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San Francisco de Asis....

 

 

A partir de entonces empezó a pasar su tiempo en las ruinas de San Damiano, en las afueras de Asís, y fue en uno de esos días que oyó una voz que provenía, pensó, del crucifijo: "Ve Francisco, ahora, y reconstruye mi Iglesia, porque está a punto de derrumbarse".

 

Su respuesta fue literal e inmediata, y marcó en su vida un giro de 180 grados. En unos pocos meses había abandonado para siempre el hogar en que había crecido y se había dedicado por completo a su nueva misión.

 

En los tres años siguientes, Francisco reconstruyó tres iglesias que habían caído en total abandono. Pero este era tan solo el comienzo, porque no tardó en tomar conciencia de que su verdadera misión era infundir vitalidad y fortaleza a la Iglesia misma, empresa que llevó a cabo de todas las maneras imaginables.

 

La labor de Francisco comenzó con la fundación de los Frailes Menores, los "Pequeños Hermanos de Cristo" que recorrían el mundo predicando y extendiendo la amistad espiritual por todas partes. Poco tiempo después llegó la orden fundada por su primera discípula mujer, Clara. Las Clarisas todavía hoy se ven rodeadas de una fragancia de romance tan pura y perfecta, que parece haber tornado la tradición del Amor. De no menor importancia, sin embargo, fue la "Tercera Orden", la que adaptó el modelo franciscano a hombres y mujeres, casados o solteros, no llamados a la vida monástica. Su misión sería cuidar a los enfermos y dar a los pobres, desprendiéndose de cualquier riqueza que poseyeran y utilizándola como administradores de Dios. Habiéndose prometido hacer la paz con sus enemigos, reponer ganancias mal habidas, nunca portar armas y no aceptar jamás honras públicas, los miembros de esta orden constituyeron una poderosa fuerza de paz en la violenta e inestable estructura social del siglo XIII.

 

La verdadera contribución de Francisco, sin embargo, va mucho más allá de lo institucional. Su devoción era tan honda que despertaba profundos sentimientos en los demás: casi literalmente se podría decir que le enseñó a la gente de la región y a las generaciones que vendrían, de qué manera adorar a Dios.

 

Francisco buscó identificarse de un modo total con Cristo, de manera que Su Amor volviera a entrar al mundo a través de su siervo. Eso para él tenía un solo significado, no buscar nada para sí mismo y ofrecerle todo a Dios. A los sufrimientos que él se había impuesto siempre, la privación de toda comodidad terrena, se agregó la enorme pena de ver su propia Orden desgarrada por discordias y de encontrarse impotente para restaurar la unidad. Finalmente, recluido en la montaña La Verna, cuyas grandes grietas y fisuras, se creía, habíanse abierto en el momento de la crucifixión de Cristo, elevó su corazón a Dios en un perfecto abandono de sí mismo, y fue escuchado. De allí en más, Francisco llevaría en sus manos y pies y en su costado, los inconfundibles estigmas de la propia angustia de Cristo.

 

Dije antes que Francisco "hizo que pareciera divertido" y esa afirmación debe sonar irreverente en este momento. Pero de hecho esa fue la gran paradoja de la vida del santo. Se desposó gozosamente con la pobreza, la llamaba su Dama, e hizo el papel de novio enamorado hasta sus últimas consecuencias. Siempre fue el trovador, el jongleur de Deu, quién enseñó que el buen humor es más que simple amabilidad para con el prójimo, es una de las tres vías para obtener la paz (obediencia y oración son las restantes). "Alégrense siempre", solía decir, por que en el momento en que el alma se sume en las sombras y la congoja, melancólica y solitaria, entonces buscará consuelo en las cosas del mundo. "El gozo espiritual proviene de la pureza de corazón y la perseverancia en la oración". Una gran efervescencia, por lo tanto, y un maravilloso sentido del buen teatro son los sellos distintivos de la vida de Francisco y de su forma de enseñar.

 

Las vidas de los santos están sembradas, por ejemplo, con relatos de victoria sobre la lujuria. La denominación "lujuria" no abarca todo, por supuesto, no incluye esos deseos menos violentos, pero sin duda más tenaces, de tener un hogar, hijos y una pareja, que hacen tan ardua la

 

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