Neoliberalismo y monopolio de la Información

Paulo R. Schilling

La democratización de los medios de información (la libertad de mantener a los pueblos debidamente informados sobre sus derechos políticos, económicos y sociales) constituye el fundamento de un régimen democrático.

Infelizmente, esa libertad de informar siempre fue muy limitada. Incluso en los países capitalistas centrales, donde está en vigor una libertad formal, los medios están cada vez más con trolados por los grupos económicos dominantes. La revolución tecnológica en los medios de comunicación concentra el poder de informar o desinformar en la mano de unos pocos.

En nuestros países subdesarrollados, incluso en los períodos democráticos, la libertad de informar es muy limitada. En Brasil, el monopolio de los medios se ha hecho casi absoluto. La Red Globo aparece como un "cuarto poder", capaz de lavar el cere bro de la mayoría y hasta de elegir presidentes. Media docena de familias controla los grandes periódicos. Una masa de informa ciones tendenciosas cae sobre un pueblo despolitizado,lamentablemente, de spués de dos décadas de dictadura y de gobiernos totalmente sometidos al sistema.

Cuanto más grandes son los intereses de los bancos, de las empresas transnacionales y de las clases dominantes nativas por obtener más privilegios y más poder, tanto más amplias, intensas, efect ivas y convincentes son las campañas.

La propaganda del neoliberalismo por la "modernidad" (abolición de las fronteras nacionales, privatización del Estado, venta de las empresas estatales, consagración del mercado y del lucro como nuevas divinidades, supresión de los derechos sociales, liquidación de la cultura nacional, etc.) alcanza dimensiones gigantescas, como ninguna otra en la historia de la humanidad.

Esta campaña adquiere proporciones que hacen recordar a Catón: "Delenda est Cartago" ("hay que destruir Cartago"). La TV, la radio y los grandes periódicos (a excepción de algunos valientes periodistas que valientemente se oponen a la avalancha neoliberal) defienden sistemáticamente las "reformas". Y atacan brutalmente a los que tratan de defender la soberanía nacional transfigurada en un nuevo tipo de imperialismo (del Grupo de los 7, el FMI y BM, el Club de París, etc.) y mantener los derechos sociales conquistados por el pueblo en el último medio siglo.

Según parece, la única manera de frenar la avalancha neoliberal sería una enorme y permanente movilización popular, como en el caso brasileño de las campañas "El petróleo es nuestro" o de la des titución del presidente Collor. "Sem Fronteiras", São Paulo 232(setiembre 1995)95


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