Hacer que una computadora active
un mecanismo biomecánico para efectuar acciones deliberativas
estaba hace tres o cuatro años en el armario de la ciencia
ficción, y entre las lejanas esperanzas de la Inteligencia Artificial. Para éta rama del cómputo, llegar a
la construcción de un robot inteligente como HAL, estaba a 2001
años luz de realizarse. Pero todo este panorama está a punto de cambiar rápidamente,
y los científicos parecen haber recuperado la inspiración.
Ahora las mayores promesas recaen en un nuevo concepto de
desarrollo tecnológico: la computación evolutiva. Un grupo de investigadores trabaja en el diseño de
microcircuitos que se adaptan y evolucionan según los estímulos
recibidos del entorno.Bajo estos principios ha sido construido el
cerebro artificial más complejo del mundo, para ser implantado
en un robot felinesco llamado Robokoneko, que le
permitirá interactuar con el exterior. El cerebro artificial, denominado Máquina Celular Autómata
(CAM por sus siglas en inglés), construidos por Hugo de Garis
por encargo de la compañía Genobyte, y consiste en 37.7
millones de neuronas artificiales, dispositivos físicos que
dejan atrás las simulaciones de software. Cada neurona
está compuesta de microcircuitos agrupados que simulan los
procesos de sinapsis. Todo el sistema funciona de acuerdo con
parámetros que represnetan una evolución biológica, pues las
conexiones y dispositivos se reconfiguran de acuerdo con los
distintos eventos experimentados. Este desarrollo no sería posible sin la libre colaboración
entre científicos de distintas empresas y naciones, y este
espíritu es el que podría adelantar en dácadas los avances
tecnológicos que se atrofiaron en el pantano histórico de la
guerra fría. Encuentra más información aquí: **FABRICAN UN CIBERGATO** CON 40
MILLONES DE *NEURONAS* Corresponsal NUEVA YORK.- Del cruce entre
Robocop y un gato, nace Robokoneko, el ingenio dotado con el
cerebro artificial más potente del mundo: 40 millones de
neuronas dispuestas a funcionar a pleno rendimiento este mismo
año. El Robokoneko, que se ha gestado
en seis años entre Japón y Estados Unidos, es el hijo putativo
de un científico australiano, Hugo de Garis, empeñado en forzar
los límites de la inteligencia artificial. Hasta la fecha, el más
inteligente de los ordenadores no llega siquiera al millón de
neuronas artificiales. De alguna manera, la construcción del
Robokoneko es un salto de felino hacia la máquina utópica, más
inteligente que la especie humana. «Lo que estamos haciendo es una
especie de salto tecnológico en el vacío», nos explica Gary
Fehr, uno de los directores científicos del experimento. «Si
los resultados son los que esperamos, habremos dado un paso de
gigante hacia la construcción de máquinas inteligentes». Fehr trabaja para la compañía
Genobyte en Boulder, Colorado. Allí está ubicada la incubadora
del Robokitten -denominación inglesa del invento, que viene a
ser algo así como gatito robot-, en paternidad compartida con
los laboratorios Advanced Telecommunications Research, en Kyoto,
Japón. LEJOS DEL HOMBRE «¿PORQUE UN ROBOT GATO, Y NO
UNO HUMANO?», LE PREGUNTAMOS A FHER. «Porque por más potente que sea
el cerebro artificial, aún estamos muy lejos de emular los miles
de millones de conexiones neuronales del cerebro humano»,
responde. «Hemos pensado que lo más adecuado para tal capacidad
[unos 40 millones de neuronas artificiales] era un ingenio
mecánico lo más parecido posible a un gato». Pero Robokoneko no pretende ser
exactamente una réplica mecánica de un felino. Con sus cuatro
patas -y su casco protector- será capaz de dar saltos y de subir
y bajar escaleras, aunque su principal habilidad tal vez sea la
que le permite interpretar el lenguaje humano o para realizar por
sí mismo tareas que escapan al común de los mininos (como
conectar el lavavajillas, sin ir más lejos). Robokoneko, al fin y al cabo, no
será más que el prototipo para otro robot mucho más ambicioso,
dotado con más de 1.000 millones de neuronas artificiales y
capaz de superar funcionalmente a su propio creador, el hombre. Hugo de Garis sueña con poder
construirlo en el año 2001, siempre y cuando su Robocop gatuno
supere el examen de inteligencia artificial, a mediados de este
mismo año. Garis, como tantos otros
científicos, piensa que el siglo XXI marcará un hito en la
Historia de la Humanidad: la construcción de la primera máquina
más inteligente que el hombre. Garis sueña con que esa fecha
llegue lo antes posible: «...Cometeremos seguramente errores,
pero yo los interpreto simplemente como desviaciones para llegar
al resultado final. Estamos en camino y, tarde o temprano,
nuestra idea funcionará». Decenas de científicos en Kyoto y
Boulder tienen la misma convicción que Garis y en eso están, a
falta tan sólo de un par de meses para acabar de construir el
prodigioso entramado cibernético que regirá los destinos de
Robokoneko. El cerebro artificial está
constituido por 72 microprocesadores especiales (conocidos en la
jerga especializada como FPGAs) que permiten programarse a sí
mismos y que, una vez combinados, generan un poder comparable al
de 1.152 neuronas, a multiplicar por miles de configuraciones. A partir de un cierto punto, los
programadores humanos no serán imprescindibles; la máquina
será capaz de reprogramarse y, en cierto modo, construirse a sí
misma siguiendo una técnica que, según Garis, guarda bastante
semejanza con la evolución biológica. La parte más compleja será
precisamente la adaptación de ese surtidor de inteligencia
artificial a un ingenio mecánico. Los científicos confían en
tener listo el software a primeros de abril y realizar decenas de
simulaciones por ordenador antes de implantar el cerebro en su
receptor (previsiblemente, a mediados de año). SECRETO A VOCES El Robokoneko, hasta ahora un
secreto a voces entre los magos de la informática, saltó ayer a
la fama en las páginas del Washington Post, el primero en
reproducirlo a todo color y a cuatro patas. La primicia ha levantado ya los
primeros resquemores en la clase científica. En el mismo
periódico, Hans Moravec, experto en Robótica de la Universidad
Canergie Mellon, expresaba así sus reservas: «No pienso que se
pueda esperar un comportamiento muy inteligente del Robokoneko.
Parece un artefacto muy mono. En cualquier caso, mejor que Furbie
[el juguete de moda en Estados Unidos]». Por ahora, Robokoneko sólo gatea
por la pantalla de un ordenador gracias a un potente simulador
informático de imágenes en tres dimensiones, mientras los
científicos estudian las enormes complicaciones de movimientos
aparentemente tan simples como sentarse, caminar, o cambiar de
dirección. Sus creadores, eso sí, no han especificado si el
minino ronronea. DE LA NANOTECNOLOGIA A LA
MUSICA Las aplicaciones de los nuevos
robots pueden ser cruciales para la medicina La biotecnología avanza a pasos
agigantados. Pocos días antes de conocer al pequeño gato
robótico de cerebro artificial, la revista Nature anunció la
semana pasada la creación de nanorrobots genéticos que pueden
programarse para fabricar moléculas. El investigador Nadrian Seeman y
sus colaboradores de la Universidad de Nueva York han
desarrollado lo que ellos mismos denominan una «máquina
molecular» construida con material genético. De momento, las órdenes que se
les pueden dar a este primer nanorrobot son relativamente
sencillas. Lo único que han descubierto estos científicos, por
el momento, es una técnica para manipular fragmentos de ADN. La
existencia de estos nanorobots podría suponer una auténtica
revolución para el mundo de la medicina, ya que quizás
permitirían la fabricación artificial de toda clase de
moléculas útiles para el desarrollo de fármacos y terapias. Por su parte, hace apenas dos
meses, la revista New Scientist publicó los trabajos de la
compañía electrónica Raytheon Systems y de la Universidad de
Texas en Dallas (EEUU), cuyos investigadores han desarrollado un
mecanismo electrónico para crear un sistema nervioso artificial
que está en proyecto. Esperan que dentro de 10 años el
sistema electrónico imite las acciones del cerebro humano y de
su extensa red de comunicación, de manera que será posible
crear robots autónomos que tomen sus propias decisiones. Pero la fabricación de robots
también tiene una vertiente lúdica, como se demuestra cada año
en convenciones que muestran a robots músicos, jugadores de
fútbol o que incluso sirven el té. ROBOKONEKO:
HIJO PRODIGO DE LA ROBOTICA EVOLUTIVA
POR
METATRON
«Robokoneko», creado por científicos de
Japón y EEUU, puede suponer un gran paso en la investigación de
máquinas inteligentes
CARLOS FRESNEDA