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Todos nosotros tenemos la capacidad inherente de entrever la eternidad; la tenemos en abundancia. Lo que ocurre es que la mayor parte la dirigimos hacia objetivos muy limitados, desperdiciando sus poderes en cosas que tienen una escasa capacidad de satisfacer nuestro enorme apetito de alegría, unidad y significado. Estas falsas aplicaciones son la raíz de nuestras frustraciones en la vida. “¿Por qué los hombres no son felices?” se preguntaba San Agustín.  “Porque están mucho más ocupados en cosas que tienen más poder de hacerlos desdichados que en la verdad que sí puede hacerlos felices, porque ellos recuerdan la verdad tan levemente”.

 

Hay una enorme carga en la memoria; esa es la causa por la que muchos de los místicos formulan sus afirmaciones en términos de tiempo. Cuando usted recuerda una observación ofensiva que alguien querido le dijo hace diez años, se ofende nuevamente. Imagínese la cantidad de recuerdos desagradables de esta clase que tendremos, cada uno con una cierta carga negativa,  dormitando en los estantes bajos de la biblioteca de la conciencia. En estos archivos no hay informes inofensivos; estas memorias son muy parecidas a bombas de tiempo, esperando una ocasión conveniente para explotar.

 

Ahora imagine, si desea, un estado de la mente en el que ha hecho desaparecer la carga de la pena y el placer de cada memoria en su conciencia. Este es uno de los principios operativos de la meditación: si puede hacer que la mente vuelva al presente cada vez que se pone a vagar, eventualmente no tendrá que vérselas para nada con viejas ansiedades. Sus recuerdos estarán todavía allí en los estantes más bajos, pero no tendrán poder sobre usted.

 

Puedo recordar las cosas gentiles que la gente me ha dicho a través de los años; también recuerdo algunas cosas desagradables. Recuerdo acontecimientos que han sido buenos para mí y otros que no lo han sido tanto. Pero como mantengo mi atención focalizada en el presente, estos recuerdos no son más una carga. Esta es la verdadera respuesta a problemas de ansiedad acerca del pasado, con sus vinculaciones egoístas y errores ridículos. Es asimismo el remedio para aquellos miedos sobre el futuro, inevitables de otra forma. Cuando la mente se concentra en un único objetivo, focalizada como el microscopio del profesor Crewe, su poder inmenso no se ve diluido por la ansiedad o el temor. Usted lo puede usar en forma efectiva para levantar las cargas del pasado y del futuro, y para ayudar a otros a levantar estas cargas también.

 

Esto no es represión. Si usted reprime un recuerdo potente, lo hace más fuerte. Lo ha obligado a descender por debajo del nivel consciente y, a pesar de que allí se encuentre fuera de la vista, exige más atención que nunca. De lo que estoy hablando es de la habilidad de retirar la atención de cualquier momento que no sea el presente. Cuando lo logre, las cargas emocionales de un recuerdo no estarán suprimidas o escondidas; simplemente se evaporan. Lo que le da a los recuerdos y miedos poder sobre nosotros es su capacidad para atraer nuestra atención, cuando esa capacidad desaparece, también desaparecen las aflicciones del ánimo.

 

Aun un vistazo a la conciencia más profunda tiene repercusiones prácticas enormes. En estos momentos de paz sus órganos vitales y el sistema nervioso descansan y, aunque dure un lapso muy breve, la calidad de ese descanso es la más alta. Usted regresa al mundo de los fenómenos refrescado, recargado, vigorizado, listo para enfrentar cualquier desafío. Esto convierte a cada día en algo preciado, cada hora es valiosa, de modo tal que prácticamente se ha convertido constitucionalmente en alguien incapaz de malgastar el tiempo. En un sentido, se convierte en una nueva mujer, un nuevo hombre, con el mandato de usar las nuevas energías en trabajo que promueva la salud, la felicidad y la armonía de todo.

 

 

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