El nuevo marketing político en el Chocó

Por Carlos William Cuesta

En el Chocó, la política se define como el arte de desgobernar; los intereses particulares están por encima de los comunitarios, esta es una premisa básica.

El nuevo modelo de mercadear la política consiste en la atención directa al electorado (ADE), no con obras importantes que mejoren la calidad de vida, sino con acciones personalizadas como alimentos, medicamentos, solución de vivienda y otras. Lo fundamental es buscar la fidelidad con el amo y tener sometido al votante con la ayuda proporcionada. No más discurso y muerte a los partidos y grupos políticos: el fin de las ideologías.

Este sistema estructurado implica mucho capital por cuanto la asistencia es antes, durante y después de los debates electorales; otra forma de alineación mental o esclavitud electoral y va dirigido estratégicamente a la población más vulnerable, con tasas de desempleo, analfabetismo, mortalidad, morbilidad y desplazamiento elevadas. El embaucador, conociendo estos antecedentes, se presenta ante la comunidad como el gran Mecenas, aportando mucho dinero con la singular apariencia de hacer figurar como "suyos" los recursos entregados.

El dinero proviene del gobierno, pues mediante un novedoso método de rapacería, las entidades bajo el control de la organización compran todos los bienes, servicios, contratan la construcción de obras públicas, elaboración de proyectos, estudios y demás con empresas de fachada que pertenecen al cartel. De esta manera, se cierra el circuito económico y los impuestos de todos los colombianos contribuyen para sostener la empresa política.

Los funcionarios encargados de ejecutar el correcto engrasamiento de esta maquinaria deben ser de muy bajo perfil profesional para asegurar el éxito del modelo. Al interior del imperio se concibe el precepto de que el dios dinero arregla todo; por consiguiente, les importa un pepino lo que hagan o dejen de hacer los organismos de investigación y control.