El profeta Mahoma creó la
religión musulmana, hacia el año 622 (fecha de la Hégira), en
la ciudad árabe de Medina. La mezquita es el edificio más
significativo de la arquitectura islámica y su función no
responde a rituales complejos (como el templo cristiano) sino tan
sólo a acoger un espacio para la oración. El clima del
desierto, donde surgió la religión musulmana, hace necesaria la
protección del sol, del viento y de la arena, de modo que los
primeros modelos consistían en un simple recinto rectangular
porticado con un patio en su centro. La parte fundamental de la
mezquita la constituye la quibla, que es el muro del perímetro
orientado hacia La Meca, donde deben dirigir la oración los
fieles. En el centro de la quibla se sitúa el mihrab, un nicho u
hornacina que sirve para distinguir el muro de la quibla. En
ocasiones también se disponía, a la derecha del mihrab, un
mimbar o púlpito desde el que el imán (o cualquier otro tipo de
jefe religioso o político) organiza la oración y arenga a los
participantes. Los elementos estructurales fueron diferentes a lo
largo de la historia, pero siempre con el predominio de la
utilización del arco como elemento sustentante. Las cubiertas,
sin embargo, pueden ser planas, de madera a dos aguas, bóvedas o
cúpulas. Una característica común es la ausencia de vanos en
los muros perimetrales, lo que consolida el espacio de la
mezquita como un espacio interior, indicado para el rezo, cuya única
luz procede del patio o de alguna abertura en la cubierta que
produce una débil incursión de luz cenital. El conjunto de la
mezquita se completa con una torre llamada alminar o minarete,
desde la que se llama cinco veces diarias a la oración de los
fieles. El modelo general subsiste hoy día, aunque tan sólo se
puede considerar como tipología a efectos de uso, puesto que
numerosas iglesias cristianas (como la de Santa Sofía en
Constantinopla o Estambul) han pasado a ser mezquitas sin
demasiadas transformaciones.
La fe islámica prohíbe las representaciones de personas y
animales. Para sustituirlas, la arquitectura islámica ha
generado a lo largo de su historia una decoración característica,
empleando profusamente motivos vegetales (arabescos), geométricos
y la propia caligrafía árabe. Los materiales que se han
utilizado para decorar los paramentos han sido variados:
azulejos, cerámicas, mosaicos, madera tallada, marquetería, mármoles,
piedras areniscas, estucos o mármoles con incrustaciones de
gemas.
Arquitectura islámica
occidental
La dinastía Omeya, con centro en el califato de Damasco, inicia
su poder en el año 661 y dirige la expansión del islam hasta el
año 850. De esta época son la mezquita de la Roca (c. 691) en
Jerusalén, y la mezquita mayor de Damasco (705), organizada como
una basílica de tres naves, pero con la orientación
transversal, y flanqueada por el sahn o patio de abluciones. Este
edificio ha servido de modelo para la mayoría de las mezquitas
occidentales hasta nuestros días. Con la caída de los Omeyas de
Damasco, los Fatimíes tomaron el poder en el norte de África,
donde construyeron siguiendo la tradición siria las
impresionantes mezquitas de Sidi Ocba en Kairuan (836-866), en la
actual Tunicia, e Ibn Tulun (siglo IX) en El Cairo.
En el año 755 desembarca en la península Ibérica -el extremo
occidental del islam- el único príncipe Omeya que se salva de
la matanza abasida y, a partir de este momento, se inicia una
recuperación de esta dinastía en torno al reino de Al-Andalus y
a la ciudad de Córdoba. La obra más emblemática de este
periodo es la mezquita de Córdoba (780-990), iniciada en tiempos
de Abd al-Rahman I y ampliada sucesivamente por sus herederos. Se
trata de una enorme mezquita (2,4 ha de superficie) que sigue el
modelo de la de Damasco, con la particularidad de que las naves
se orientan longitudinalmente hacia el muro de la quibla. Además,
se introduce el arco de herradura (tomado de los modelos
visigodos), que se decora con franjas rojas características del
arte cordobés. Otra de las construcciones de este periodo es el
colosal palacio de Medinat al-Zahara (comenzado en 936), casi una
ciudad construida para la corte por el primer califa Abd al-Rahman
III. El califato de Córdoba sucumbió ante el empuje de los
pueblos bereberes del norte de África y de los reinos cristianos
del norte de la península, que coincidieron con su desintegración
interna. Sin embargo, casi todo el sur de España continuó bajo
el dominio musulmán hasta finales del siglo XV. En Sevilla se
conservan restos de la antigua mezquita almohade (convertida en
catedral) y sobre todo su alminar, la Giralda (1184-1195),
construido en ladrillo sobre planta cuadrada y rematado como
campanario cristiano en 1560. El último reino musulmán sobre la
península Ibérica fue el de Granada, vasallo de la corona
castellana y gobernado por la dinastía Nazarí. La Alhambra de
Granada (1334-1391), fortaleza y residencia real, es el palacio
islámico mejor conservado de toda la edad media. Su arquitectura
compartimentada, así como las sutiles relaciones que se
establecen con el paisaje circundante y los jardines y estanques
interiores, la convierten en uno de los ejemplos más
conmovedores de la arquitectura residencial de todos los tiempos.
Véase Arte y arquitectura hispanomusulmanas.
Arquitectura islámica
oriental
Hacia la mitad del siglo VIII se funda el califato de Bagdad, en
el actual Irak. La mezquita más antigua de esta época es la de
Samarra, construida en ladrillo, de la que se conserva el
minarete cónico con una rampa en caracol exterior, que recuerda
los zigurats de la antigua Mesopotamia. Siglos más tarde, en
1453, el Imperio de los turcos otomanos toma Constantinopla,
convertida a partir de entonces en la ciudad de Estambul. El sultán
Solimán el Magnífico, mecenas de las artes, toma para su
arquitectura el modelo bizantino de Santa Sofía y encarga a su
arquitecto Sinan la construcción de la mezquita de Solimán (comenzada
en 1550) en Estambul y la de Selimiya (comenzada en 1569) en
Edirne.
El actual Irán fue centro de otro Imperio musulmán, el de
Persia. La capital se sitúa en Ispahan; su arquitectura se
caracteriza por las grandes mezquitas de iwanes, como la gran
mezquita de Saba (siglo XVI) o la de Masjid-i-Shah (comenzada en
1612), construida por el sha Abbas I el Grande. Otra de las zonas
que quedó bajo el dominio islámico es el subcontinente indio,
bajo la influencia persa de las dinastías mogoles. El monumento
más característico de esta tradición es el Taj Mahal (1630-1647)
en Agra, un mausoleo de mármol blanco cubierto por una cúpula
bulbiforme de origen bizantino. Este periodo también nos ha
legado un impresionante catálogo de fortalezas, entre las que
destacan el Fuerte Rojo en Delhi y Fatehpur Sikri en Agra.
Arquitectura islámica - Arriba
Fuente de la información: Enciclopedia Microsoft Encarta.