotros a esta vida las
tendencias que nos conducen a las actividades ocupaciones, relaciones y
conductas que ponen en escena a esos factores externos. Cuando dicen que somos
responsables incluso de nuestra salud no están siendo deliberadamente oscuros:
están hablando con total sentido común.