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CUADERNO ABIERTO
Monday, 24 May 2004
Sobre la escultura de Alberto Vargas

H
O
R
I
ZON
TES
D E L A O B R A V E R T I C A L D E
ALBERTO VARGAS
?



De entrada me inquieta muy favorablemente la presencia de estas obras verticales entre los arboles y arbustos de un jardin. De manera discreta pero con caracter fuerte estas columnas o torres son significativas: nos dicen sutilmente muchas cosas y, antes de nada, que el jardin es tambien una creacion humana igualmente deliberada y artistica.
Sus angulos rectos contrastan con la naturaleza pero tambien la impregnan de su fuerza. Son una leve marca de identidad sobre la piel del jardin. Como un lunar sutil e imposible, creado. Un lunar que enfatiza la belleza de un rostro, de un cuello. Estas esculturas distinguen y condimentan: hacen unico lo que parece naturaleza comun.
Entre los arboles o simplemente sobre un prado crean un ambito: un espacio que se siente dentro de otro espacio. No como un muro que encierra hacia adentro sino como una presencia que irradia fuerza sensible hacia afuera, a su alrededor.
Y esa irradiacion nos impacta porque no es ajena a nuestros cuerpos. No esta solo en el exterior sino dentro de nosotros. Como una piedra lanzada sobre la superficie del agua, estas obras se dejan descubrir de pronto por nuestra vista capturandola como si nosotros mismo fueramos parte del agua donde su circulo se extiende.
La aparente sencillez clasica de estas columnas enfatiza asi nuestra participacion en la percepcion de la obra, nuestra parte en el acto de mirarlas con todos los sentidos, de gozar su presencia con todo lo que tienen de geometria inmediata pero tambien de revelacion y de misterio.
En otro ambito, como escultura urbana, entre edificios, las columnas de Alberto Vargas ven enfatizada proporcionalmente su discrecion pero sin disminuir su verticalidad y su presencia poetica. Tal vez incluso haciendola mas intensa, por contraste. A la vez las esculturas irradian su alegria ludica hacia los edificios: enfatizan el caracter estetico de la arquitectura que las rodea, por si alguien olvida que cada edificio es tambien una obra de arte. Que en los edificios las texturas son intencionadas, que sus lineas pueden ser funcionales y a la vez bellas. Que la contemplacion de un conjunto arquitectonico no debe ser excluida en nombre de su necesaria funcionalidad. Que lo inesperado de la creacion estetica tambien puede estar naturalmente en la composicion de un edificio. Entre los muy originales y bellos edificios de Agustin Landa las obras de Alberto Vargas han ejercido su poder estetico sabiendo erigirse como si la ciudad fuera su casa y han sido capaces de transformarse hasta en semillas si es necesario. El arquitecto, dandole al escultor la oportunidad de crear una nueva presencia estetica, una extension de su escultura, recibe de el el condimento fuerte y transformador de sus obras.
El mismo efecto de crear un ambito de excepcion producen dentro de una casa. Pero por otras razones. Extra?amente, no compiten con cuadros o con otro tipo de esculturas. Su presencia parece situarse deliberadamente en una zona intermedia entre la arquitectura mas directamente funcional y la obra transplantada del estudio del pintor a la casa.
Como si, perteneciendo claramente a la familia y a la cultura de la creacion artistica, estas esculturas fueran los parientes que mejor hablan el lenguaje de muros y puertas y ventanas y terrazas. En la casa son asi obras naturalmente bilingues. No aprendieron a hablar arquitectura, nacieron hablandola.
Y uno de los efectos de la naturaleza doble de estas esculturas es que tienden a la discrecion enfatizada. Como si en su interior llevaran escrito el famoso mensaje de Oscar Wilde: ?La elegancia maxima esta en acercarse de vez en cuando, pero no siempre, a la invisibilidad?.
Cuando las vemos con detenimiento son apariciones radiantes, cuando no las vemos con fijeza son parte indisoluble, pero clara, del jardin o el edificio o de la casa. En esa intermitencia esta una buena parte de su misterio y de su fuerza como obras de arte.
Otra se debe al hecho simple, incontrovertible, de que estas columnas y torres son formas arquetipicas. Es decir, pertenecen al lenguaje milenario de formas recurrentes en la creacion humana. Formas que son lenguaje fuerte porque son producto de la imaginacion simbolica de todos los tiempos.
Siempre late en ellas el deseo de verticalidad, de levantarse hasta el cielo, de conmemorar lo excepcional que surge de la tierra: hombres y mujeres notables, hechos inolvidables. La torre y la columna son simbolos claros de la aspiracion humana a la trascendencia, es decir, a ir mas alla de nosotros mismos, de nuestros limites naturales. Querer rascar los cielos es humano. La torre es la puerta de los cielos. Pero es tambien lo que nos ayuda a recibir su gracia. La columna es el eje entre lo humano y lo sagrado. Hasta en la arquitectura es soporte de la materia y vinculo entre dos niveles distintos. Mas a fondo es el arbol de la vida, el triunfo contra la muerte y el olvido: ereccion abstracta de las potencias que afirman la vitalidad.
La historia de las civilizaciones esta llena de apasionantes renacimientos de la torre y la columna. Son innumerables las referencias historicas y hasta mitologicas que pueden hacerse. Retengamos por lo pronto tan solo el valor simbolico basico que siempre encierran y manifiestan: la torre y la columna son signos claros de la antigua y permanente aspiracion humana de dotar a la materia de riqueza espiritual, de a?adir a lo visible lo invisible.
En varios diccionarios de simbolos se cita un poema de Paul Valery, Cantico de las columnas, como sintesis de su valor simbolico. El poema es tan arquetipico que podria haber sido hecho para la obra de Alberto Vargas y por eso traduzco libremente algunos fragmentos de lo que dicen estas columnas que hablan de si mismas:

Cantamos a la vez
que cargamos al cielo,
con una voz rara y sabia
hecha tan solo para los ojos?

Somos hijas de la proporcion, de la armonia,
y somos fuertes por las leyes del cielo.
Sobre nosotras desciende y duerme
un dios color de miel:
feliz duerme aqui el Dia?

Incorruptibles hermanas,
casi ardiendo, casi frescas,
para bailar elegimos
brisa y hojas secas
y los siglos de diez en diez
y los pueblos del pasado?

Caminamos en el tiempo
y nuestros cuerpos radiantes
avanzan a un paso que no se siente.


Ese caminar que no se siente es tambien su presencia dentro de nosotros: la suma feliz de su geometria inmediata y material impregnada de su belleza arquetipica.
En una posible y deseada "Historia natural de la torre y la columna", la obra de Alberto Vargas ocupa ya un capitulo interesante y original. El del artista que logra sintetizar en sus esculturas muchos de los principios que podriamos llamar ?historicos? de esa forma estetica vertical pero que, al mismo tiempo, introduce algo radicalmente nuevo con ellas. Es un explorador, casi cientifico, de sus posibilidades internas pero tambien de sus posibles sentidos, ambitos, presencias.
Porque su obra, mucho antes de ser referencia clasica es afirmacion de lo posible, geometria en accion. Alberto vargas no deja de explorar las variables de una forma que otros artistas tal vez hubieran dado ya por explorada. Es un geometra insaciable. Su curiosidad formal tiene algo de exploracion cientifica, de rigor e imaginacion. Explora la vida de las formas verticales y experimenta sus limites, sus posibilidades. Como si se tratara de conocer a fondo una planta rara y sus probabilidades de reproduccion entre sus manos. Y su verticalidad, al crecer, al formarse, toma en cuenta los horizontes que habita. Por eso su tridimensionalidad es profunda, va de lo visible a lo invisible, de lo que tocamos a lo que sentimos tambien con la imaginacion.


Posted by ARS at 12:36 PM MDT
Updated: Wednesday, 26 May 2004 12:17 PM MDT
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