I S L A
Por: Angel Rigau
La Isla surgió ante la mirada absorta de los ilustres navegantes españoles el día 19 de
noviembre de 1493. Día de su descubrimiento. Fecha cuando se abrieron sus riberas
vírgenes de historia a los embates cronológicos del suceso...
Como una flor silvestre, nació india, con la tez color de avellana. Taína. De su
nacimiento solo podrían hablar las viejas crónicas geológicas esculpidas en las piedras
veladas por el misterio de un pasado nebuloso.
Cristóbal Colón hallóla envuelta en verde y en azul, al término de su segundo viaje a
lo que él creyó eran las Indias Orientales...
Para la bienvenida, la Isla extendió su amplia sonrisa de sol, y su mirada pura, tal como
la promesa que alienta la seguridad absoluta de que va a ser cumplida.
Nadie, jamás, sintió mayor inspiración frente a un augurio, que la que sintió
Cristóbal Colón frente a la Isla.
- ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Borikén.
- Deberían llamarte "La Elegida"; y al balcón marino al que te asomas,
deberían llamarlo Puerto Rico.
- Di quien eres, señor aparecido de las aguas, que con tanta pasión tiendes a darme
nombres...
- No soy San Juan Bautista para bautizarte, aunque lo deseara. Simplemente soy un marino
del Puerto de Palos, España. Mi nombre es Cristóbal.
- ¿Cristóbal?
- Sí, Cristóbal Colón. Esa es mi gracia.
- ¿Y quién es San Juan Bautista?
- Ya pronto lo sabrás, preciosa niña, ya pronto lo sabrás...
- Por Yukiyú, señor, que ese nombre me gusta. Desearía saber quién es San Juan...
- ¿Y quién es Yukiyú?
- Ya pronto lo sabrá usted, señor. Primero hemos de consultar con Agüeybaná. Pues
aquí no confiamos en los que se nos acercan desde otras tierras...
- Pero, ¿quién viene aquí de otras tierras?
- ¡Los caribes!
- ¿Caribes? ¿Qué es eso?
- Aquellos que podrían ser nuestros hermanos; pero son nuestros enemigos. Vienen de otros
jardines que flotan sobre estas mismas aguas, señor, y nos atacan...
- ¿Y Agüeybaná? ¿Quién es Agüeybaná?
- Agüeybaná es nuestro Supremo Señor. Su valor le da ese poder. Su airón de plumas
multicolores le da el privilegio y la autoridad.
- Ya entiendo. ¡Parece que habrá dificultades!
- ¿Guasábara? Pudiera ser... ¿Y quiénes son esos?
- Son mis hombres, mis marineros. Y aquellas mis naves. Son los pasaportes a la gloria del
descubrimiento y la colonización. Tal como si España hubiese otorgado permiso para que
pudiéramos atravesar las fronteras del mar hacia el futuro.
- Ese otro nombre también me gusta: ¡España!
- Por ella estamos aquí. Por ella serás...
- Aunque tan joven, señor, ¡yo soy!
- Todavía no; aún te falta para ser.
- ¡Soy, señor! El coronado de plumas responderá por mí. ¡Soy y seré! Y de esto
responderé yo, en la sangre, de la sangre, por la sangre, de todos los que sean en mí! |
En aquellos instantes, y en tan corto diálogo, dio comienzo la odisea de la Isla frente a
los designios de su pasión y de su hado.
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Last Updated: June 29, 2001
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