estamos haciendo en la meditación
cuando le damos toda nuestra concentración a las palabras de un pasaje
inspirador como éste: nos hundimos gradualmente dentro del centro de la
experiencia del autor hasta que vemos a través de sus propios ojos. Al final de
este libro doy una lista de ese tipo de pasajes de los Evangelios y de los
grandes místicos de la tradición cristiana. Son excelentes proyectos para esta
tarea de reconstruir el carácter.
Ya toqué previamente el tema de la
ansiedad. Las enfermedades que discapacitan emocionalmente son tan frecuentes
hoy en día que constituyen un tema terriblemente importante. En este punto quisiera aventurar algunas sugerencias
sobre la naturaleza de la ansiedad, que aclararán cuán íntimamente se relaciona
con la descripción del desarrollo de la personalidad que acabo de trazar.
Briznas de ansiedad se filtran incluso
dentro de las vidas de personas muy exitosas. Puede afligir hasta aquellos que han sido bendecidos con
abundante salud. No existe una manera sencilla de justificar esos embates, y la
mayoría de nosotros no puede encontrar ningún bastión seguro para defenderse.
Sin embargo, ¿no resulta revelador que
en una civilización donde la dependencia de las satisfacciones externas está
tan marcada, la ansiedad sea una epidemia?
Imagine si se hubiera dislocado la
articulación de su pierna. Su pierna estaría descolocada y no podría hacer casi
nada sin estar consciente de tal incomodidad las veinticuatro horas del día. No
podrá sentarse en ninguna parte sin pensar en ello. El más mínimo movimiento lo
haría gemir, y caminar se convertiría en una maniobra penosa. La mente puede
descolocarse de este mismo modo y hacer que vayamos por la vida con todo un
poquito “dislocado”, un poquito mal.
Mucha gente habla sobre la extraña sensación de no sentirse cómoda en ninguna parte, de no encajar, con frecuencia utilizan palabras como “soledad” o alienación”. En cualquier actividad que quieran emprender, parte de ella parece desear estar haciendo alguna otra cosa. La frustración de no ser capaz de poner freno a estos síntomas puede conducir a severas depresiones. Con frecuencia, la ansiedad es responsable de poner freno a estos síntomas puede conducir a severas depresiones. Con frecuencia, la ansiedad es responsable de este tipo de problemas, y debe ser interpretada desde una profundidad que la psicología secular no puede alcanzar.
La ansiedad puede hacerse
particularmente aguda cuando nos enfrentamos a la muerte: esto nos aporta otra
valiosa clave con respecto a su origen. La mayoría de nosotros considera la
muerte de otra persona o criatura como algo profundamente desestabilizador, no
obstante, después de un tiempo, generalmente nos las arreglamos para ahogar
nuestros sentimientos y seguir adelante.
Para algunas personas profundamente sensibles a la naturaleza
transitoria de la vida, sin embargo, un encuentro con la muerte puede dejar
cicatrices de por vida. En su adolescencia, Agustín presenció la prematura
muerte de un amigo del alma, y repentinamente una puerta secreta se abrió hacia
una conciencia más profunda. Estaba desolado. “Me pareció que la muerte era
súbitamente capaz de devorar a todos los hombres, porque me había arrebatado
ese que yo amaba”.
En las últimas profundidades de nuestra
conciencia, eso que podemos denominar el inconsciente colectivo, está escrita
la historia de nuestra evolución en su totalidad. Millones de veces hemos
sufrido la pérdida de nuestros padres, nuestras parejas, nuestros hijos,
nuestros amigos. Millones de veces
nosotros mismos hemos pasado por la agonía de la muerte. En la
conciencia existe un archivo completo de todo esto – sin demasiados detalles,
pero sí de los hechos principales -. Así como cada uno de nosotros, lleva las
señales físicas de millones de años de evolución, también mentalmente tenemos
una biblioteca completa de sutiles impresiones recogidas en los últimos cinco
mil millones de años: instintos, emociones primordiales, las profundamente
condicionadas respuestas de lucha y huida, y mucho, mucho más.