ESCRIBIR
EN LAS FRONTERAS
DEL CUERPO
(…)
La no
menos mítica naturaleza laberíntica del mexicano merece
también ser explorada de nuevo incluyendo el ingrediente árabe de
nuestra cultura. Es evidente también, para el que lo pueda observar de
primera mano, que el lenguaje gestual, la actitud y la mentalidad cultural del
mexicano mestizo medio tiene tal vez más en común con un
maghrebí que con un castellano o un indígena mexicano. Sobre el
lenguaje escrito y hablado, el linguista Antonio Alatorre afirma en su libro Los
mil y un años de la lengua española que aproximadamentecuatro
mil palabras de la lengua que hablamos mayoritariamente en México es de
origen árabe. ¿Qué elemento cultural más definitivo
que la lengua? Resistente y maleable al mismo tiempo, la lengua, a lo largo de
los siglos, absorbe y acarrea lo que somos. Es el termómetro de nuestras
mezclas. Es siempre más viva que las políticas que la controlan o
tratan de controlarla. En ella entran ampliamente, se haya querido o no, las
palabras insustituibles del nahuatl y hasta los anglicismos de nuestro imperio
más reciente, que tal vez no dure tanto. Habrá que examinar
dentro de un siglo si serán más los anglicismos que hayan entrado
al español que los mexicanismos e hispanismos presentes entonces en el
inglés. Porque según los expertos en crecimiento de la
población, es probable que entonces la de algún origen mexicano
sea mayoritaria en el territorio que ahora conocemos como los Estados Unidos.
Si un
alto porcentaje de nuestra lengua es de origen árabe, ¿no seremos
árabes en una proporción similar, lejana y poco reconocida pero
igualmente existente? Muchas generaciones hemos crecido dándole la
espalda a ese componente cultural y genético nuestro. Estamos
acostumbrados a ese desconocimiento. En parte por el mito de la hispanidad, que
quiso pensarse a sí misma como una pureza después de la
reconquista de España. Y la Nueva España heredó esa
mitología, con su cruzada simbólica y real en contra de los
infieles del mundo cristianizado. ¿Cómo reconocer entonces la
sangre y la cultura infieles en las propias venas? Imposible. Al contrario,
había que asimilar a los indígenas convertidos
levantándolos imaginariamente en contra de los infieles. El mestizaje
terminó por fortuna imponiéndose más allá de todas
las guerras reales y simbólicas. Como está sucediendo y
sucederá en el mundo anglosajón, a pesar de su cultura
protestante fundadora, enemiga de la idea de mestizaje. Lo árabe fluye
en nuestras venas y aflora donde menos lo pensemos.
En las artesanías de
México las huellas árabes son muy profundas. Evidentes en
materias como las cerámicas vidriadas, que llamamos Talavera de Puebla,
una técnica originaria del poblado de Talavera de la Reina, cerca de
Toledo, que fuera territorio arábigo en España. Esa
cerámica que se piensa en México como netamente mexicana es de
claro origen español y antes de eso andaluz, como lo fue también,
más lejos, de origen persa y chino. Pero hasta en algunas artesanías
que la mitología actual mexicana quiere pensar que son cien por ciento
mexicanas, como los textiles de los indígenas Chiapas, hay huellas de la
cultura maghrebí. En los primeros siglos de la evangelización los
tejedores mayas asimilaron técnicas y motivos de los misioneros
españoles, muchos de los cuales eran del sur de España y de
Extremadura. Donde las técnicas y los motivos árabes en las
artesanías eran y son muy presentes. El uso mismo de la lana, en el
continente americano donde originariamemente no había borregos, es una
huella del mestizaje cultural en esos textiles indígenas donde incluso
hay motivos bereberes mezclados con los clásicos motivos mayas. Los
parecidos entre los textiles actuales de Marruecos, Argelia y Tunez y los del
sureste de México y Guatemala son asombrosos. A
través de todas las diferencias culturales entre nosotros y el Oriente
árabe, una trama común surge para el que tenga la oportunidad de
presenciarla o la tenacidad de buscarla, sin excluir la sensibilidad para
encontrarla. Pero es importante que la visión o construcción de
esa trama común no se convierta en un acto de nostalgia por un pasado;
es más bien un futuro en elaboración. Este
nuevo Orientalismo horizontal, del que llevo varios años trazando el
mapa imaginario en mis novelas, tiene ya en México varios escritores, entre
los cuales Myriam Moscona, Marianne Toussaint, Alfonso Alfaro, Eugenio Aguirre,
Jorge Ruiz Dueñas, León Rodríguez Zahar. En la
poesía, la narrativa y el ensayo han hecho un puente auténtico de
Sur a Sur, de Oriente a Oriente o de extremo Occidente a extremo Occidente,
como quiera llamársele. Tuvo en otra generación un gran
arquitecto visionario, Luis Barragán, pero no ha tenido hasta ahora
pintores contemporáneos que exploren esta veta de descubrimientos. Para
mí, como escritor, el reto artístico no está en mostrar mi
fascinación por la riqueza sensual de las diferencias culturales y de
las similitudes que nos las acercan. El reto creativo consiste parcialmente en
reconocer lo propio en lo ajeno. Pero más bien está en encontrar
una voz narrativa nueva que hable de la vida diciendo cosas que sólo
pueden ser dichas con los elementos del lenguaje artístico que nos
brinda esta trama cultural común, esta frontera convertida en puente por
la literatura. Así,
la geometría de las fuentes de Marruecos, que es una dramaturgia de la
mirada y que no existe en nuestros azulejos (más sencillos en su
geometría), me sirve para construir una estructura narrativa afín
a la travesía del deseo de mi personaje principal en la novela En los
labios del agua. Una estructura dramática hecha a la medida del deseo y sus
movimientos de creación de la certeza y rompimiento de ella. Una
estructura también de heterogeneidad donde la poesía y la prosa
narrativa en sus múltiples transformaciones pueden convivir
armónicamente en la misma obra. Por otra parte, los baños
públicos árabes, el Hammam, con su maravillosa arquitectura de
iniciación al deseo, se vuelven imagen de la iniciación de Fatma
en Los nombres del aire. Los jardines árabes, y todos los jardines
posibles a partir de ellos, se vuelven imagen del cuerpo femenino convertido en
paraíso en La piel de la tierra o los jardines secretos de Mogador. Pero ya la ciudad
misma de Essaouira, en la costa atlántica de Marruecos, con sus murallas
al mar vuelve a ser en estas novelas la Mogador imaginaria donde la
dimensión del deseo es más visible y uno puede observar
cómo cada quien entra en los sueños amorosos de los demás.
Escribir
la vida de ese "poema admirable que es el cuerpo humano", como
decía Delacroix, con sus magnéticas atracciones hacia otros
cuerpos y los sueños generados en esa atracción, es para
mí el reto del nuevo orientalismo horizontal. Un orientalismo extendido
que se atreva a explorar un cuerpo que pueda ser de ambos orientes y que se
parezca más a la visión que pintó Courbet del cuerpo
femenino en El origen del mundo. Un cuadro no orientalista en su origen pero
que por eso mismo podemos adoptar en la nueva sensibilidad y donde los labios
de un pubis sonríen al que los mira con la placidez de quien mientras
sueña es visitado por sus más vitales fantasmas. El poema admirable que es el cuerpo humano
implica mostrar además el poema interno de sus sueños: los
cuerpos eróticos no vistos desde afuera (como en cualquier
película erótica) sino desde adentro de cada uno de los amantes.
No la mirada externa del deseo vertical, posesivo, sino la interna y externa de
la geometría deseante más bien horizontal, fronteriza. Tal vez la
literatura sirve para mostrar y mostrarnos que cada uno es diferente; que cada
frontera compartida lo es de muy diferente manera; que la identidad y por lo
tanto su sistema de fronteras es algo que se construye y las fronteras algo que
los humanos desplazamos siempre, tanto en nuestras historias colectivas.• El origen del mundo, de Courbet.
PRIMERA PARTE |
LIBROS | BIOGRAFÍA | ANTOLOGÍA | CRITICA SOBRE SU OBRA | ENTREVISTAS | CALENDARIO | MOGADOR