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a su casa del entrenamiento y dice “¡La verdad es que hoy me entrené con todo!. Me merezco un enorme helado de tres gustos”.  Al igual que ella, usted también sigue entrenándose.

 

Esta noche dan las finales de tenis. Usted tiene su propia televisión en su cuarto, y cada célula de su cuerpo le pide a gritos: ¿Por qué no?. Enciérrate en tu cuarto, tírate en la cama con una lata de cerveza, y deja que tu mente se enfrasque en el partido”. Pero alguien golpea a la puerta: un amigo de su hijo menor que vive enfrente -. “¡Hola!” dice “Billy dijo que usted nos podría ayudar esta noche con la raíz cuadrada”. ¡Raíz cuadrada! usted creyó que la había oído nombrar por última vez hace veinticinco años. ¿No pagó usted ya su derecho de piso?. Usted siente deseo de decir: “Lo siento,  he estado haciendo sumas durante ocho horas hoy y no doy más. Esta noche dan el abierto de estados Unidos y voy a mirarlo”. Entonces percibe la mirada en los ojos de Billy, y sonríe sin querer. “Esta bien”, dice. “Cuéntame nuevamente qué es una raíz cuadrada, y trataré de ayudarlos”.

 

Para mí ésta es una gran demostración de amor. Quizá usted crea que sólo está refrescando su matemática esa noche, pero, de hecho, está haciendo algo mucho más importante: está aprendiendo a amar, y a través e su ejemplo está enseñando a esos niños como amar también.

 

“El amor no busca su propio interés”.  Esto no significa que nunca hagamos nada que disfrutemos. Pero San Pablo pregunta: “¿Por qué no ampliar el círculo de nuestros gustos?”. En lugar de disfrutar solamente de las cosas que gustan, podemos aprender a disfrutar de las cosas que le gustan a los demás también – a nuestro cónyuge, nuestros hijos, nuestros amigos.

 

Esta es una capacidad maravillosa. Un cine de la vecindad ha estado preparando un festival de los Beatles durante un mes para una única presentación. Por una sola noche, usted se podrá sentar durante un par de horas escuchando a los Beatles y recordando viejos tiempos. Por supuesto que ha estado reservando esa noche desde que vio los anuncios. Sin embargo, como no está seguro de qué dirá su familia al respecto, no ha mencionado sus planes.

 

Llega la gran noche, las melodías han flotado en su mente todo el día. Durante la cena, usted carraspea y dice: “Qué les parecería ir al cine esta noche?”.

 

“¡Oh papi! ¿Cómo adivinaste?”  La pequeña Jeanie tiene la sección de espectáculos al lado de su silla. Ha estado tomando lecciones de ballet este año y esta noche - ¡Qué maravilloso! – dan la versión fílmica del Lago de los cisnes con Baryshnikov.

 

A usted se le cae el alma al piso. No entiende nada de ballet; ni siquiera puede pronunciar el nombre de Baryshnikov. ¡Y ha estado esperando tanto tiempo a Paul McCartney y sus amigos!. A pesar de ello se da cuenta de cuánto significa para Jeanie, y se obliga a levantarse y sonreír. Y va y se siente con alegría toda la función. No se limita tampoco a cerrar los ojos y dormitar. No se hace el que mira mientras mentalmente evoca a su Submarino Amarillo. Observa a Baryshnikov a través de los ojos de Jeanie, prestándole al espectáculo toda su atención y tratando de comprender qué es lo que estimula su imaginación. En ese mismo ejercicio usted está demostrando amor.

 

Después la profesora de ballet de Jeanie se acerca con su mirada brillante. “¡Nunca vi a nadie mirar ballet con tanta atención! Usted debe ser un gran aficionado al arte”. Ella lo observa con más atención.  “¿Acaso estudió en el Bolshoi en su juventud?”.

 

“En realidad”, se excusa usted, “es a Jeanie a la que le encanta. Pero, como amo a Jeanie, voy a aprender a disfrutarlo también”.

 

Por supuesto, es preciso utilizar el criterio. Si Jeanie desea ver Tiburón II, no diga: “Bueno, como te amo, aprenderá a disfrutar las escenas de carnicería y mutilación contigo”. Más bien diga: “Te amo y te llevaré a ver el Corcel negro en su lugar”. Hay un gran margen para la creatividad en

 

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